viernes, 27 de febrero de 2015

El Evangelio de hoy
Mateo 5, 20-26.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Les aseguro que si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, ciertamente no entrarán ustedes en el Reino de los cielos.

Han oído ustedes que se dijo a los antiguos: No matarás y el que mate será llevado ante el tribunal. Pero yo les digo: Todo el que se enoje con su hermano, será llevado también ante el tribunal; el que insulte a su hermano, será llevado ante el tribunal supremo, y el que lo desprecie, será llevado al fuego del lugar de castigo.

Por lo tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda junto al altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano, y vuelve luego a presentar tu ofrenda.

Arréglate pronto con tu adversario, mientras vas con él por el camino; no sea que te entregue al juez, el juez al policía y te metan a la cárcel. Te aseguro que no saldrás de ahí hasta que hayas pagado el último centavo".

Reflexión
El cristiano, como nos lo muestra este evangelio, es una persona con criterios mucho muy diferentes a los del mundo y va llevando un verdadero progreso en su conversión.

Y es que el cristiano no es solamente una persona buena, que no mata, que no roba, que cumple la Ley de Dios sino que es, ante todo, un hombre o una mujer que está en búsqueda de la santidad, de la perfección, para quien no cabe siquiera el insulto al hermano. Es alguien que encuentra en la reconciliación el verdadero camino hacia la paz y para quien la celebración del culto es más que otra cosa, un encuentro profundo con Dios y con los hermanos.

El tiempo de la cuaresma es un tiempo especial de gracia en el que Dios derrama de una manera particular su amor en nuestros corazones. ¿Por qué no empezar en este período a reconciliarnos entre nosotros, con un profundo deseo de construir la armonía en nuestros trabajos, escuelas y, sobre todo, en nuestras familias?

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro

martes, 24 de febrero de 2015

Evangelio según San Mateo 6,7-15.
Jesús dijo a sus discípulos:
Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados.
No hagan como ellos, porque el Padre que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan.
Ustedes oren de esta manera: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre,
que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido.
No nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del mal.
Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes.
Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes.


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

Leer el comentario del Evangelio por :

Beata Teresa de Calcuta (1910-1997), fundadora de las Hermanas Misioneras de la Caridad
No hay mayor amor

La oración de los hijos de Dios

La oración, para que sea fecunda, tiene que brotar del corazón y llegar al corazón de Dios. ¡Mira como Jesús enseñó a sus discípulos a orar! Cada vez que recitamos el Padrenuestro, Dios, -así lo creo yo-, dirige su mirada hacia sus manos, ahí donde nos tiene grabados: “en las palmas de mis manos te tengo tatuado” (Is 49,16) Dios contempla sus manos y nos ve en ellas, acurrucados en ellas. ¡Qué maravilla la ternura de Dios!

¡Oremos, digamos el Padrenuestro! ¡Vivamos el Padrenuestro y seremos santos! En esta oración está todo: Dios, yo misma, el prójimo. Si perdono puedo ser santa, puedo orar. Todo procede de un corazón humilde. Habiendo un corazón humilde sabremos amar a Dios, amarnos a nosotros mismos y amar al prójimo.(Mt 22,37ss). No es nada complicado y, no obstante, nosotros complicamos tanto nuestras vidas, cargándolas de tanta sobrecarga... Un sola cosa cuenta: ser humilde y orar. Cuanto más oréis, mejor lo haréis.

Para un niño no es nada difícil expresar su inteligencia cándida en términos simples  que dicen mucho. Jesús  ¿no dio a comprender a Nicodemo que hay que volverse como un niño? (Jn 3,3). Si oramos según el evangelio, Cristo crecerá en nosotros. ¡Ora con amor, a la manera de los niños, con ardiente deseo de amar mucho y hacer amable al que no es amado.

lunes, 23 de febrero de 2015

El Evangelio de hoy
Mateo 25, 31-46

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Cuando venga el Hijo del hombre, rodeado de su gloria, acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono de gloria. Entonces serán congregadas ante él todas las naciones, y él apartará a los unos de los otros, como aparta el pastor a las ovejas de los cabritos, y pondrá a las ovejas a su derecha y a los cabritos a su izquierda.

Entonces dirá el rey a los de su derecha: ‘Vengan, benditos de mi Padre; tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo; porque estuve hambriento y me dieron de comer, sediento y me dieron de beber, era forastero y me hospedaron, estuve desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, encarcelado y fueron a verme‘. Los justos le contestarán entonces: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o encarcelado y te fuimos a ver?‘ Y el Rey les dirá: ‘Yo les aseguro que, cuando lo hicieron con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicieron‘.

Entonces dirá también a los de su izquierda: ‘Apártense de mí, malditos; vayan al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles; porque estuve hambriento y no me dieron de comer, sediento y no me dieron de beber, era forastero y no me hospedaron, estuve desnudo y no me vistieron, enfermo y encarcelado y no me visitaron‘.

Entonces ellos le responderán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de forastero o desnudo, enfermo o encarcelado y no te asistimos?‘ Y él les replicará: ‘Yo les aseguro que, cuando no lo hicieron con uno de aquellos más insignificantes, tampoco lo hicieron conmigo‘. Entonces irán éstos al castigo eterno y los justos a la vida eterna".

Reflexión
La liturgia nos propone este texto, donde nos enseña que la vida cristiana está cimentada en la caridad, y nos invita a que trabajemos en esta área tan importante de nuestra vida, ya que nuestro juicio finalmente será en base a la caridad.

Y esto no significa que las prácticas religiosas o nuestro conocimiento bíblico o teológico no sean importantes; por supuesto que lo son, pues deben ser un medio para que crezca en nosotros la fe y, con ello, la caridad. Empecemos por cosas simples, por ejemplo, visitar a los miembros de nuestra propia familia.

¿Hace cuánto que no visitas a tus abuelos o tíos que están enfermos o necesitados? ¿Qué calidad de visita es la que practicas con ellos: la clásica visita de doctor? Si no somos capaces de vivir lo más sencillo, atendiendo a nuestra propia familia, qué difícil será que lo hagamos por los demás. No olvidemos que en esto se está decidiendo nuestra felicidad.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro

viernes, 20 de febrero de 2015

El Evangelio de hoy
Mateo 9, 14-15

En aquel tiempo, los discípulos de Juan fueron a ver a Jesús y le preguntaron: "¿Por qué tus discípulos no ayunan, mientras nosotros y los fariseos sí ayunamos?" Jesús les respondió: "¿Cómo pueden llevar luto los amigos del esposo, mientras él está con ellos? Pero ya vendrán días en que les quitarán al esposo, y entonces sí ayunarán".

Reflexión
El ayuno siempre ha tenido el sentido de "privación" y de "renuncia". Veamos hoy el aspecto de la privación. Ayunar consiste, esencialmente, en privarnos del alimento (origen de la palabra), pero en general es referido a cualquier clase de privación. En este pasaje, Jesús busca redimensionar esta práctica religiosa. ¿Cuál es el sentido del ayuno?

Esencialmente: hacerle espacio a Dios en nuestra vida y en nuestro corazón. Por eso, mientras el novio (Jesús) estaba con ellos, no había necesidad de hacerle espacio; cuando Él no está más, es necesario hacerle espacio, para que las cosas de este mundo no terminen llenando el corazón. Dios quiere que el corazón del hombre sea sólo para Él, pero para ello es necesario vaciarlo de todo lo que se va llenando y que le quita espacio a Dios.

Desgraciadamente, en la Iglesia, le hemos dado al ayuno el sentido que tenía para los discípulos de Juan y los fariseos: simplemente una práctica religiosa. En esta Cuaresma, busquemos ayunar de las cosas que le quitan espacio a Dios en nuestra vida para que, al llegar a la Pascua, estemos totalmente llenos de Dios.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro

jueves, 19 de febrero de 2015

Día litúrgico: Jueves después de Ceniza

Texto del Evangelio (Lc 9,22-25): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «El Hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día». Decía a todos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará. Pues, ¿de qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina?».
Comentario: Fray Josep Mª MASSANA i Mola OFM (Barcelona, España)

Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame
Hoy es el primer jueves de Cuaresma. Todavía tenemos fresca la ceniza que la Iglesia nos ponía ayer sobre la frente, y que nos introducía en este tiempo santo, que es un trayecto de cuarenta días. Jesús, en el Evangelio, nos enseña dos rutas: el Via Crucis que Él ha de recorrer, y nuestro camino en su seguimiento.

Su senda es el Camino de la Cruz y de la muerte, pero también el de su glorificación: «El Hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser reprobado (...), ser matado y resucitar al tercer día» (Lc 9,22). Nuestro sendero, esencialmente, no es diferente del de Jesús, y nos señala cuál es la manera de seguirlo: «Si alguno quiere venir en pos de mí...» (Lc 9,23).

Abrazado a su Cruz, Jesús seguía la Voluntad del Padre; nosotros, cargándonos la nuestra sobre los hombros, le acompañamos en su Via Crucis.

El camino de Jesús se resume en tres palabras: sufrimiento, muerte, resurrección. Nuestro sendero también lo constituyen tres aspectos (dos actitudes y la esencia de la vocación cristiana): negarnos a nosotros mismos, tomar cada día la cruz y acompañar a Jesús.

Si alguien no se niega a sí mismo y no toma la cruz, quiere afirmarse y ser él mismo, quiere «salvar su vida», como dice Jesús. Pero, queriendo salvarla, la perderá. En cambio, quien no se esfuerza por evitar el sufrimiento y la cruz, por causa de Jesús, salvará su vida. Es la paradoja del seguimiento de Jesús: «¿De qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina?» (Lc 9,25).

Esta palabra del Señor, que cierra el Evangelio de hoy, zarandeó el corazón de san Ignacio y provocó su conversión: «¿Qué pasaría si yo hiciera eso que hizo san Francisco y eso que hizo santo Domingo?». ¡Ojalá que en esta Cuaresma la misma palabra nos ayude también a convertirnos!

miércoles, 18 de febrero de 2015

El Evangelio de hoy
Mateo 6, 1-6. 16-18.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Tengan cuidado de no practicar sus obras de piedad delante de los hombres para que los vean. De lo contrario, no tendrán recompensa con su Padre celestial.

Por lo tanto, cuando des limosna, no lo anuncies con trompeta, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, para que los alaben los hombres. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. En cambio, cuando tú des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará.

Cuando ustedes hagan oración, no sean como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora ante tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará.

Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como esos hipócritas que descuidan la apariencia de su rostro, para que la gente note que están ayunando. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que no sepa la gente que estás ayunando, sino tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará".

Reflexión
Al iniciar la cuaresma, la Iglesia nos presenta en este evangelio las tres prácticas que están a la base de la vida y la espiritualidad cristiana: el ayuno, la oración y la ayuda a los necesitados. Éstas, si verdaderamente queremos que nos sirvan para alcanzar, o al menos para crecer en la santidad, deben de tener la característica de "hacerse en secreto"; es decir, es algo entre Dios y yo.

El cristiano debe tener, de manera ordinaria, integrados estos ejercicios en su vida. Sin embargo, la cuaresma, como tiempo particular de gracia para profundizar en nuestra conversión, se nos propone como un espacio en nuestra vida para "reforzar" y consolidar nuestra espiritualidad. Por ello, si de ordinario oras quince minutos, la cuaresma será una oportunidad para aumentar tu oración a veinticinco ó treinta minutos; si de ordinario acostumbras ir a misa sólo los domingos, la cuaresma pudiera ser una buena oportunidad para ir al menos otro día adicional entre semana; si yo acostumbro convivir con mi familia una vez a la semana, pues podría ser la oportunidad para aumentar la frecuencia de dichas reuniones.

Utilicemos esta cuaresma para llegar a la Pascua con cambios concretos en nuestra vida, humana y espiritual, que sean signo del poder del resucitado en nosotros, motivo por el cual estaremos de fiesta.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro

lunes, 16 de febrero de 2015

El Evangelio de hoy
Marcos 8, 11-13

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los fariseos y se pusieron a discutir con él, y para ponerlo a prueba, le pedían una señal del cielo. Jesús suspiró profundamente y dijo: "¿Por qué esta gente busca una señal? Les aseguro que a esta gente no se le dará ninguna señal".

Entonces los dejó, se embarcó de nuevo y se fue a la otra orilla.

Reflexión
Una de las ideas del fariseísmo era que esperaban un Mesías "triunfalista", en donde los milagros no fueran el signo de la liberación del hombre del pecado, del dolor y de la angustia, sino el signo del poder de Dios sobre sus enemigos.

Por ello, San Marcos tiene siempre presente en su evangelio ofrecernos la correcta imagen de Jesús. Los fariseos quieren una señal prodigiosa. El problema es que ya se les ha dado, pero no la han reconocido. Esta actitud se mantiene aún en muchos cristianos, que continúan buscando un "súper Mesías" que sea capaz de cumplir todos sus caprichos. Un Mesías que les resuelva la vida a base de milagros y hechos prodigiosos. Son hermanos que siempre andan a la caza de milagros, de apariciones, de todo lo que suena a "extraordinario".

Debemos recordar que nuestro Mesías, Jesús, el Hijo de Dios, se manifiesta de manera discreta en medio de nuestra vida y que ha escogido precisamente lo débil para confundir a los poderosos. ¿Seremos todavía de los que piden a Jesús una señal para creer o para amarlo?

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro

Reflexion para el ambiente laboral

A veces tambien nos resistimos a creer en la gente, en los compañeros de trabajo, en los jefes, porque decimos "lo conozco, no espero nada bueno de el".
Y si bien hay muchos que dan señales de no cambiar más,  Cristo en cambio "no esperes siempre la señal"  y tambien nos dice "no tengas miedo" .
Asi que nos anima a confiar de manera inteligente, atenta pero siempre reservando una pequeña cuota de confianza dado que "ninguna oveja esta perdida" para El.

Dios nos bendiga.
Hugo Molinas
Catequista y Coach católico

miércoles, 11 de febrero de 2015

El Evangelio de hoy
Marcos 7, 14-23

En aquel tiempo, Jesús llamó de nuevo a la gente y les dijo: "Escúchenme todos y entiéndanme. Nada que entre de fuera puede manchar al hombre; lo que sí lo mancha es lo que sale de dentro".

Cuando entró en una casa para alejarse de la muchedumbre, los discípulos le preguntaron qué quería decir aquella parábola. Él les dijo: "¿Ustedes también son incapaces de comprender? ¿No entienden que nada de lo que entra en el hombre desde afuera puede contaminarlo, porque no entra en su corazón, sino en el vientre y después, sale del cuerpo?" Con estas palabras declaraba limpios todos los alimentos.

Luego agregó: "Lo que sí mancha al hombre es lo que sale de dentro; porque del corazón del hombre salen las intenciones malas, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, las codicias, las injusticias, los fraudes, el desenfreno, las envidias, la difamación, el orgullo y la frivolidad. Todas estas maldades salen de dentro y manchan al hombre".

Reflexión
Jesús continúa insistiendo en lo que es verdaderamente importante para la vida del hombre. Lo exterior es importante, pero lo es más el interior. Ahora bien, ¿qué es lo que sale del hombre?

En otra ocasión dijo Jesús: "De la boca sale lo que abunda en el corazón" y además: "El árbol bueno no puede dar frutos malos". Con esta instrucción no sólo declara lícitos todos los alimentos, sino que nos previene del tipo de alimentos que verdaderamente pueden dañar al hombre, y son aquellos con los que alimentamos nuestro corazón (es decir, nuestra imaginación, pensamiento, memoria, sentimientos).

Por ello tengamos cuidado del tipo de espectáculos, revistas y programas de televisión que vemos, de nuestras conversaciones. Sería bueno que hoy nos preguntásemos qué tipo de alimentos estamos dejando entrar en nuestro corazón.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro

martes, 10 de febrero de 2015

El Evangelio de hoy
Marcos 7, 1-13

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los fariseos y algunos escribas venidos de Jerusalén. Viendo que algunos de los discípulos de Jesús comían con las manos impuras, es decir, sin habérselas lavado, los fariseos y los escribas le preguntaron: "¿Por qué tus discípulos comen con manos impuras y no siguen la tradición de nuestros mayores?" (Los fariseos y los judíos, en general, no comen sin lavarse antes las manos hasta el codo, siguiendo la tradición de sus mayores; al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones, y observan muchas otras cosas por tradición, como purificar los vasos, las jarras y las ollas).

Jesús les contestó: "¡Qué bien profetizó Isaías sobre ustedes, hipócritas, cuando escribió: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. Es inútil el culto que me rinden, porque enseñan doctrinas que no son sino preceptos humanos. Ustedes dejan a un lado el mandamiento de Dios, para aferrarse a las tradiciones de los hombres".

Después añadió: "De veras son ustedes muy hábiles para violar el mandamiento de Dios y conservar su tradición. Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre. El que maldiga a su padre o a su madre, morirá. Pero ustedes dicen: ‘Si uno dice a su padre o a su madre: Todo aquello con que yo te podría ayudar es corbán (es decir, ofrenda para el templo), ya no puede hacer nada por su padre o por su madre‘. Así anulan la palabra de Dios con esa tradición que se han transmitido. Y hacen muchas cosas semejantes a ésta".

Reflexión
El texto de hoy se centra en la unidad que debe haber entre fe y vida. Los fariseos adoptan una postura que, a la vista de los demás, aparenta fidelidad y cumplimiento a la ley, pero en realidad su corazón está lejos de Dios.

Y esta es la triste realidad de muchos cristianos que aparentan ser fieles cumplidores de la ley; van a misa los domingos, en las asambleas de oración hacen largas oraciones, se encargan de recoger la limosna en la misa, cumplen con lo marcado con la ley; sin embargo, en sus casas son déspotas, intransigentes, criticones y malcriados, asisten a espectáculos inconvenientes. Dice el Señor: "Este pueblo me honra con los labios pero su corazón está lejos de mí".

Es necesario que volvamos a unir la fe y la vida. Que sin dejar de hacer lo que la ley nos invita a hacer, no sea una práctica externa sino el resultado de la relación íntima y personal con Dios; que sea la manifestación externa de nuestro ser poseído por el Espíritu Santo. Pensemos por un momento ¿qué es lo que nos mueve a nuestras prácticas religiosas, la ley o el amor a Dios y a los hermanos?

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro

lunes, 9 de febrero de 2015

Texto del Evangelio (Mc 6,53-56): En aquel tiempo, cuando Jesús y sus discípulos hubieron terminado la travesía, llegaron a tierra en Genesaret y atracaron. Apenas desembarcaron, le reconocieron en seguida, recorrieron toda aquella región y comenzaron a traer a los enfermos en camillas adonde oían que Él estaba. Y dondequiera que entraba, en pueblos, ciudades o aldeas, colocaban a los enfermos en las plazas y le pedían que les dejara tocar la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaban salvados.
Comentario: Fr. John GRIECO (Chicago, Estados Unidos)

Cuantos la tocaron [la orla de su manto] quedaban salvados
Hoy, en el Evangelio del día, vemos el magnífico "poder del contacto" con la persona de Nuestro Señor: «Colocaban a los enfermos en las plazas y le pedían que tocaran siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaban salvados» (Mc 6,56). El más mínimo contacto físico puede obrar milagros para aquellos que se acercan a Cristo con fe. Su poder de curar desborda desde su corazón amoroso y se extiende incluso a sus vestidos. Ambos, su capacidad y su deseo pleno de curar, son abundantes y de fácil acceso.

Este pasaje puede ayudarnos a meditar cómo estamos recibiendo a Nuestro Señor en la Sagrada Comunión. ¿Comulgamos con la fe de que este contacto con Cristo puede obrar milagros en nuestras vidas? Más que un simple tocar «la orla de su manto», nosotros recibimos realmente el Cuerpo de Cristo en nuestros cuerpos. Más que una simple curación de nuestras enfermedades físicas, la Comunión sana nuestras almas y les garantiza la participación en la propia vida de Dios. San Ignacio de Antioquía, así, consideraba a la Eucaristía como «la medicina de la inmortalidad y el antídoto para prevenirnos de la muerte, de modo que produce lo que eternamente nosotros debemos vivir en Jesucristo».

El aprovechamiento de esta "medicina de inmortalidad" consiste en ser curados de todo aquello que nos separa de Dios y de los demás. Ser curados por Cristo en la Eucaristía, por tanto, implica superar nuestro ensimismamiento. Tal como enseña Benedicto XVI, «Nutrirse de Cristo es el camino para no permanecer ajenos o indiferentes ante la suerte de los hermanos (…). Una espiritualidad eucarística, entonces, es un auténtico antídoto ante el individualismo y el egoísmo que a menudo caracterizan la vida cotidiana, lleva al redescubrimiento de la gratuidad, de la centralidad de las relaciones, a partir de la familia, con particular atención en aliviar las heridas de aquellas desintegradas».

Igual que aquellos que fueron curados de sus enfermedades tocando sus vestidos, nosotros también podemos ser curados de nuestro egoísmo y de nuestro aislamiento de los demás mediante la recepción de Nuestro Señor con fe.
Fuente evangeli.net

sábado, 7 de febrero de 2015

Texto del Evangelio (Mc 6,30-34): En aquel tiempo, los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y lo que habían enseñado. Él, entonces, les dice: «Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco». Pues los que iban y venían eran muchos, y no les quedaba tiempo ni para comer. Y se fueron en la barca, aparte, a un lugar solitario. Pero les vieron marcharse y muchos cayeron en cuenta; y fueron allá corriendo, a pie, de todas las ciudades y llegaron antes que ellos. Y al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.

Reflexion

Cuantas veces nos ha pasado. Decimos: ¡solo quiero que me den 5 minutos para descansar!
Y aparecen los hijos pidiendo cosas, los amigos precisando favores, los compañeros pidiendo auxilio en las tareas, los clientes reclamando cosas... y no nos dejan descansar.

Y Jesús?  Que hizo cuando le ocurrió esto?
El se quejo? El dijo "caramba déjenos descansar un momento al menos"?
Jesús nos enseña la actitud a imitar: tener compasión de ellos.

Siempre queda un resto de energia mas para Ayudar, el Espíritu Santo nos proveera de la compasión y paciencia que necesitamos para ser como Jesús: "Servir en el  cansancio"
Como decia la Madre Teresa, "dar hasta que duela".

Dios proveerá luego del tiempo de descanso cuando sea oportuno... no te preocupes.

Dios nos bendiga.
Un abrazo en XTO

Hugo Molinas
Catequista y Coach Catolico

viernes, 6 de febrero de 2015

El Evangelio de hoy
Marcos 6, 14-29

En aquel tiempo, como la fama de Jesús se había extendido tanto, llegó a oídos del rey Herodes el rumor de que Juan el Bautista había resucitado y sus poderes actuaban en Jesús. Otros decían que era Elías; y otros, que era un profeta, comparable a los antiguos. Pero Herodes insistía: "Es Juan, a quien yo le corté la cabeza, y que ha resucitado".

Herodes había mandado apresar a Juan y lo había metido y encadenado en la cárcel. Herodes se había casado con Herodías, esposa de su hermano Filipo, y Juan le decía: "No te está permitido tener por mujer a la esposa de tu hermano". Por eso Herodes lo mandó encarcelar.

Herodías sentía por ello gran rencor contra Juan y quería quitarle la vida; pero no sabía cómo, porque Herodes miraba con respeto a Juan, porque sabía que era un hombre recto y santo, y lo tenía custodiado. Cuando lo oía hablar, quedaba desconcertado, pero le gustaba escucharlo.

La ocasión llegó cuando Herodes dio un banquete a su corte, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea, con motivo de su cumpleaños. La hija de Herodías bailó durante la fiesta y su baile les gustó mucho a Herodes y a sus invitados. El rey le dijo entonces a la joven: "Pídeme lo que quieras y yo te lo daré". Y le juró varias veces: "Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino".

Ella fue a preguntarle a su madre: "¿Qué le pido?" Su madre le contestó: "La cabeza de Juan el Bautista". Volvió ella inmediatamente junto al rey y le dijo: "Quiero que me des ahora mismo, en una charola, la cabeza de Juan el Bautista".

El rey se puso muy triste, pero debido a su juramento y a los convidados, no quiso desairar a la joven, y enseguida mandó a un verdugo, que trajera la cabeza de Juan. El verdugo fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una charola, se la entregó a la joven y ella se la entregó a su madre.

Al enterarse de esto, los discípulos de Juan fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.

Reflexión
En el primer párrafo del evangelio de hoy vemos cómo la gente se preguntaba quién era Jesús y tenían para ello las más diversas respuestas: que era un profeta, que era Elías,  que era alguien con el poder de Juan pero Herodes pensaba que era juan el bautista que había vuelto de la muerte para torturarlo.
Cuántas veces nos pasa así que tenemos una excelente noticia frente a nosotros, una buena noticia y la culpa nos hace encontrarle significados retorcidos y oscuros en vez de ver el lado positivo luminoso bello de la situación.
Este es el efecto de la culpa el remordimiento de conciencia y es la consecuencia de vivir una vida haciendo lo que sabemos qué está mal.
La solución es dejar el pecado dejar de hacer lo que sabemos que está mal, por más doloroso que sea y por más que cueste. Jesús puede ayudarnos a cambiar de vida a liberarnos del pasado, arrepentirnos, dejar atrás la culpa y a vivir en la alegría y en la paz.

Entrégale a Dios tu corazón y sé feliz. Cambia de vida.

Dios nos bendiga.

Hugo Molinas
Catequista y Coach Catolico

jueves, 5 de febrero de 2015

Texto del Evangelio (Mc 6,7-13): En aquel tiempo, Jesús llamó a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus inmundos. Les ordenó que nada tomasen para el camino, fuera de un bastón: ni pan, ni alforja, ni calderilla en la faja; sino: «Calzados con sandalias y no vistáis dos túnicas». Y les dijo: «Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta marchar de allí. Si algún lugar no os recibe y no os escuchan, marchaos de allí sacudiendo el polvo de la planta de vuestros pies, en testimonio contra ellos». Y, yéndose de allí, predicaron que se convirtieran; expulsaban a muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.


Reflexión


Si tuviesemos que seguir las palabras de Jesús al pie de la letra, todos a partir de hoy deberíamos andar de sandalias y con una sola muda de ropa. Se imaginan?

La Iglesia nos enseña, en el Espiritu Santo, a interpretar las palabras de Jesús en su Espíritu. Por ello sabemos que en la ocasión del pasaje del Evangelio de hoy, JEsús estaba enviando a sus discípulos a evangelizar y es en este contexto donde los envía con "casi" nada, para que experimenten lo que es Vivir de la Providencia de Dios mientras evangelizamos.

Si conoces a Dios, si para ti es el Señor y te hace feliz su Fe, debes contarle a otros. Ese contarle a otros es Evangelizar y está en manos de Dios, porque nosotros debemos (como en el Evangelio de hoy) salir y andar, proclamar, vivir pero Dios es el que hace que la semilla germine.

Hay algunos que no aceptarán, y debemos respetar su libertad. Sacudirnos el polvo de nuestras sandalias es decir "Bueno, conste, que yo te avisé y te dí el mensaje que Dios tiene para tí. El Señor te bendiga en tu camino."

Otros muchos aceptarán y serán curados. En el cuerpo y en el alma.

Bendito sea Dios.




Dios nos bendiga.

Un abrazo en XTO.




Hugo Molinas - Catequista y Coach Católico

martes, 3 de febrero de 2015

El Evangelio de hoy
Marcos 5, 21-43

En aquel tiempo, cuando Jesús regresó en la barca al otro lado del lago, se quedó en la orilla y ahí se le reunió mucha gente. Entonces se acercó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo. Al ver a Jesús, se echó a sus pies y le suplicaba con insistencia: "Mi hija está agonizando. Ven a imponerle las manos para que se cure y viva". Jesús se fue con él, y mucha gente lo seguía y lo apretujaba.

Entre la gente había una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y había gastado en eso toda su fortuna, pero en vez de mejorar, había empeorado. Oyó hablar de Jesús, vino y se le acercó por detrás entre la gente y le tocó el manto, pensando que, con sólo tocarle el vestido, se curaría. Inmediatamente se le secó la fuente de sus hemorragias y sintió en su cuerpo que estaba curada.

Jesús notó al instante que una fuerza curativa había salido de él, se volvió hacia la gente y les preguntó: "¿Quién ha tocado mi manto?" Sus discípulos le contestaron: "Estás viendo cómo te empuja la gente y todavía preguntas: «¿Quién me ha tocado?»" Pero él seguía mirando alrededor, para descubrir quién había sido. Entonces se acercó la mujer, asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado; se postró a sus pies y le confesó la verdad. Jesús la tranquilizó, diciendo: "Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y queda sana de tu enfermedad".

Todavía estaba hablando Jesús, cuando unos criados llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle a éste: "Ya se murió tu hija. ¿Para qué sigues molestando al Maestro?" Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: "No temas, basta que tengas fe". No permitió que lo acompañaran más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago.

Al llegar a la casa del jefe de la sinagoga, vio Jesús el alboroto de la gente y oyó los llantos y los alaridos que daban. Entró y les dijo: "¿Qué significa tanto llanto y alboroto? La niña no está muerta, está dormida". Y se reían de él.

Entonces Jesús echó fuera a la gente, y con los padres de la niña y sus acompañantes, entró a donde estaba la niña. La tomó de la mano y le dijo: "¡Talitá, kum!", que significa: "¡Óyeme, niña, levántate!" La niña, que tenía doce años, se levantó inmediatamente y se puso a caminar. Todos se quedaron asombrados. Jesús les ordenó severamente que no lo dijeran a nadie y les mandó que le dieran de comer a la niña.

Reflexión
Dos excelentes pasajes unidos en un solo relato en donde podemos ver la importancia de la fe. El elemento que hace posible la acción de Dios, incluso de manera extraordinaria, es la fe. Pero tiene que ser una fe como la que nos muestra el evangelio de hoy.

Una fe que desafía todo y se lanza a tocar a Jesús; o en el caso de los padres de la niña, quienes, no obstante la evidencia de la muerte de la niña, dejan que Jesús haga las cosas a su manera. Creer significa confiar aun ante la evidencia contraria; creer significa tomar los riesgos de ser criticados, creer es actuar, diría el apóstol Santiago. Muchas veces nuestra fe queda sólo a nivel de razón y no de actuación.

La verdadera fe es notoria pues expresa, sin lugar a dudas, la confianza y el abandono total en Dios. ¿Cómo es tu fe? ¿Es una fe intelectual o es una fe que ante la evidencia contraria continua diciendo: No entiendo Señor, pero creo que tú me amas y que harás lo que sea mejor para mí y para los míos?

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro

Meditacion para la oficina 

Hoy Jesus nos muestra cómo sigue adelante a pesar de las burlas de toda la gente. Intenta ayudar a peasar que se burlan de él.  

Cuantas veces hemos callado por vergüenza al " que diran"? O por temor al juicio de los vecinos o los compañeros de trabajo?

No tengamos miedo ni vergüenza. Dios nos manda a resucitar muertos, a dar vida. Es nuestra misión. 

Dios nos bendiga.

Hugo Molinas - Catequista y Coach Catolico


lunes, 2 de febrero de 2015

El Evangelio de hoy
Lucas 2, 22-40

Transcurrido el tiempo de la purificación de María, según la ley de Moisés, ella y José llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley: Todo primogénito varón será consagrado al Señor, y también para ofrecer, como dice la ley, un par de tórtolas o dos pichones.

Vivía en Jerusalén un hombre llamado Simeón, varón justo y temeroso de Dios, que aguardaba el consuelo de Israel; en él moraba el Espíritu Santo, el cual le había revelado que no moriría sin haber visto antes al Mesías del Señor. Movido por el Espíritu, fue al templo, y cuando José y María entraban con el niño Jesús para cumplir con lo prescrito por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios, diciendo:

"Señor, ya puedes dejar morir en paz a tu siervo,
según lo que me habías prometido,
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
al que has preparado para bien de todos los pueblos;
luz que alumbra a las naciones
y gloria de tu pueblo, Israel".

El padre y la madre del niño estaban admirados de semejantes palabras. Simeón los bendijo, y a María, la madre de Jesús, le anunció: "Este niño ha sido puesto para ruina y resurgimiento de muchos en Israel, como signo que provocará contradicción, para que queden al descubierto los pensamientos de todos los corazones. Y a ti, una espada te atravesará el alma".

Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana. De joven, había vivido siete años casada y tenía ya ochenta y cuatro años de edad. No se apartaba del templo ni de día ni de noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones.

Ana se acercó en aquel momento, dando gracias a Dios y hablando del niño a todos los que aguardaban la liberación de Israel.

Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y fortaleciéndose, se llenaba de sabiduría y la gracia de Dios estaba con él.

Reflexión
El evangelio de hoy nos muestra la importancia de nuestras visitas al templo. Fue precisamente en el templo en donde tanto Simeón como Ana tuvieron la gracia de encontrarse con "el Salvador".

Muchos hombres y mujeres han encontrado este mismo prodigio que ha cambiado toda su vida. La participación en la Eucaristía es importante, incluso vital para la vida espiritual. Por ello, si tú sientes que no has tenido aún un encuentro personal con Jesús, o quisieras que éste fuera aún mayor y más profundo, como el de Simeón y de Ana, un buen lugar para tenerlo es en el templo. Jesús está siempre esperando en el Santísimo (Sagrario).

Ciertamente que el templo no es el único lugar para encontrarse con Dios, pero es el lugar en donde de manera especial Dios ha querido encontrarse con el hombre, podríamos decir que es el lugar privilegiado para la revelación de Dios al corazón del hombre. Si en tu ir y venir diario pasas cerca de una Iglesia, date tiempo para orar un rato ahí, muchas cosas en tu vida pueden cambiar.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro