miércoles, 30 de noviembre de 2016

El eligió a hombres humildes, pobres, sencillos, sin una gran formación académica, sin influencias, talvez, así nos imaginamos a Pedro, “rudos”, sin formación teológica, porque los hombres no se arrepienten ni se convierten con argumentos y palabras humanas, sino que por la gracia de Dios.



Mateo 4, 18-22
En aquel tiempo, pasando Jesús junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo:
-«Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.» Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.


1.      VIO DOS HERMANOS PESCADORES Y LOS ELIGIÓ MIRANDO SUS CORAZONES
Jesús caminaba a orillas del mar de Galilea, este es el mismo lago de Genezaret o también conocido como el mar de Tiberíades. En esta oportunidad, vio dos hermanos pescadores y los eligió mirando sus corazones. Los llamó cuando estaban en su trabajo diario, la pesca, y ellos los siguieron.
Jesús no eligió gente especial, como soberanos, intelectuales o filósofos. Jesucristo elige hombres sencillos, pescadores, hombres de trabajo. Jesús sabe bien a quien elige y porque lo elige, en esta ocasión hombres que echan la red al mar sin saber que tipos de pescados sacaran. Del mismo modo cuando un predicador arroja sus palabras sobre los hombres, no conoce de antemano quienes se acercarán a Dios.
2.      ALGUNOS DATOS INTERESANTES
El “mar de Galilea,” Genezaret, tiene 21 km . de N. a S., y 12 de E. a O.; su superficie es de 170 km2 32. En la época de Cristo, una sola de sus ciudades, Tariquea, tenía 230 pequeñas barcas.
El encuentro de Jesucristo con sus próximos discípulos debe de ser en Cafarnaúm (Mc 1:21.29); éstos “arrojaban la red al mar.” Se conoce que el tipo actual de red (shabakah), es de forma circular y que los pescadores arrojan en círculo. A esto debe de responder el término de Mc 1:16. Los dos grupos de discípulos están en las barcas.
3.      PESCADORES DE HOMBRES
El llamamiento que Jesucristo les hace es para ser “pescadores de hombres.” La frase tiene sentido “escatológico” (Mt 13:47-49). Los discípulos van a congregar a los seres humanos para su ingreso en el Reino. Al punto le “siguieron,” término rabínico para expresar el discipulado.
Marcos dice que el padre de Juan y Santiago estaba en la barca con “jornaleros”, gentes a sueldo. En cambio, estos grupos binarios de hermanos no eran simplemente “compañeros” (Mc 5:10) en sus faenas de mar, pues Juan y Santiago eran “participantes”, “socios” de Simón-Pedro, seguramente en sus gastos y beneficios, como se hace hoy. Los papiros testifican estas costumbres con la misma palabra de “socios”. El hecho de “dejar las redes” allí y “seguir” a Jesús no parece exigir un completo desprendimiento material de toda su familia y bienes. Se los verá, en ocasiones, residir en su hogar, y, después de la resurrección de Jesucristo, volver a Galilea a sus faenas. Un ejemplo bien concreto es Mateo, que en su “vocación” sigue a Jesucristo, y luego aparece en su casa dando un banquete a Jesús.
4.      ELLOS DEJARON LAS REDES Y LO SIGUIERON
Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca con Zebedeo, su padre, arreglando las redes; y Jesús los llamó. Inmediatamente, ellos dejaron la barca y a su padre, y lo siguieron. San Marcos nos añade un dato de interés, “ellos, dejando en la barca a su padre Zebedeo con los jornaleros, lo siguieron”. Esto puede significar que dentro de la modestia de pescador de Galilea, tenía más recursos para pescar, por eso tenían jornaleros, que eran pagados para hacer esta faena.
Pero, no debemos vivir para la cosas, debemos hacerlo para los hombres y en primer lugar para Dios. Es decir las cosas sirven, pero no para adorarlas, las cosas están en orden a los hombres y los hombres en orden a Dios.
Inmediatamente al oír de Jesús “Síganme, y yo los haré pescadores de hombres”, Pedro y Andrés dejaron sus redes y lo siguieron. Para ellos, la redes eran toda su herramienta de trabajo, por ellas lograban su sustento. Sin embargo no dudaron y siguieron a Jesús. Así, Jesús, prolonga a través de los hombres su predicación. Hombres elegidos para ser profetas y sus apóstoles.
5.      SEGUIR A JESUS
Según entendemos los que nos relata el evangelio, Pedro y Andrés respondieron de inmediato, y Santiago y Juan, dejaron a su padre, así nos indica que para seguir a Jesús, se debe renunciar a todo aquello que se opone a su seguimiento.
Así es como Jesús sabe bien a quien elige y porque lo elige, en esta ocasión hombres que echan la red al mar sin saber que tipos de pescados sacaran. Del mismo modo cuando un predicador arroja sus palabras sobre los hombres, no conoce de antemano quienes se acercarán a Dios.
6.      TENEMOS LA GRAN OPORTUNIDAD DE SEGUIR A JESÚS
Pero también hay algo muy importante para todos nosotros, las características de los discípulos elegidos por el Señor. Esto nos sirve para que no tengamos temor y no pensemos que tenemos que superdotados en conocimientos para seguir a Jesús. El eligió a hombres humildes, pobres, sencillos, sin una gran formación académica, sin influencias, talvez, así nos imaginamos a Pedro, “rudos”, sin formación teológica, porque los hombres no se arrepienten ni se convierten con argumentos y palabras humanas, sino que por la gracia de Dios.
Entonces, nosotros, somos hombres predilectos del Señor, descubramos en nosotros mismos ese llamado, con la misma rapidez que los apóstoles y sigamos tras los pasos de Jesús. Nuestro apostolado, exige menos renuncia que el de los apóstoles y lo podemos ejercer del mismo lugar en el cual nos desempeñamos, en el trabajo, la escuela, el vecindario, la familia y los amigos.
Tenemos la gran oportunidad de seguir a Jesús, hagámoslo íntimamente en lo personal, y como apóstol entre los hombres.
Vivamos unidos en la oración

martes, 29 de noviembre de 2016

Qué lindo descubrir también que el Señor quiere mover nuestro corazón para alabar al Padre y alabarlo porque descubrimos cuantas cosas el Señor nos revela, nos muestra... y alabarlo también porque descubrimos que Él nos invita hacer de aquellos pequeños, que se dejan enseñar, que se dejan guiar y conducir por Él.

Evangelio según San Lucas 10,21-24


"En aquel momento Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo: "Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, como nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar". Después, volviéndose hacia sus discípulos, Jesús les dijo a ellos solos: "¡Felices los ojos que ven lo que ustedes ven! ¡Les aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron!".

Palabra de Dios

 Reflexión: P. Mariano Cortés Asesor de la Pastoral Juvenil de la Diócesis de 9 de Julio


La liturgia nos propone para hoy el texto del evangelio de Lucas en donde vemos a Jesús que alaba al Padre “Te alabo Padre, Señor del cielo y tierra, porque haber ocultado estas cosas a los sabios y prudentes y habérselas revelado a los pequeños” dice Jesús.

 Qué lindo descubrir también que el Señor quiere mover nuestro corazón para alabar al Padre y alabarlo porque descubrimos cuantas cosas el Señor nos revela, nos muestra... y alabarlo también porque descubrimos que Él nos invita hacer de aquellos pequeños, que se dejan enseñar, que se dejan guiar y conducir por Él.

Por eso hoy te propongo que te preguntes en primer lugar ¿Cuales son? ¿Por qué te sentís invitado a alabar a Dios? ¿Por qué alabarías al Señor en este momento? Y también preguntarte ¿Cuáles son aquellas cosas que el Señor te ha revelado, te ha mostrado, que vos conoces y que tal vez deberías hacérselas saber a los demás.

Que el Señor te de la gracia de ser de aquellos pequeños que conocen la revelación, que lo conocen en intimidad , que saben quién es y que por eso pueden hablar de Él. Te dejo con la Palabra de Dios, para que ilumine tu vida y con mi bendición en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, amén.

lunes, 28 de noviembre de 2016

Jesús no encontró en Israel a nadie con tanta fe, ¿cómo puedo aprender a vivir una fe similar?
¿Cómo puede afectar a mi vida de fe la convicción del centurión de su indignidad y, al mismo tiempo, su confianza en Jesús?


Lectura del santo evangelio según san Mateo 8,5-11:
En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole: «Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho.»
Jesús le contestó: «Voy yo a curarlo.»
Pero el centurión le replicó: «Señor, no soy quien para que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y m¡ criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace.»
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos.»

  • Adviento humano

El Adviento que, litúrgicamente, empezamos ayer, lo encontramos simbolizado hoy en la postura y conducta del Centurión. Ignoramos cómo había llegado al conocimiento de Jesús, pero su proceder no admite fisuras. Acude porque espera; y espera porque confía.
Este es el modelo que nos ofrece la liturgia al comenzar la andadura del Adviento: la singularidad de una persona, en este caso un centurión romano, que ha comprendido el papel esencial de la fe y que obra consecuentemente.
Jesús no escribió tratado alguno sobre la fe; el Evangelio no es una colección de tesis doctrinales para que los cristianos sepamos qué es lo que tenemos que memorizar, creer y practicar. El Evangelio es un compendio de encuentros de personas con Jesús, o quizá mejor de Jesús que propicia el hacerse el encontradizo con ellas; y en esos encuentros surgen actitudes y valores que son el alimento de los que hoy intentamos encontrarnos con él.
  • Adviento divino

Nuestro Adviento humano se basa en el Adviento de Jesús. El mismo Adviento que experimentó el Centurión al ver a Jesús que entraba en Cafarnaúm, que llegaba a él, aunque no fuera judío ni “oficialmente” creyente.
Nosotros, creyentes, practicantes y seguidores de Jesús que sigue entrando simbólicamente en nuestro Cafarnaúm particular, buscamos la actitud de aquel romano, esperando que Jesús tenga con nosotros la misma compasión. Y, porque sabemos que él no falla, nos fijamos brevemente en lo que creo más significativo de la postura del Centurión.
A mí lo que más me llama la atención es que este hombre no grita ante Jesús como los leprosos y los ciegos, sólo pide con una autenticidad inequívoca, no por él, sino por un siervo que dependía de él. ¿Cómo llegó no ya a comprender sino a practicar que ante Dios hay que hacerse servidores incluso de los que dependen de nosotros? Nosotros recordamos siempre la consigna de Jesús: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado” (Jn 13,34), pero lo admirable es que esta persona lo practicara de esta forma.
Entremos en nuestro Adviento con las actitudes del Centurión. Y, con esas actitudes, pidamos por nosotros, y, sobre todo, por los que están más necesitados que nosotros.
Jesús no encontró en Israel a nadie con tanta fe, ¿cómo puedo aprender a vivir una fe similar?
¿Cómo puede afectar a mi vida de fe la convicción del centurión de su indignidad y, al mismo tiempo, su confianza en Jesús?

 

Fray Hermelindo Fernández RodríguezFray Hermelindo Fernández Rodríguez
La Virgen del Camino
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viernes, 25 de noviembre de 2016

Tenemos que estar atentos a los signos de los tiempos. El Reino está cerca...


Lectura del santo evangelio según san Lucas 21,29-33:
 En aquel tiempo puso Jesús una comparación a sus discípulos: «Fijaos en la higuera o en cualquier árbol: cuando echan brotes, os basta verlos para saber que la primavera está cerca. Pues cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el Reino de Dios. Os aseguro que, antes que pase esta generación, todo eso se cumplirá. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán.»
Palabra del Señor

Comentario al Evangelio del viernes, 28 de noviembre de 2014

Cuando veáis que sucede esto, sabed que el Reino de Dios está cerca
Hoy somos invitados por Jesús a ver las señales que se muestran en nuestro tiempo y época y, a reconocer en ellas la cercanía del Reino de Dios. La invitación es para que fijemos nuestra mirada en la higuera y en otros árboles —«Mirad la higuera y todos los árboles» (Lc 21,29)— y para fijar nuestra atención en aquello que percibimos que sucede en ellos: «Al verlos, sabéis que el verano está ya cerca» (Lc 21,30). Las higueras empezaban a brotar. Los brotes empezaban a surgir. No era apenas la expectativa de las flores o de los frutos que surgirían, era también el pronóstico del verano, en el que todos los árboles \"empiezan a brotar\".
Según Benedicto XVI, «la Palabra de Dios nos impulsa a cambiar nuestro concepto de realismo». En efecto, «realista es quien reconoce en el Verbo de Dios el fundamento de todo». Esa Palabra viva que nos muestra el verano como señal de proximidad y de exuberancia de la luminosidad es la propia Luz: «Cuando veáis que sucede esto, sabed que el Reino de Dios está cerca» (Lc 21,31). En ese sentido, «ahora, la Palabra no sólo se puede oír, no sólo tiene una voz, sino que tiene un rostro (...) que podemos ver: Jesús de Nazaret» (Benedicto XVI).

La comunicación de Jesús con el Padre fue perfecta; y todo lo que Él recibió del Padre, Él nos lo dio, comunicándose de la misma forma con nosotros. De esta manera, la cercanía del Reino de Dios, —que manifiesta la libre iniciativa de Dios que viene a nuestro encuentro— debe movernos a reconocer la proximidad del Reino, para que también nosotros nos comuniquemos con el Padre por medio de la Palabra del Señor —Verbum Domini—, reconociendo en todo ello la realización de las promesas del Padre en Cristo Jesús.
Diácono D. Evaldo PINA FILHO (Brasilia, Brasil)

jueves, 24 de noviembre de 2016

Por eso en medio de las tempestades, sequedades, esterilidades de la vida,  el cristiano vive de esa virtud ... la esperanza.





Lectura del santo evangelio según san Lucas 21,20-28:
"Cuando vean a Jerusalén sitiada por los ejércitos, sepan que su ruina está próxima. Los que estén en Judea, que se refugien en las montañas; los que estén dentro de la ciudad, que se alejen; y los que estén en los campos, que no vuelvan a ella. Porque serán días de escarmiento, en que todo lo que está escrito deberá cumplirse. ¡Ay de las que estén embarazadas o tengan niños de pecho en aquellos días! Será grande la desgracia de este país y la ira de Dios pesará sobre este pueblo. Caerán al filo de la espada, serán llevados cautivos a todas las naciones, y Jerusalén será pisoteada por los paganos, hasta que el tiempo de los paganos llegue a su cumplimiento. Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, los pueblos serán presa de la angustia ante el rugido del mar y la violencia de las olas. Los hombres desfallecerán de miedo por lo que sobrevendrá al mundo, porque los astros se conmoverán. Entonces se verá al Hijo del hombre venir sobre una nube, lleno de poder y de gloria. Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación".

Palabra de Dios




Reflexión: Monseñor Luis Alberto Fernandez Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Buenos Aires


El creyente cristiano debe ser consciente que la existencia tiene sentido, que su vida tiene sentido, que no se puede vivir sin tener exigencias, sin asumir responsabilidades en la vida.


En la vida vamos madurando, desde aquella pequeña semilla del amor del varón y la mujer, nuestros padres, hasta esa plenitud que no sólo está en lo físico, en lo intelectual, en lo psíquico, sino esa madurez fundamental que se da en la plenitud espiritual y que se alcanza con la sabiduría; que la va dando, es cierto, el paso del tiempo, la experiencia de los años, pero mucho más lo va haciendo la cercanía y la amistad con Jesús, que crece día a día. Es en esa amistad con Él que nos enseña a asumir la vida con fe, haciendo el camino cada día, con la certeza de su presencia viendo y sintiéndonos amados, aún en medio de las pruebas y dificultades de cada instante, pero que en el fondo caminamos confiados, como viendo y sintiendo al que invisible permanece al lado nuestro, más real que nosotros y nos anima.

Por eso en medio de las tempestades, sequedades, esterilidades de la vida,  el cristiano vive de esa virtud, la esperanza. Sumergidos en ese mar sin límites del infinito amor de Dios y desplegamos nuestra vida serenamente, dejándonos llevar por el viento ardoroso del Espíritu y guiados y conducidos por ese único timonel, Jesucristo, que va llevando nuestra vida, como una barca hasta el puerto tan deseado que es la casa del Padre.

Por eso nos dice Jesús en el Evangelio de hoy  “Tengan ánimo y levanten la cabeza”; como nos decía el Papa Juan Pablo II en aquella visita a los argentinos “Argentina, levántate y camina”.


No son tiempos los nuestros para bajonearnos o andar de brazos cruzados viviendo de arriba, de nuestros padres, o de conquistas pasadas de nuestros abuelos. Hoy se nos pide, y en especial a los jóvenes vivir con una vida plena, buscando, yendo hacia los hermanos que también esperan que alguien les diga que existe una vida plena, llena de sentido, que te libera de las esclavitudes, de la droga, de la violencia, de la injusticia, de la exclusión, donde a veces nos sentimos como sobrantes de esta sociedad.


Qué lindo queridos jóvenes que así como solés hacer, ayudes, no sólo a levantarte vos, sino también con alegría, con tu estudio, con tu canto, con tu trabajo solidario, cuando misionas o cuando ayudas a levantar esos techos a los que están sin vivienda, cuando vas de campamento y vivís con alegría o ayudas a un anciano; respetas la pureza de tu cuerpo y de tu novia/o, queriendo formar una familia en serio. No dudes que con Jesús estás liberando en serio esta Argentina y este mundo.

miércoles, 23 de noviembre de 2016

Crezcamos todos los días en la fuerza de voluntad, en la perseverancia y en la tenacidad especialmente en la consecución de nuestros propósitos, esto nos permitirá ser fieles al Evangelio en toda circunstancia. 



 
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 21, 12-19:

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Los perseguirán y los apresarán, los llevarán a los tribunales y a la cárcel, y los harán comparecer ante reyes y gobernantes por causa mía. Con esto ustedes darán testimonio de mí.

Grábense bien que no tienen que preparar de antemano su defensa, porque yo les daré palabras sabias, a las que no podrá resistir ni contradecir ningún adversario de ustedes.

Los traicionarán hasta sus padres y hermanos, sus parientes y amigos. Matarán algunos de ustedes, y todos los odiarán por causa mía. Sin embargo, ni un cabello de su cabeza perecerá. Si se mantienen firmes, conseguirán la vida”.


Oración introductoria

Espíritu Santo, Dulce huésped de mi alma, Tú eres mi Consolador, el que me asiste, el que me ilumina y guía. Ayúdame a poner en el centro de mi vida y de mi actividad la Palabra de Dios que me indica la senda de la vida y me revela los secretos de la santidad.

Petición

Señor, dame la gracia de traducir todas las enseñanzas del Evangelio en actitudes de auténtica entrega y caridad.

Meditación

El cristiano ama la vida y todos los dones recibidos de Dios, pero es consciente de los bienes supremos. Así lo han comprendido los mártires de toda la historia de la Iglesia, esos hombres y mujeres que fueron capaces de dar su vida con tal de ser fieles a Cristo. Ellos sabían que la profesión pública de su fe en Dios era más importante que nada. Pero el amor a Dios y la reciedumbre de espíritu no se manifiestan solamente en los casos excepcionales. Todos los cristianos necesitamos ejercitarnos en la virtud de la fortaleza, por amor al Señor, en la vida ordinaria. Esta virtud nos ayuda a superar los obstáculos y, cuando no es posible hacerlo, nos brinda la capacidad de resistencia para soportar las dificultades.

Crezcamos todos los días en la fuerza de voluntad, en la perseverancia y en la tenacidad especialmente en la consecución de nuestros propósitos, esto nos permitirá ser fieles al Evangelio en toda circunstancia. Alimentemos también nuestra caridad, de manera que tengamos la disposición y prontitud para hacer cualquier sacrificio por Cristo.

Reflexión apostólica

No tengamos miedo de comprometernos en las tareas apostólicas de la Iglesia, no dudemos en elegir un estilo de vida que no siga la mentalidad actual. El Espíritu Santo nos asegura la fuerza necesaria para dar testimonio de la fe y de la belleza de ser cristianos. Las crecientes necesidades de la evangelización requieren numerosos obreros en la viña del Señor: no dudemos en responderle con prontitud a Jesús que nos llama.

Propósito

Llevaré a término todas las obras que comience.

Diálogo con Cristo

Señor, te pido acrecientes en mí las virtudes teologales, la fe, la esperanza y la caridad; pero también te ofrezco el sincero esfuerzo por adquirir aquellas virtudes que me permitan serte fiel como la pureza, la fidelidad, la humildad, la sinceridad y la autenticidad.

“Toda la perfección cristiana podríamos decir que consiste en el desarrollo vital y armónico de las virtudes, especialmente las infusas, entre las que destaca la caridad.” (Cristo al centro, n.2145)


martes, 22 de noviembre de 2016

Esperamos a Jesús, atentos, esperanzados, mientras peregrinamos, en el trabajo, en nuestras tareas diarias, en la Familia, en el servicio, en la fidelidad.



Lectura del santo evangelio según san Lucas 21,5-11:
En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo: «Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.»
Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?» Él contestó: «Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien "El momento está cerca"; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida.» Luego les dijo: «Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo.»

P. Cristian Salomón Sacerdote de la Parroquia Santa Teresa de Jesús, de Santa Teresa, Arquidiócesis de Rosario 
Después de haber celebrado la Fiesta de Cristo Rey del universo, la liturgia nos regala el evangelio de Lucas que nos presenta a Jesús en el templo, donde enseña públicamente, hoy escuchamos el comienzo de su discurso escatológico. Mensaje de esperanza, de alegría, porque a pesar de enunciar destruccion aparente, nos está hablando de un encuentro con Aquel que ha vencido y que reina siempre.

“De todo esto que ven, no quedará piedra, sobre piedra” todo lo que hoy vemos y reconocemos como seguridad, es aparente, todo pasa. No quedará nada sin embrago el Señor nos invita y exhorta a estar atentos a no engañarnos, para encontrarnos con Él, estar atentos para que sólo Él sea, nuestra fortaleza, nuestra seguridad.

Esperamos a Jesús, atentos, esperanzados, mientras peregrinamos, en el trabajo, en nuestras tareas diarias, en la Familia, en el servicio, en la fidelidad.

Nuestro querido Papa Francisco nos decia hace unos días:

“Nuestra meta final es el encuentro con el Señor resucitado. Yo les quisiera preguntar: ¿cuántos de ustedes piensan en esto? Habrá un día en que yo me encontraré cara a cara con el Señor. Y ésta es nuestra meta: este encuentro. Nosotros no esperamos un tiempo o un lugar, vamos al encuentro de una persona: Jesús. Por lo tanto, el problema no es «cuándo» sucederán las señales premonitorias de los últimos tiempos, sino el estar preparados para el encuentro. Y no se trata ni si quiera de saber «cómo» sucederán estas cosas, sino «cómo» debemos comportarnos, hoy, mientras las esperamos. Estamos llamados a vivir el presente, construyendo nuestro futuro con serenidad y confianza en Dios. El Señor Jesús no es sólo el punto de llegada de la peregrinación terrena, sino que es una presencia constante en nuestra vida: siempre está a nuestro lado, siempre nos acompaña; por esto cuando habla del futuro y nos impulsa hacia ese, es siempre para reconducirnos en el presente.”1

Señor Jesús, dame unos ojos puros y un corazón sencillo, para que pueda reconocerte en el presente de mi vida, en los distintos acontecimientos del mundo que me rodea, para que sepa leer los signos de los tiempos. Renueva, aumenta y fortalece mi Fe y esperanza para perseverar con alegría en tu amor, para reconocerte como Áquel que siempre viene a mi encuentro.

Que tengas lindo día. Dios te bendiga.



Fuente: Radio María Argentina

lunes, 21 de noviembre de 2016

Si no somos capaces de que nuestra vida sea ofrenda a Dios, el aroma de nuestro bautismo se disipa y se pierde.



Lectura del santo evangelio según san Lucas 21,1-4:
En aquel tiempo, alzando Jesús los ojos, vio unos ricos que echaban donativos en el arca de las ofrendas; vio también una viuda pobre que echaba dos reales, y dijo: «Sabed que esa pobre viuda ha echado más que nadie, porque todos los demás han echado de lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.»

  • «Ha echado todo lo que tenía para vivir»

Para mantener vivo el aroma y frescor del óleo del bautismo la Palabra de Dios, a través de la Buena Noticia de Lucas, nos muestra el método: ofrecernos a Dios. La viuda no entrega dos monedillas, entrega lo que tiene para vivir. Eso significa que entrega su vida, no se conforma con entregar, como los ricos, lo que le sobra: misa, confesión, oraciones, obras de misericordia… sólo por cumpli-miento o por aparentar. Eso es endiosarnos por no ser capaces de ponernos en las manos de Dios como lo hizo la viuda, que se ofrece enteramente a la providencia divina. Si no somos capaces de que nuestra vida sea ofrenda a Dios, el aroma de nuestro bautismo se disipa y se pierde, cayendo en las tentaciones de adoptar otras marcas que no son las del Cordero; y, además, no podremos decir con disposición y disponibilidad las palabras de María: «¡Hágase en mí según tu Palabra!» (Lc 1, 38). María misma, la Virgen Madre de Dios, fue ofrecida al Templo. El Protoevangelio de Santiago -escrito apócrifo- cuenta cómo los padres de la Virgen María -Joaquín y Ana- la llevaron siendo niña al templo de Jerusalén y allí la dejaron por un tiempo, junto con otro grupo de niñas, para ser instruida muy cuidadosamente respecto a la religión y a todos los deberes con Dios. Esta celebración mariana -de la que hacemos memoria hoy y que se celebra en el cristianismo oriental desde el año 543, a partir de la dedicación de la Iglesia de Santa María la Nueva en Jerusalén, y que el Papa Sixto V (s. XVI) impuso para toda la Iglesia- nos hace ver que, tras aquella ofrenda al templo, María seguirá toda ella y para toda la vida siendo una ofrenda viva y constante a Dios.

¿Qué significa poseer la marca del Cordero sobre mi frente? ¿«Recuerdo» y vivo mi bautismo?
¿Soy consciente de que no hay mayor y mejor ofrenda a Dios que yo mismo? ¿Cómo lo vivo y manifiesto?
D. Juan Jesús  Pérez Marcos O.P.D. Juan Jesús Pérez Marcos O.P.
Fraternidad Laical Dulce Nombre de Jesús de Jaén

viernes, 18 de noviembre de 2016

¿Qué es el Templo? ¿Quién es el Templo? El corazón de cada uno es el Templo, el lugar de oración, el lugar donde nosotros tenemos que encontrarnos personalmente y comunitariamente también con Dios.




Evangelio segun San Lucas 19, 45-48

En aquel tiempo entró Jesús en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: "Escrito está: "Mi casa es casa de oración"; pero vosotros la habéis convertido en una "cueva de bandidos"". Todos los días enseñaba en el templo.
Los sumos sacerdotes, los letrados y los senadores del pueblo intentaban quitarlo de en medio; pero se dieron cuenta de que no podían hacer nada, porque el pueblo entero estaba pendiente de sus labios.


Palabra de Dios



Monseñor Marcelino Palentini  Obispo de la Diócesis de Jujuy

Leemos del Evangelio de Lucas 19, 45-48, este párrafo nos muestra un hecho muy interesante en la vida de Jesús; nos presenta una cara de Jesús que habitualmente no la tenemos vista y presente, habitualmente pensamos en un Jesús manso y humilde, peciente que da la otra mejilla; no, aquí lo vemos a Jesús que hace un látigo y los hecha a los vendedores del templo. Y los hecha con una afirmación muy categórica "mi casa, es casa de oración y ustedes la han transformado en una casa de maleantes, de ladrones".

El templo puede ser usado para muchas cosas: para justificar el poder y hasta para hacer negocio, pero Jesús no acepta estas segundas intenciones del uso del Templo, Él lo quiere purificar. Pero nos preguntamos, ¿Qué es el Templo? ¿Quién es el Templo? El corazón de cada uno es el Templo, el lugar de oración, el lugar donde nosotros tenemos que encontrarnos personalmente y comunitariamente también con Dios.

No podemos transformar nuestro corazón en un lugar profanado por otros intereses. Segundo, Jesús desenmascara lo que se ha convertido en ese templo, el templo de Jerusalén, nuestro templo de nuestro corazón en casa de oración se puede transformar en un emblema de opresión, en una cueva de asaltantes; de un lugar de encuentro de la comunidad con Dios en un lugar de egoísmo, de individualismo donde no le importa nada a nadie; de un emblema religioso donde Dios está en el centro y da sentido a la vida a un emblema de situaciones solamente de placer.

Podemos tener un corazón arruinado, arruinado por el mal uso de los que quieren entrar y destruirnos con intenciones y con actitudes y por tercer momento, también podemos pensar cómo vemos en este párrafo las autoridades terminado este hecho que el hecha a los vendedores del Templo quieren abiertamente eliminarlo a Jesús, pero no pueden hacerlo porque el pueblo estaba pendiente de sus palabras. Dice el Evangelio. Esto es interesante, a veces los enemigos de Dios quieren destruirlo a Dios -en nuestra sociedad también- hay personas que quieren eliminarlo a Dios, que quieren poner la cosa en su lugar, pero como el pueblo y nuestro pueblo es sabio y sabe a quién escuchar y a quién seguir, a veces no tienen el coraje de hacerlo hasta que llega el momento de las tinieblas.

Yo les invito a concluir esta breve reflexión con una pequeña oración:

Señor danos la valentía de Jesús, la valentía de saber poner la cosa en su lugar, de saber trabajar por el reino separando el mal del bien, buscando de ayudar a otros también a descubrir cómo a veces están estropeando su vida, su corazón y hasta sus ideales y sus sueños detrás de intereses mezquinos y egoístas.
Danos Señor la valentía de Jesús de querer desenmascarar todo lo que no es bueno para poder construir todo lo que agrada a Dios, que tu Palabra nos guíe, que tu Palabra sea siempre nuestra fortaleza, que tu Palabra nos de entusiasmo para seguir poniendo las cosas en su lugar.

¡Hasta la próxima si Dios quiere!

jueves, 17 de noviembre de 2016

Él está llegando con su amor, con su amor creador y su amor redentor, pero quiere nuestra respuesta, nos hace hijos suyos para que le respondamos con nuestro amor, y así nuestra salvación no sea solamente un don suyo, sino también un mérito nuestro.




Evangelio según San Lucas 19,41-44

"Cuando estuvo cerca y vio la ciudad, se puso a llorar por ella, diciendo: "¡Si tú también hubieras comprendido en este día el mensaje de paz! Pero ahora está oculto a tus ojos. Vendrán días desastrosos para ti, en que tus enemigos te cercarán con empalizadas, te sitiarán y te atacarán por todas partes. Te arrasarán junto con tus hijos, que están dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has sabido reconocer el tiempo en que fuiste visitada por Dios".

Palabra de Dios
 


Reflexión: Monseñor Estanislao Karlic Obispo Emérito de la Arquidiócesis de Paraná

El Evangelio de San Lucas nos dice: “Cuando estuvo cerca y vio la ciudad, (habla de Jesús) se puso a llorar por ella, diciendo “Si tú también hubieras comprendido en este día el mensaje de paz. Pero ahora está oculto a tus ojos. Vendrán días desastrosos para ti, en que tus enemigos te cercarán con empalizadas te cercarán y te atacarán por todas partes, te arrasarán junto con tus hijos que están dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has sabido reconocer el tiempo en que fuiste visitada por Dios.”



En este punto quisiéramos nosotros detenernos en nuestra meditación, “porque no has sabido reconocer el tiempo en que fuiste visitada por Dios”. El Evangelio nos quiere advertir sobre la necesidad de estar atentos al momento en que Dios se acerca a nosotros, porque el Señor siempre quiere darnos algo nuevo, quiere llamarnos con todo su amor a la respuesta de nuestra vida.



El tiempo, hemos dicho algunas veces, no es algo que pasa, es alguien que viene, Jesucristo. Como decimos, hablando de Navidad, el tiempo es un Adviento, un advenimiento, el de Jesús. Dios que nos creó sin nosotros, no nos salvará sin nosotros. Él está llegando con su amor, con su amor creador y su amor redentor, pero quiere nuestra respuesta, nos hace hijos suyos para que le respondamos con nuestro amor, y así nuestra salvación no sea solamente un don suyo, sino también un mérito nuestro.



Podemos y debemos responder con toda la fuerza de nuestra voluntad, con toda la fuerza de nuestra libertad. Nos ofrece la gracia y la gloria, se nos ofrece como vida nuestra, a todos, siempre. Esta es nuestra dignidad, el poder ser hijos de Dios, el participar, cuando nos abrimos al amor del Señor, de la vida de Jesús; estamos llamados a ser hijos para obrar como hijos, es decir, estamos llamados a participar del misterio filial de Jesús, y estamos llamados a participar de su amor gratuito, generoso, hasta la muerte.



Eso lo sabemos de Jesús, como nuestro destino permanente, hoy también, hoy nos llama, hoy nos visita, hoy nos impulsa a la buena respuesta, hoy podemos y debemos responder. Qué maravilla es descubrir así la grandeza de todo momento, qué maravilla es descubrir que hoy puedo hacer algo que merezca la gloria eterna, porque hoy puedo responder amando, con toda la fuerza de mi alma y cumplir la voluntad de Dios.



Esto no es fácil, el Señor debió entregarse en la cruz para acabar de redimirnos, hoy también nosotros debemos participar de ese amor crucificado, para vencer como Él venció, ser bueno es vencer la tentación de la maldad, la tentación del pecado, es bueno el que vence. Hoy es día de victoria, también en la Argentina, también en este mundo, también para mí; hoy es día de victoria porque hoy es día capaz de mi obediencia evangélica al Señor.



Intentamos así la solemnidad de la vida, en la confianza de la vida de familia, cada momento tiene que tener esta profundidad, viviendo como hijos delante de nuestro Padre, como Jesús está eternamente delante de su Padre Dios; vivir en esa confianza pero con toda la responsabilidad de saber que tenemos que hacer siempre su voluntad, toda su voluntad. La solemnidad de la vida es el amor de la obediencia que imita a Jesús; siempre, si tenemos la gracia de dejarnos ganar por Jesucristo, siempre podremos vivir esta profundidad de nuestro misterio.



Hoy sé que estoy viviendo, bendito sea el Señor, hoy sé que estoy llamado a cumplir con esta maravilla; amar como Jesús me amó, amar con un amor total como el de Jesús en la cruz, que mereció la Resurrección. Si así es la respuesta, así también será hoy la gracia que el Señor me dará, que es comienzo de la gloria eterna. Que así sea.

miércoles, 16 de noviembre de 2016


En el simbolismo de la parábola, las monedas de plata del rey son los bienes del Reino de Dios, esto es, todo aquello que hace crecer a las persona y revela la presencia de Dios: amor, servicio, compartir. Aquel que se cierra en si mismo con miedo a perder lo poco que tiene, éste va a perder lo poco que ya tiene. La persona, pues, que no piensa en sí, sino que se entrega a los otros, ésta va a crecer y a recibir a su vez, de forma inesperada, todo lo que entregó y mucho más...





Lectio: 
Miércoles, 16 Noviembre, 2016
Tiempo Ordinario
 
1) Oración inicial
Señor, Dios nuestro, concédenos vivir siempre alegres en tu servicio, porque en servirte a ti, creador de todo bien, consiste el gozo pleno y verdadero. Por nuestro Señor.
 
2) Lectura
Del Evangelio según Lucas 19,11-28.

Mientras la gente escuchaba estas cosas, añadió una parábola, porque estaba él cerca de Jerusalén y creían ellos que el Reino de Dios aparecería de un momento a otro. Dijo, pues: «Un hombre noble marchó a un país lejano, para recibir la investidura real y volverse. Llamó a diez siervos suyos, les dio diez minas y les dijo: `Negociad hasta que vuelva.' Pero sus ciudadanos le odiaban y enviaron detrás de él una embajada que dijese: `No queremos que ése reine sobre nosotros.' «Cuando regresó, después de recibir la investidura real, mandó llamar a aquellos siervos suyos a los que había dado el dinero, para saber lo que había ganado cada uno. Se presentó el primero y dijo: `Señor, tu mina ha producido diez minas.' Le respondió: `¡Muy bien, siervo bueno!; ya que has sido fiel en lo insignificante, toma el gobierno de diez ciudades.' Vino el segundo y dijo: `Tu mina, Señor, ha producido cinco minas.' Dijo a éste: `Ponte tú también al mando de cinco ciudades. ' «Vino el otro y dijo: `Señor, aquí tienes tu mina, que he tenido guardada en un lienzo; pues tenía miedo de tí, que eres un hombre severo; que tomas lo que no pusiste y cosechas lo que no sembraste.' Dícele: `Por tu propia boca te juzgo, siervo malo; sabías que yo soy un hombre severo, que tomo lo que no puse y cosecho lo que no sembré; pues, ¿por qué no colocaste mi dinero en el banco? Y así, al volver yo, lo habría cobrado con los intereses.' Y dijo a los presentes: `Quitadle la mina y dádsela al que tiene las diez minas.' Dijéronle: `Señor, tiene ya diez minas.' -`Os digo que a todo el que tiene, se le dará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.'
«`Y a esos enemigos míos, que no querían que yo reinara sobre ellos, traedlos aquí y matadlos delante de mí.'» Y dicho esto, marchaba por delante, subiendo a Jerusalén.
 
3) Reflexión
• El evangelio de hoy nos trae la Parábola de los Talentos, en la que Jesús nos habla de los dones que las personas reciben de Dios. Toda persona tiene alguna cualidad, recibe algún don o sabe alguna cosa que puede enseñar a los otros. Nadie es sólo alumno, nadie es sólo profesor. Aprendemos unos de otros.
• Lucas 19,11: La llave para entender la historia de la parábola. Para introducir la parábola Lucas dice lo que sigue: “Mientras la gente escuchaba estas cosas, añadió una parábola, porque estaba él cerca de Jerusalén y creían ellos que el Reino de Dios aparecería de un momento a otro”. En esta información inicial, Lucas destaca tres motivaciones que llevan a Jesús a contar la parábola: (a) La acogida que hay que dar a los excluidos, pues, diciendo “mientras la gente escuchaba estas cosas”, se refiere al episodio de Zaqueo, el excluido que fue acogido por Jesús (b) La proximidad de la pasión, de la muerte y de la resurrección, pues decía que Jesús estaba cerca de Jerusalén donde iba a morir en breve. (c) La llegada inminente del Reino de Dios, pues las personas que acompañaban a Jesús pensaban que el Reino de Dios llegaría luego.
• Lucas 19,12-14: El inicio de la Parábola. “Dijo, pues: Un hombre noble marchó a un país lejano, para recibir la investidura real y volverse. Llamó a diez siervos suyos, les dio diez minas y les dijo: `Negociad hasta que vuelva.' Pero sus ciudadanos le odiaban y enviaron detrás de él una embajada que dijese: `No queremos que ése reine sobre nosotros”. Algunos estudiosos piensan que en esta parábola Jesús se refiere a Herodes quien setenta años antes (40 aC), había ido a Roma con el fin de recibir el título y el poder de Rey de Palestina. A la gente no le gustaba Herodes y no quería que fuera rey, pues la experiencia que habían tenido con él como comandante para reprimir las rebeliones en la Galilea contra Roma fue una experiencia trágica y dolorosa. Por esto decían: “No queremos que ése reine sobre nosotros” A este mismo Herodes se aplicaría la frase final de la parábola: “Y a esos enemigos míos, que no querían que yo reinara sobre ellos, traedlos aquí y matadlos delante de mí.” De hecho, Herodes mató a mucha gente.
• Lucas 19,15-19: Rendimiento de cuentas de los primeros empleados que recibieron cien monedas de plata. La historia nos dice que Herodes recibió el título de rey y volvió a Palestina para asumir el poder. En la parábola, el rey llama a los empleados a los que había dado cien monedas de plata, para saber cuánto habían ganado. Se presentó el primero y dijo: `Señor, tu mina ha producido diez minas.' Le respondió: `¡Muy bien, siervo bueno!; ya que has sido fiel en lo insignificante, toma el gobierno de diez ciudades. Vino el segundo y dijo: `Tu mina, Señor, ha producido cinco minas.' Dijo a éste: `Ponte tú también al mando de cinco ciudades.' Según la historia, tanto Herodes Magno como su hijo Herodes Antipas, ambos sabían tratar con el dinero y promover a las personas que los ayudaban. En la parábola, el rey da diez ciudades al empleado que multiplicó por diez las cien monedas que había recibido, y cinco ciudades al empleado que las multiplicó por cinco.
• Lucas 19,20-23: Rendimiento de cuentas del empleado que no ganó nada. El tercer empleado llegó y dijo: ''Señor, aquí tienes tu mina, que he tenido guardada en un lienzo; pues tenía miedo de ti, que eres un hombre severo; que tomas lo que no pusiste y cosechas lo que no sembraste”. En esta frase aflora una idea equivocada de Dios que es criticada por Jesús. El empleado ve a Dios como a un dueño severo. Ante un Dios así, el ser humano siente miedo y se esconde detrás de la observancia exacta y mezquina de la ley. Piensa que, al actuar así, no será castigado por la severidad del legislador. En realidad, una persona así no cree en Dios, sino que cree solamente en si misma, en su propia observancia de la ley. Ella se cierra en sí misma, se aleja de Dios y no consigue ocuparse y preocuparse de los otros. Se vuelve incapaz de crecer como persona libre. Esta imagen falsa de Dios aísla al ser humano, mata la comunidad, acaba con la alegría y empobrece la vida. “El rey responde: '`Por tu propia boca te juzgo, siervo malo; sabías que yo soy un hombre severo, que tomo lo que no puse y cosecho lo que no sembré; pues, ¿por qué no colocaste mi dinero en el banco? Y así, al volver yo, lo habría cobrado con los intereses.” El empleado no fue coherente con la imagen que tenía de Dios. Si imaginaba a un Dios tan severo, hubiera tenido que colocar, por lo menos, el dinero en el banco. Así que es condenado no por Dios, sino por la idea errada que tenía de Dios y que le vuelve temeroso e inmaduro. Una de las cosas que más influye en la vida de la gente es la idea que nos hacemos de Dios. Entre los judíos de la línea de los fariseos, algunos imaginaban a Dios como a un Juez severo que los trataba de acuerdo con el mérito conquistado por las observancias. Esto producía miedo e impedía a las personas el poder crecer. Sobretodo, impedía que las personas pudiesen abrir un espacio dentro de sí para acoger la nueva experiencia de Dios que Jesús comunicaba.
• Lucas 19,24-27: Conclusión para todos. “Y dijo a los presentes: `Quitadle la mina y dádsela al que tiene las diez minas.' Dijéronle: `Señor, tiene ya diez minas.' -`Os digo que a todo el que tiene, se le dará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará”. El señor manda quitarle las cien monedas y darlas a aquel que ya tenía mil, porque “a todo el que tiene, se le dará, pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. En esta frase final está la clave que aclara la parábola. En el simbolismo de la parábola, las monedas de plata del rey son los bienes del Reino de Dios, esto es, todo aquello que hace crecer a las persona y revela la presencia de Dios: amor, servicio, compartir. Aquel que se cierra en si mismo con miedo a perder lo poco que tiene, éste va a perder lo poco que ya tiene. La persona, pues, que no piensa en sí, sino que se entrega a los otros, ésta va a crecer y a recibir a su vez, de forma inesperada, todo lo que entregó y mucho más: “cien veces más, con persecuciones” (Mc 10,30). “Pierde la vida quien quiere salvarla, gana su vida quien tiene el valor de perderla” (Lc 9,24; 17,33; Mt 10,39;16,25;Mc 8,35). El tercer empleado tiene miedo y no hace nada. No quiere perder nada y, por esto, no gana nada. Pierde hasta lo poco que tiene. El Reino es riesgo. Aquel que no quiere correr riesgos, ¡pierde el Reino!
• Lucas 19,28: Volviendo a la triple llave inicial. Al final, Lucas concluye el asunto con esta información: “Y dicho esto marchaba por delante, subiendo a Jerusalén”. Esta información final evoca la triple llave dada al comienzo: acogida a los excluidos, proximidad de la pasión, muerte y resurrección de Jesús en Jerusalén y la idea de la inminente llegada del Reino. A los que pensaban que el Reino de Dios estaba por llegar, la parábola manda mudar la mirada. El Reino de Dios llega, sí, pero a través de la muerte y de la resurrección de Jesús que acontece en breve en Jerusalén. Y el motivo de la muerte fue su acogida, la acogida que Jesús daba a los excluidos como Zaqueo y a tantos otros. Molestaba a los grandes y ellos lo eliminaron condenándolo a muerte y a una muerte de cruz.
 
4) Para la reflexión personal
• En nuestra comunidad, ¿tratamos de conocer y valorar los dones de cada persona? A veces los dones de unos generan envidia y competitividad en otros. ¿Cómo reaccionamos?
• Nuestra comunidad ¿es un espacio donde las personas pueden explayar sus dones?
 
5) Oración final
Alabad a Dios en su santuario,
alabadlo en su poderoso firmamento,
alabadlo por sus grandes hazañas,
alabadlo por su inmensa grandeza. (Sal 150,1-2)