viernes, 29 de julio de 2016

Marta es hermana de María: la acción y la contemplación no son enemigas, sino hermanas de una misma familia, la que está basada en el amor de Dios, del que nos habla Juan en la primera lectura. Y aunque en ocasiones salten chispas entre ellas, Jesús nos enseña que hay que aprender a armonizarlas y establecer prioridades. 





Lectura del santo evangelio según san Juan (11,19-27):
En aquel tiempo, muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María, para darles el pésame por su hermano. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa. Y dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá.»

Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará.»

Marta respondió: «Sé que resucitará en la resurrección del último día.»

Jesús le dice: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?»

Ella le contestó: «Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.»



Comentario al Evangelio de hoy viernes, 29 de julio de 2016
José María Vegas, cmf


Si hubieras estado aquí…

Santa Marta se ha convertido en una santa todavía más popular de lo que ya era, gracias a la residencia abierta en tiempos de san Juan Pablo II en el territorio vaticano, y en la que, además, el Papa Francisco, renunciando a sus apartamentos en el Palacio vaticano, se ha establecido ahí para vivir menos aislado, más en comunidad. Santa Marta, que representa en los Evangelios la acogida amistosa de Cristo, parece simbolizar hoy en día una cierta renovación de la Iglesia, en la línea de una vida más simple y austera.


Todos conocemos la suave reconvención que Cristo dirigió a Marta cuando ésta exigía que su hermana María, embelesada por la Palabra del Maestro, le ayudara en sus tareas cotidianas. Y es que se puede acoger a Cristo materialmente (declarándose cristiano, frecuentando la Iglesia y trabajando con diligencia en ella), pero sin que eso suponga una actitud de verdadera escucha y acogida de su palabra, que significa acogerle con el corazón. Todos comprendemos que si alguien nos invita a su casa, y se pasa el tiempo haciendo cosas para que estemos a gusto, pero no nos dedica ni un minuto de tiempo, ni se sienta a conversar con nosotros, todas las otras ocupaciones resultan inútiles, incluso molestas. Acoger materialmente (declararse cristiano, frecuentar la Iglesia y trabajar en ella) es importante, pero para que todo eso dé frutos de verdadera vida cristiana es preciso saber pararse, perder el tiempo, orar, contemplar y escuchar la Palabra del que ha venido a nuestra casa a estar con nosotros.


Marta es hermana de María: la acción y la contemplación no son enemigas, sino hermanas de una misma familia, la que está basada en el amor de Dios, del que nos habla Juan en la primera lectura. Y aunque en ocasiones salten chispas entre ellas, Jesús nos enseña que hay que aprender a armonizarlas y establecer prioridades. Marta aprendió bien la lección. En el Evangelio de hoy es ella la que le dirige un suave reproche a Jesús. Es el que todos le hacemos a Dios cuando perdemos a un ser querido, sobre todo si creemos que todavía no había llegado su hora. El reproche de Marta está, sin embargo, impregnado de confianza. Y es en el precioso diálogo con Jesús donde comprendemos hasta qué punto Marta, sin dejar su talante activo (es ella la que se adelanta a acercarse a Jesús), ha aprendido la lección de la acogida con el corazón, que no es una acogida meramente sentimental, sino en fe. Marta confiesa que el amigo que les ama y al que aman es además el Mesías, que no sólo retrasa la muerte inevitable unos cuantos años, sino que la ha vencido definitivamente, porque Él mismo ha entregado su vida por amor para librarnos definitivamente del pecado y de la muerte.


Cordialmente,


José M. Vegas cmf

lunes, 25 de julio de 2016

Y esto no es ni sencillo ni inmediato sino fruto de un trabajo constante, de un empeño responsable por superar contradicciones, rechazos, soledades o humillaciones y por superarse día a día.


Lectura del santo evangelio según san Mateo 20, 20-28
En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: «¿Qué deseas?»
Ella contestó: «Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.»
Pero Jesús replicó: «No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?»
Contestaron: «Lo somos.»
Él les dijo: «Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre.»
Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo: «Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos.» 


  • «El que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo»

La lucha por el poder y las intrigas que conlleva, forma parte de nuestra condición humana y, por tanto, existen en todas las sociedades. Los apóstoles tampoco escaparon a ellas. Querían ser los primeros en el Reino de Dios porque, aún, lo equiparaban a los reinos humanos. Seguían sin darse cuenta que el Reino del que Jesús hablaba era, y es, algo muy distinto a cualquier reino de la tierra. Que el principio determinante en el reino de Dios, no son los honores, las riquezas, las influencias, los puestos, las ventajas… el poder en definitiva, sino el servicio a los demás.
Jesús es radical. No dice simplemente que hay que gobernar de otro modo. Va más lejos: si alguien quiere ser jefe tendrá que ser servidor y, aún más, hasta esclavo. Servicio como oposición a dominio, de la mano siempre de la justicia y el amor. «Beber de su mismo cáliz», marchar por el camino del Maestro que no vino a ser servido, sino a servir, proyectar la existencia entera como donación. Y esto no es ni sencillo ni inmediato sino fruto de un trabajo constante, de un empeño responsable por superar contradicciones, rechazos, soledades o humillaciones y por superarse día a día. Sin duda no es fácil comprenderlo ni aceptarlo. Tampoco lo fue para los discípulos. Pero tenemos la fuerza y la confianza de Dios.
¿Qué significa para cada uno de nosotros ser una vasija de barro portadora de un tesoro?
¿Qué tentaciones de poder o de honor nos amenazan? ¿Cómo reconvertirlas en servicio a los demás?


Dña. María Teresa   Fernández Baviera, OPDña. María Teresa Fernández Baviera, OP
Fraternidad Laical Dominicana deTorrent (Valencia)
Enviar comentario al autor

viernes, 22 de julio de 2016

Dame la gracia, Señor, de buscarte siempre en la oración, en los sacramentos, en mis hermanos, en la creación, en mi interior. Déjame encontrarte y escuchar tu voz que me guía, me instruye, me da seguridad.




Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Juan 20, 1-2.11-18
El primer día después del sábado, estando todavía oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr, llegó a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: 'Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto".
María se había quedado llorando junto al sepulcro de Jesús. Sin dejar de llorar, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados en el lugar donde había estado el cuerpo de Jesús, uno en la cabecera y el otro junto a los pies. Los ángeles le preguntaron: "¿Por qué estás llorando, mujer?". Ella les contestó: "Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo habrán puesto".
Dicho esto, miró hacia atrás y vio a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús. Entonces él le dijo: "Mujer, ¿por qué estás llorando? ¿A quién buscas?". Ella, creyendo que era el jardinero, le respondió: "Señor, si tú te lo llevaste, dime dónde lo has puesto". Jesús le dijo: "¡María!". Ella se volvió y exclamó: "¡Rabbuní!", que en hebreo significa 'maestro'. Jesús le dijo: "No me retengas, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: 'Subo a mi Padre y su Padre, a mi Dios y su Dios' ".
María Magdalena se fue a ver a los discípulos y les anunció: "¡He visto al Señor!" y les conto lo que Jesús había dicho.
Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Tú me conoces por mi nombre. Sabes todo de mí. Conoces mis dificultades, mis luchas, mis derrotas y mis victorias. María Magdalena sólo es capaz de reconocerte cuando la llamas por su nombre. Tú también has pronunciado mi nombre al llamarme a la vida, a la fe católica, al Regnum Christi.
Gracias, Jesús, por llamarme. Ayúdame a siempre escuchar tu voz que me llama personalmente. Tú no necesitas de muchas palabras para darte a conocer. Basta escuchar mi nombre de tus labios para conocer el amor tan grande que me tienes. Dime en esta oración, Señor, ¿quién soy para Ti? ¿Cómo me ves ahora? ¿Qué quieres y esperas de mí?
Hoy me dices en tu Evangelio que soy importante para Ti. No te son indiferentes las lágrimas de la Magdalena. No soportas verme sufrir, y entonces te acercas, a veces escondido, pero te acercas, para consolarme, animarme, enseñarme la verdad. Y me preguntas: ¿Por qué lloras? ¿A quién buscas?
Señor, te busco a Ti. Mira que sufro cuando no te encuentro. Sobre todo en los momentos de dolor te busco y lloro por no encontrarte. Otras ocasiones te busco donde no estás. Encuentro vacío el sepulcro de mi existencia. ¡Todo carece de sentido cuando no estás presente en mi vida! Pero Tú me enseñas que la realidad no es que no estés; sino que estás en otro lugar. María te buscaba en el sepulcro, entre los muertos. No podía creer, después del Viernes Santo, encontrarte en otro sitio. Sin embargo, Tú no estabas allí. Estabas entre los vivos, estabas presente de nuevo en las vidas de los tuyos.
Dame la gracia, Señor, de buscarte siempre en la oración, en los sacramentos, en mis hermanos, en la creación, en mi interior. Déjame encontrarte y escuchar tu voz que me guía, me instruye, me da seguridad.
«Dios no es un Dios mezquino: Él no conoce la mezquindad. Él da todo. Dios no es un Dios quieto que se queda mirando y esperando que nosotros nos convirtamos. Dios es un Dios que sale: sale a buscar, a buscar a cada uno de nosotros. ¿Pero esto es verdad? Todos los días Él nos busca, nos está buscando. Como ya lo ha hecho, como he dicho, en la parábola de la oveja perdida o de la moneda perdida: busca. Siempre es así.»
(Homilía de S.S. Francisco, 20 de octubre de 2015, en Santa Marta).

jueves, 21 de julio de 2016

Agradezcamos nuestra fe cristiana, estemos contentos de ella. Intentemos que nuestro trato con Jesús sea cercano y no lejano, tal como le trataban aquellos discípulos que estaban junto a Él, que le vieron y oyeron.



Día litúrgico: Jueves XVI del tiempo ordinario
Escuchar audio
Texto del Evangelio (Mt 13,10-17): En aquel tiempo, acercándose los discípulos dijeron a Jesús: «¿Por qué les hablas en parábolas?». Él les respondió: «Es que a vosotros se os ha dado el conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. Porque a quien tiene se le dará y le sobrará; pero a quien no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden. En ellos se cumple la profecía de Isaías: ‘Oír, oiréis, pero no entenderéis, mirar, miraréis, pero no veréis. Porque se ha embotado el corazón de este pueblo, han hecho duros sus oídos, y sus ojos han cerrado; no sea que vean con sus ojos, con sus oídos oigan, con su corazón entiendan y se conviertan, y yo los sane’.

»¡Pero dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen! Pues os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron».


Comentario: Rev. D. Manel MALLOL Pratginestós (Terrassa, Barcelona, España)

«¡... dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen!»



Hoy, recordamos la "alabanza" dirigida por Jesús a quienes se agrupaban junto a Él: «¡dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen!» (Mt 13,16). Y nos preguntamos: ¿Van dirigidas también a nosotros estas palabras de Jesús, o son únicamente para quienes lo vieron y escucharon directamente? Parece que los dichosos son ellos, pues tuvieron la suerte de convivir con Jesús, de permanecer física y sensiblemente a su lado. Mientras que nosotros nos contaríamos más bien entre los justos y profetas -¡sin ser justos ni profetas!- que habríamos querido ver y oír.

No olvidemos, sin embargo, que el Señor se refiere a los justos y profetas anteriores a su venida, a su revelación: «Os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron» (Mt 13,17). Con Él llega la plenitud de los tiempos, y nosotros estamos en esta plenitud, estamos ya en el tiempo de Cristo, en el tiempo de la salvación. Es verdad que no hemos visto a Jesús con nuestros ojos, pero sí le hemos conocido y le conocemos. Y no hemos escuchado su voz con nuestros oídos, pero sí que hemos escuchado y escuchamos sus palabras. El conocimiento que la fe nos da, aunque no es sensible, es un auténtico conocimiento, nos pone en contacto con la verdad y, por eso, nos da la felicidad y la alegría.

Agradezcamos nuestra fe cristiana, estemos contentos de ella. Intentemos que nuestro trato con Jesús sea cercano y no lejano, tal como le trataban aquellos discípulos que estaban junto a Él, que le vieron y oyeron. No miremos a Jesús yendo del presente al pasado, sino del presente al presente, estemos realmente en su tiempo, un tiempo que no acaba. La oración -hablar con Dios- y la Eucaristía -recibirle- nos aseguran esta proximidad con Él y nos hacen realmente dichosos al mirarlo con ojos y oídos de fe. «Recibe, pues, la imagen de Dios que perdiste por tus malas obras» (San Agustín).

viernes, 15 de julio de 2016

Para nosotros, yendo más allá del episodio evangélico de hoy, Jesús es mucho más que señor del sábado. Es también señor del lunes, del martes, del… es Señor de nuestro corazón, de nuestra vida. Su persona nos ha deslumbrado...




Lectura del santo evangelio según san Mateo 12,1-8 :
Un sábado de aquéllos, Jesús atravesaba un sembrado; los discípulos, que tenían hambre, empezaron a arrancar espigas y a comérselas. Los fariseos, al verlo, le dijeron: «Mira, tus discípulos están haciendo una cosa que no está permitida en sábado.» Les replicó: «¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre? Entró en la casa de Dios y comieron de los panes presentados, cosa que no les estaba permitida ni a él ni a sus compañeros, sino sólo a los sacerdotes. ¿Y no habéis leído en la Ley que los sacerdotes pueden violar el sábado en el templo sin incurrir en culpa? Pues os digo que aquí hay uno que es más que el templo. Si comprendierais lo que significa "quiero misericordia y no sacrificio", no condenaríais a los que no tienen culpa. Porque el Hijo del hombre es señor del sábado.»

  • Jesús es el Señor de nuestra vida

“El hijo del Hombre es señor del sábado”, esta es la tajante respuesta de Jesús ante las acusaciones de los fariseos de ir en contra de lo prescrito en sábado. Si Jesús es señor del sábado, sus discípulos pueden arrancar espigas y comérselas si Él se lo permite.
Para nosotros, yendo más allá del episodio evangélico de hoy, Jesús es mucho más que señor del sábado. Es también señor del lunes, del martes, del… es Señor de nuestro corazón, de nuestra vida. Su persona nos ha deslumbrado. Su amor nos ha seducido. Sus palabras nos han sonado muy especiales, sus promesas nos han llenado de esperanza. Su vida, muerte y resurrección nos han cautivado. Sin apretar los dientes ni los puños, de manera libre y con profunda alegría, repetimos con San Pablo: “para mí la vida es Cristo”. Es el Señor de nuestra vida. Sin Él no sabríamos vivir.
Celebramos hoy la fiesta de San Buenaventura. Juan de Fidanza, que luego adoptó el nombre de Buenaventura, nació alrededor del año 1218 en Barnoregio (Italia). Entró en la Orden franciscana de los Frailes Menores. Estudió filosofía y teología en París. Obtenido el título de Maestro, enseñó esas asignaturas a sus hermanos de la Orden Franciscana. Fue elegido Ministro General de su Orden. Fue nombrado obispo cardenal de la diócesis de Albano. Se le conoce como el “doctor seráfico”. Murió en Lyon el año 1274.
Fray Manuel Santos  SánchezFray Manuel Santos Sánchez
Real Convento de Predicadores (Valencia)
Enviar comentario al autor 

miércoles, 13 de julio de 2016

Tomando su yugo el yugo de Jesús se nos hará ligera la carga, porque su yugo no es opresivo ni duro, sino que con él nos entrega su Amor, aligera nuestra carga, nos da su paz y nos ayuda a caminar siempre adelante...




Lectura del santo evangelio según san Mateo 11,28-30:
En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»
  • Venid a mi

Fuente: http://www.dominicos.org

Qué magnífico retrato de Dios, tenemos en el Evangelio de Dios:
Dice Jesús “Venid a mi”
Cuando éramos pequeños y comenzábamos a mantenernos en pie, nuestros padres agachándose, para ponerse a nuestra altura, abrían los brazos y con mucho cariño nos decía ven… y, con cuánta confianza íbamos hacia ellos, aunque cayéramos sonreíamos, porque ellos eran nuestra seguridad.
Pues… es fácil reconocer al Señor Jesús haciendo lo mismo con nosotros, sólo que, como Él es Dios, puede llamarnos a todos a ir a Él, por eso nos dice: venid A mi, dejad a un lado vuestros problemas, y… si estáis cansados y agobiados yo os aliviaré.
Sí, junto a Dios es donde únicamente encuentra descanso nuestro cuerpo, nuestra alma y nuestro espíritu.
Tomando su yugo el yugo de Jesús se nos hará ligera la carga, porque su yugo no es opresivo ni duro, sino que con él nos entrega su Amor, aligera nuestra carga, nos da su paz y nos ayuda a caminar siempre adelante.
El yugo del Señor es el amor fraterno, la ayuda fraterna, siendo alivio y consuelo para quienes conviven con nosotros con actitud mansa y humilde, imitando con ello a Jesús.
Jesús nos invita a caminar a su lado, ven nos dice: Su cercanía actúa de bálsamo, de calmante, de medicina, nos sana, nos vigoriza, nos ayuda a relativizar los problemas de cada día que pueden llegar incluso a quitarnos Su paz.
Venid es un imperativo, un fuerte súplica de Jesús hacia nosotros, expresando con ello el deseo de su Corazón compasivo: aprended de mi, cambiad el estilo de vuestra vida, tomad una actitud de aprendiz.
Sabemos que hoy tenemos multitud de hermanos extenuados que viven en países pobres, o son desplazados, o, refugiados emigrando de lo suyo propio con gran riesgo de su propia vida. La mirada de Cristo se posa sobre cada uno de ellos y les dice: venid a mí todos… encontraréis descanso para vuestras almas.
Monjas Dominicas Contemplativas Monjas Dominicas Contemplativas 
Monasterio de Santa Catalina de Siena (Paterna)
Enviar comentario al autor 
¿Excluye esta predilección a los otros? Dios no excluye a nadie. Pero sucede que, a veces, hay personas que piensan que no necesitan a Dios; y, así, se excluyen ellos mismos...


Lectura del santo evangelio según san Mateo 11,25-27 :
En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.»

  • Revelado a los sencillos 

Fuente:http://www.dominicos.org
Hace unos cincuenta años, terminado el Concilio Vaticano II, oí la descripción que se hizo de la sencillez, en forma de viñeta que nunca llegué a ver. Aparecía el desierto, en él una roca, y, sobre ella, dos sotanas con dos sombreros eclesiásticos inconfundibles, describiendo a dos teólogos del entonces reciente Concilio. Tenían la mano derecha en la frente haciendo de visera intentando ver a Dios. Al Dios que, detrás de ellos, jugaba con dos niños, y los tres se reían de los fracasados teólogos.
Esto no significa crítica alguna hacia los teólogos, cuyo encomiable trabajo nunca agradeceremos lo suficiente, sino manifestación de la predilección que Dios siente hacia los de corazón limpio, los que, siendo adultos, confían, aman y esperan como niños, y, como ellos, son transparentes, cándidos e inocentes.
¿Excluye esta predilección a los otros? Dios no excluye a nadie. Pero sucede que, a veces, hay personas que piensan que no necesitan a Dios; y, así, se excluyen ellos mismos. En el Evangelio tenemos ejemplos de personas sencillas, atendidas incondicionalmente por Jesús; escribas y fariseos que creían no necesitarle para nada; y algunos otros fariseos –Nicodemo, José de Arimatea, Simón, etc.- que, siendo instruidos, acuden a Jesús y creen en él. Así hay que entender el “Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a la gente sencilla”.
Fray Hermelindo Fernández RodríguezFray Hermelindo Fernández Rodríguez
La Virgen del Camino
Enviar comentario al autor 

martes, 12 de julio de 2016

Si fuéramos conscientes de todo lo que se hace por nosotros, de todo lo que Dios hace por nosotros valiéndose de las personas que pone en nuestro camino, seguro que conseguiríamos ser más felices...


Lectura del santo evangelio según san Mateo 11,20-24:
En aquel tiempo, se puso Jesús a recriminar a las ciudades donde había hecho casi todos sus milagros, porque no se habían convertido: «¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, cubiertas de sayal y ceniza. Os digo que el día del juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras. Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al infierno. Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que en ti, habría durado hasta hoy. Os digo que el día del juicio le será más llevadero a Sodoma que a ti.»
  • Dar respuesta a lo que se nos da

A veces creemos que hacemos mucho por alguien y nos sentimos defraudados cuando no nos lo reconocen, otras veces no somos conscientes de los esfuerzos que hacen los demás por nosotros y no sólo no lo agradecemos, sino que rechazamos su ayuda.
Cuando somos pequeños, no nos enteramos bien de todo lo que se sacrifican los padres, de todo lo que dejan a un lado para darle lo mejor a sus hijos, puede que lo hagan de forma equivocada, o no demasiado correcta, pero es lo que creen que beneficia más a quien más quieren.
Seguro que nos ha pasado que cuando queremos a alguien damos lo mejor de nosotros, intentamos que esa persona se sienta atendida, pero nuestra forma de hacer las cosas a la otra persona no le guste, no le haga bien o le parezca incluso una forma incorrecta de actuar, eso nos puede herir, pero no somos conscientes de que, de alguna manera, la otra persona también se siente herida porque puede que le haga daño mi forma de actuar, aunque lo esté haciendo con la mejor de las intenciones.
Nosotros no reconocemos muchas veces la forma de actuar de Dios, no somos conscientes de su presencia, de sus hechos a través de otros, de sus maneras de estar en nuestra vida y nos podemos ir alejando, al creer que no está cerca porque no vemos lo que nos gustaría ver.
Si fuéramos conscientes de todo lo que se hace por nosotros, de todo lo que Dios hace por nosotros valiéndose de las personas que pone en nuestro camino, seguro que conseguiríamos ser más felices, entenderíamos que no es nuestra voluntad lo que nos lleva a la cima, sino quien nos empuja con su fuerza y nos levanta cuando caemos.
¿Eres consciente de la acción de Dios en tu vida? ¿Te has dado cuenta de la cantidad de regalos que pone en tu camino? ¿Ves los dones que ha puesto en ti para que los demás le descubran a través de tu persona?
Hna. Macu Becerra O.P.Hna. Macu Becerra O.P.
Dominicas Misioneras de la Sagrada Familia
Enviar comentario al autor 

viernes, 8 de julio de 2016

Señor, Tú me has llamado a tu presencia únicamente por tu amor misericordioso. Por eso puedo tener la feliz seguridad de que siempre me amarás, porque y tu amor no dependerá jamás de mis conquistas o mis méritos. Hoy vengo simplemente a darte gracias por tu amor, a escucharte y a conocerte un poco más, para luego darte a los demás. En tus manos pongo mi oración, Madre mía.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 10, 16-23
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: "Yo los envío como ovejas entre lobos. Sean, pues, precavidos como las serpientes y sencillos como las palomas.
Cuídense de la gente, porque los llevarán a los tribunales, los azotarán en las sinagogas, los llevarán ante gobernadores y reyes por mi causa; así darán testimonio de mí ante ellos y ante los paganos. Pero, cuando los entreguen, no se preocupen por lo que van a decir o por la forma de decirlo, porque en ese momento se les inspirará lo que han de decir. Pues no serán ustedes los que hablen, sino el Espíritu de su Padre el que hablará por ustedes.
El hermano entregará a su hermano a la muerte, y el padre a su hijo; los hijos se levantarán contra sus padres y los matarán; todos los odiarán a ustedes por mi causa, pero el que persevere hasta el fin, se salvará.
Cuando los persigan en una ciudad, huyan a otra. Yo les aseguro que no alcanzarán a recorrer todas las ciudades de Israel, antes de que venga el Hijo del hombre".
Palabra del Señor.

(Homilía de S.S. Francisco, 1 de noviembre del 2015).

« Este es el camino del Señor: el camino de la mansedumbre y la paciencia. Jesús ha recorrido este camino: desde pequeño ha soportado la persecución y el exilio; y después, siendo adulto, las calumnias, los engaños, las falsas acusaciones en los tribunales; y todo lo ha soportado con mansedumbre. Ha soportado por amor a nosotros incluso la cruz.»

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy, ante las actitudes o actos negativos que otros puedan tener conmigo, voy a responder con serenidad y comprensión, buscando no herir a las personas.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

jueves, 7 de julio de 2016

Señor Jesús, eres el tesoro más grande que tengo. Mi vida sin Ti no tendría sentido. Tú eres mi alegría, mi vida, mi todo. Gracias por tus beneficios. Gracias por el don de la fe a través de la cual me puedo poner en contacto contigo. Gracias porque confías en mí, y esperas que colabore contigo en la extensión de tu Reino. Gracias por amarme, no por lo que tengo o produzco, sino por lo que soy. Ayúdame a conocerte y a corresponder a tus beneficios.


Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 10, 7-15


En aquel tiempo, envió Jesús a los Doce con estas instrucciones: "Vayan y proclamen por el camino que ya se acerca el Reino de los cielos. Curen a los leprosos y demás enfermos; resuciten a los muertos y echen fuera a los demonios. Gratuitamente han recibido este poder; ejérzanlo, pues, gratuitamente.

No lleven con ustedes, en su cinturón, monedas de oro, de plata o de cobre. No lleven morral para el camino ni dos túnicas ni sandalias ni bordón, porque el trabajador tiene derecho a su sustento.

Cuando entren en una ciudad o en un pueblo, pregunten por alguien respetable y hospédense en su casa hasta que se vayan. Al entrar, saluden así: 'Que haya paz en esta casa'. Y si aquella casa es digna, la paz de ustedes reinará en ella; si no es digna, el saludo de paz de ustedes no les aprovechara. Y si no los reciben o no escuchan sus palabras, al salir de aquella casa o de aquella ciudad, sacúdanse el polvo de los pies. Yo les aseguro que el día del juicio, Sodoma y Gomorra serán tratadas con menos rigor que esa ciudad".


Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

(Homilía de S.S. Francisco, 19 de febrero de 2015, en santa Marta).

«Cuando el Señor nos da este consejo: ‘¡párate!, elige hoy’, no nos deja solos. Está con nosotros y quiere ayudarnos. Nosotros solamente debemos confiar, tener confianza en Él. ‘Bienaventurado el hombre que confía en el Señor’. Hoy, cuando nosotros nos detendremos a pensar en estas cosas, para tomar decisiones, sepamos que el Señor está con nosotros, está junto a nosotros, para ayudarnos. Nunca nos deja solos, nunca. Está siempre con nosotros. También en el momento de la decisión está con nosotros.»

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Ofreceré un misterio del rosario por los misioneros, especialmente los más necesitados de mi oración.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!

miércoles, 6 de julio de 2016


 Es la vida que el hombre experimenta por estar habitado del Espíritu Santo. Con esta condición interior, el hombre es capaz de construir una sociedad diferente, pues percibe a los demás como sus hermanos. 



Evangelio de hoy
Mateo 10, 1-7

En aquel tiempo, llamando Jesús a sus doce discípulos, les dio poder para expulsar a los espíritus impuros y curar toda clase de enfermedades y dolencias.

Estos son los nombres de los doce apóstoles: el primero de todos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago y su hermano Juan, hijos del Zebedeo; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano; Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón, el cananeo, y Judas Iscariote, que fue el traidor.

A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones: "No vayan a tierra de paganos, ni entren en ciudades de samaritanos. Vayan más bien en busca de las ovejas perdidas de la casa de Israel. Vayan y proclamen por el camino que ya se acerca el Reino de los cielos".


Reflexión
Generalmente, se tiene la idea de que el Reino de los cielos es el cielo en sí mismo, y que, por lo tanto, se vivirá sólo después de la muerte. La realidad es que el Reino de los cielos, es el cielo vivido aquí en la tierra; es vivir ya una realidad que llegará a la plenitud en la eternidad.

Esta realidad se identifica, sobre todo, con un estado interior del hombre que lo lleva a experimentar continuamente la paz, la alegría y a superar cualquier clase de dificultad. Es la vida que el hombre experimenta por estar habitado del Espíritu Santo. Con esta condición interior, el hombre es capaz de construir una sociedad diferente, pues percibe a los demás como sus hermanos.

Por ello, san Pablo dice que el Reino de los cielos es: "justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo". Jesús les decía a sus discípulos que anunciaran que "el Reino estaba cerca". Pues ahora, después de la muerte y resurrección de Cristo, y con el envío del Espíritu Santo, el Reino es una realidad para todos los bautizados. Hagámonos conscientes de esta realidad y unámonos a los apóstoles para hacer del conocimiento de los demás que el Reino de los cielos puede ser ya una realidad para todos.


Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro 

viernes, 1 de julio de 2016

La actitud de Jesús ante los pecadores nos parece - aún hoy - una justificación del pecado y es que estamos tan mal que no entendemos la misericordia.