miércoles, 4 de noviembre de 2015

Evangelio de hoy 
Lucas 14, 25-33

En aquel tiempo, caminaba con Jesús una gran muchedumbre y él, volviéndose a sus discípulos, les dijo:

"Si alguno quiere seguirme y no me prefiere a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, más aún, a sí mismo, no puede ser mi discípulo. Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo.

Porque, ¿quién de ustedes, si quiere construir una torre, no se pone primero a calcular el costo, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que, después de haber echado los cimientos, no pueda acabarla y todos los que se enteren comiencen a burlarse de él, diciendo: ‘Este hombre comenzó a construir y no pudo terminar‘.

¿O qué rey que va a combatir a otro rey, no se pone primero a considerar si será capaz de salir con diez mil soldados al encuentro del que viene contra él con veinte mil? Porque si no, cuando el otro esté aún lejos, le enviará una embajada para proponerle las condiciones de paz.

Así pues, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo".

Reflexión 
Este pasaje de la Escritura con frecuencia es mal entendido, pues parecería que el mismo Jesús está en contra de la ley de Dios que dice: "honrarás a tu padre y a tu madre", ¿cómo es que ahora nos pone como condición para seguirlo el aborrecerlos?

Para ello, basta leer con detenimiento el versículo 25, pues, Jesús nos está hablando de una "preferencia". Esto quiere decir que el Reino tiene precedencia incluso, sobre los valores que podríamos considerar más nobles como es el padre y la madre e incluso la misma vida. 

Por ello, al entrar en conflicto los valores del Reino con cualquier otro valor —incluido el de la familia—, ha de tener prioridad el Reino, aun cuando esto pueda ser sumamente doloroso, pues exige renuncia y supone la cruz. Jesús nos invita a tenerlo como el valor central de nuestra vida. La pregunta que surge es: ¿Está realmente Jesús al centro de tu vida y de tus valores? 

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro 

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