jueves, 23 de agosto de 2018

Mateo 22,1-14 escrito por Pbro. Luis A. Zazano Agosto 23, 2018 Mateo-22,1-14 Evangelio según San Mateo 22,1-14. Jesús habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, diciendo: El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba las bodas de su hijo. Envió entonces a sus servidores para avisar a los invitados, pero estos se negaron a ir. De nuevo envió a otros servidores con el encargo de decir a los invitados: ‘Mi banquete está preparado; ya han sido matados mis terneros y mis mejores animales, y todo está a punto: Vengan a las bodas’. Pero ellos no tuvieron en cuenta la invitación, y se fueron, uno a su campo, otro a su negocio; y los demás se apoderaron de los servidores, los maltrataron y los mataron. Al enterarse, el rey se indignó y envió a sus tropas para que acabaran con aquellos homicidas e incendiaran su ciudad. Luego dijo a sus servidores: ‘El banquete nupcial está preparado, pero los invitados no eran dignos de él. Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren’. Los servidores salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, buenos y malos, y la sala nupcial se llenó de convidados. Cuando el rey entró para ver a los comensales, encontró a un hombre que no tenía el traje de fiesta. ‘Amigo, le dijo, ¿cómo has entrado aquí sin el traje de fiesta?’. El otro permaneció en silencio. Entonces el rey dijo a los guardias: ‘Atenlo de pies y manos, y arrójenlo afuera, a las tinieblas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes’. Porque muchos son llamados, pero pocos son elegidos. Cada vez que visitas a nuestros anunciantes estás ayudando a Misioneros Digitales La felicidad más grande para un padre es ver realizados a sus hijos. 1) El padre: El padre que vemos aquí en el Evangelio quiere celebrar con la comunidad lo que está sucediendo con su hijo, así es la alegría. La verdadera alegría se comparte, la fiesta se comparte, solo no se puede hacer una fiesta, las fiestas son comunitarias, no solitarias. 2) Los invitados: Por otro lado, la situación con los invitados, ellos son arrogantes, hay que rogarles para que vayan a la celebración. Cuando una persona se hace rogar, marca soberbia a flor de piel, un profundo orgullo y terquedad y por supuesto, pone excusas. En este sentido, hoy tenemos muchas personas que están invitadas a vivir sus vidas en Dios y hacer de la vida una fiesta, pero inventan excusas y viven su vida como si fuera un zapping: pasar, pasar y pasar, pero no hace nada concreto. 3) El atuendo: Por último, el verdadero atuendo de su vida, debe ser el servicio. Un servicio desinteresado. La caridad, en el servicio, abrirá las puertas a la fiesta que Dios ha preparado para vos. Vestite con caridad y viví la vida como una fiesta, ¡pero convertilo en una fiesta compartida! Feliz jueves. Fuente: https://ift.tt/2w6NCVT
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