martes, 18 de agosto de 2015


Evangelio de hoy 
Mateo 19, 23-30

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Yo les aseguro que un rico difícilmente entrará en el Reino de los cielos. Se lo repito: es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los cielos".

Al oír esto, los discípulos se quedaron asombrados y exclamaron: "Entonces ¿quién podrá salvarse?" Pero Jesús, mirándolos fijamente, les respondió: "Para los hombres eso es imposible, mas para Dios todo es posible".

Entonces Pedro, tomando la palabra, le dijo a Jesús: "Señor, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido, ¿qué nos va a tocar?" Jesús les dijo: "Yo les aseguro que en la vida nueva, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, ustedes, los que me han seguido, se sentarán también en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.

Y todo aquel que por mí haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o padre o madre, o esposa o hijos, o propiedades, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna. Y muchos primeros serán últimos y muchos últimos, primeros".

Reflexión 
Este pasaje nos podría dar la impresión de que Jesús tiene algo contra los ricos. Sin embargo, nada más lejano que esto. La Escritura es testigo de que el mismo Jesús tenía entre sus seguidores amigos (algunos eran incluso discípulos) muy ricos. 

José de Arimatea quien le regaló la tumba y Nicodemo que le llevó los perfumes (que eran muy caros) para la sepultura, esto sin contar al mismo Mateo y a Zaqueo, quien sólo dio la mitad de sus bienes y del que Jesús dijo: "Ahora ha llegado la salvación a esta casa". Lo que impide que un hombre pueda disfrutar del Reino es la esclavitud, la falta de libertad sobre los bienes (o sobre cualquier cosa, incluso nuestros propios pensamientos). 

Cuando el hombre se aferra a los bienes, como el joven del pasaje, no es libre pues es esclavo de lo que posee. Jesús nos quiere libres, el Reino es para la gente libre, para aquellos que, como Nicodemo, José de Arimatea y tantos más, son capaces de tener sin retener. De aquellos que reconocen que los bienes creados son de y para todos; que acaparar solamente empobrece y esclaviza. Ante esto, ¿qué tan libre eres con respecto a tus bienes? Pues de esto depende que puedas disfrutar la vida del Reino. 

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro 

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