viernes, 14 de octubre de 2016

San Lucas 12,1-7:
Dios es el Señor
Fuente: Regnum Christi Para suscribirse

Evangelio: San Lucas 12,1-7:

En aquel tiempo, la multitud rodeaba a Jesús en tan gran número, que se atropellaban unos a otros. Entonces Jesús les dijo a sus discípulos: “Cuídense de la levadura de los fariseos, es decir, de la hipocresía. Porque no hay nada oculto que no llegue a descubrirse, ni nada secreto que no llegue a conocerse. Por eso, todo lo que ustedes hayan dicho en la oscuridad, se dirá a plena luz, y lo que hayan dicho en voz baja y en privado, se proclamará desde las azoteas. ”Yo les digo a ustedes, amigos míos: No teman a aquellos que matan el cuerpo y después ya no pueden hacer nada más. Les voy a decir a quién han de temer: Teman a aquel que, después de darles muerte, los puede arrojar al lugar de castigo. Se lo repito: A él sí tienen que temerlo. ”¿No se venden cinco pajarillos por dos monedas? Sin embargo, ni de uno solo de ellos se olvida Dios; y por lo que a ustedes toca, todos los cabellos de su cabeza están contados. No teman, pues, porque ustedes valen mucho más que todos los pajarillos”.

Oración introductoria:

Señor Jesús, aumenta mi fe porque a mayor fe, mayor felicidad. Concédeme esa fe que me permita ver todo como venido de la mano amorosa de Dios. Ayúdame a caminar por la senda de una fe viva, operante y luminosa.

Petición:

Señor, dame la gracia de ser levadura que transforme todo mi entorno con tu gracia y ayuda.

Meditación:

Dios es providente y tiene cuidado de todos nosotros, desde las cosas más pequeñas hasta en los grandes acontecimientos; todo lo ordena para nuestra salvación, no permite nada que no sea con este fin y puede sacar el bien incluso de las consecuencias de un mal. Como dice la Escritura, todo coopera para el bien de los que aman a Dios. Debemos vivir con esta profunda convicción de que no nos pasa nada que Dios no quiera y que todo lo que Él permite es lo mejor. Dios es el Señor de nuestras vidas, aun cuando los caminos de su providencia nos parezcan incomprensibles. Tratemos de ver al Señor en los acontecimientos, busquemos comprender los mensajes que nos envía por medio de ellos la Providencia. Mientras más nos dejemos tocar por el amor de Dios en la oración, en lo sacramentos, en lo ordinario, tanto más podremos vivir abandonados a sus designios, convencidos de que las cosas sólo son importantes en la medida en que nos permiten amar al Señor. Dejemos que la Providencia decida qué hace con nosotros.

Reflexión apostólica:

Nuestra espiritualidad parte de una experiencia y una convicción profunda del amor eterno de Dios. Su amor está en el origen de nuestra vocación y en el centro de nuestra vida cristiana. Su amor es la única motivación válida para perseverar en nuestra misión de apóstoles y hombres del Reino.

Propósito:

Esforzarme por sacar algo bueno de cada situación viendo en todo la mano de Dios.

Diálogo con Cristo:

Gracias Jesús por tu amor, ayúdame a hacer propia la realidad y el dinamismo de este amor. Que conozca, viva y comunique tu amor hasta lograr que el amor de Dios Padre llegue a todos los hombres.

«Agradece a tu Señor el don de tu libertad; agradece a tu Señor que respete tu libertad» (Cristo al centro, n. 1476).

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