Al hombre no lo hace rico lo que posee materialmente. El hombre es rico en la medida en que te tiene a Ti, Dios mío.
Lucas 12, 13-21. Lunes XXIX de tiempo ordinario, Ciclo C, Cuidado con la avaricia.
Por: H. Cristian Gutiérrez LC | Fuente: www.missionkits.org
Lucas 12, 13-21. Lunes XXIX de tiempo ordinario, Ciclo C, Cuidado con la avaricia.
Por: H. Cristian Gutiérrez LC | Fuente: www.missionkits.org
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Te
amo Señor porque eres mi Dios y mi Salvador. Confío en Ti porque nunca
me has fallado y no puedes mentirme ni engañarme. Creo en Ti porque te
has revelado a mí. Reconozco, Señor, mi miseria y mi pecado y por ello
acudo a Ti. Te entrego todo lo que soy y lo que tengo. Gracias por tu
presencia en mi vida. Gracias por los dones que siempre, día tras día me
das. Te pido me concedas la gracia de conocerte y amarte un poco más,
para así poderte imitar y transmitir a los demás.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 12, 13-21
En
aquel tiempo, hallándose Jesús en medio de una multitud, un hombre le
dijo: “Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia”.
Pero Jesús le contestó: “Amigo, ¿quién me ha puesto como juez en la
distribución de herencias?”.
Y
dirigiéndose a la multitud, dijo: “Eviten toda clase de avaricia,
porque la vida del hombre no depende de la abundancia de los bienes que
posea”.
Después
les propuso esta parábola: “Un hombre rico obtuvo una gran cosecha y se
puso a pensar: '¿Qué haré, porque no tengo ya en dónde almacenar la
cosecha? Ya sé lo que voy a hacer: derribaré mis graneros y construiré
otros más grandes para guardar ahí mi cosecha y todo lo que tengo.
Entonces podré decirme: Ya tienes bienes acumulados para muchos años;
descansa, come, bebe y date a la buena vida'. Pero Dios le dijo:
'¡Insensato! Esta misma noche vas a morir. ¿Para quién serán todos tus
bienes?'. Lo mismo le pasa al que amontona riquezas para sí mismo y no
se hace rico de lo que vale ante Dios”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
¡Qué
buena lección me das hoy en este Evangelio! “La vida del hombre no
depende de la abundancia de bienes que posea». El mundo actual a veces
me presenta lo contrario a lo que me dices en este pasaje. Él a veces me
define por la cantidad de dinero que poseo, la ropa que visto, las
marcas de las cosas que uso, la clase social a la que pertenezco. Y Tú
me dices que la vida del hombre va más allá.
Mi
vida no depende de lo que tengo en mi bolsa o en mi cuenta bancaria, de
la ropa que uso o el teléfono que dispongo. Mi vida depende de Ti, del
amor con el que me amas y me mantienes en la existencia. Mi vida es el
pensamiento constante de tu amor por mí. Hoy me enseñas que podría
faltarme el dinero, el televisor, el celular, la moda, los viajes, etc…,
y no por ello soy menos hombre. ¡Pero ay de mí sí me faltas Tú!
Al hombre no lo hace rico lo que posee materialmente. El hombre es rico en la medida en que te tiene a Ti.
Una
segunda enseñanza está en la vida eterna. Tú me llamas a vivir para
siempre. Por ello, todo en mi vida lo debo medir de cara a la eternidad.
Disponer de las cosas que me das en la medida en la cual me ayudan a
llegar a Ti y al cielo. Porque podría tener asegurado todo el adorno de
mi vida… pero mi vida está en tus manos y depende de Ti mi existencia.
Ayúdame, Señor, a vivir mi vida de cara a la eternidad. Que no ponga mi confianza en los bienes materiales sino en Ti.
“Afrontar
la vanidad cotidiana, el veneno del vacío que se insinúa en nuestras
sociedades basadas en el beneficio y en el haber, que engañan a los
jóvenes con el consumismo. El Evangelio nos llama la atención
precisamente sobre lo absurdo de basar la propia felicidad en el haber
[…] La verdadera riqueza es el amor de Dios, compartido con los
hermanos. Ese amor que viene de Dios y hace que lo compartamos y nos
ayudamos entre nosotros. Quién experimenta esto no teme a la muerte, y
recibe la paz del corazón”.
(Homilía de S.S. Francisco, 4 de agosto de 2013).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte
uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si
crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a
continuación.
Hoy rezaré un padrenuestro por los moribundos para que Dios les conceda su misericordia y salvación.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Amén.
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