lunes, 30 de enero de 2017

  Nuestra misión es evangelizar y llevar la palabra de Dios a todos los rincones del planeta y por sobre todo predicar las enseñanzas de Jesús, doctrina de la Iglesia... ¡Ora por nosotros!     Dona aquí        Si nos lees desde un teléfono celular, entonces prueba nuestra versión para dispositivos móviles -» Clic aquí    Comparte el Evangelio en las redes sociales     Facebook      Twitter     Whatsapp     Google    Diálogo introductorio con Jesús Señor, despierto hoy con la esperanza depositada en tu amor, quiero escuchar tu voz en cada una de las acciones que realizarás en mi vida y descubrir que me llamas a ser feliz en cada una de ellas, porque Tú eres siempre bueno y misericordioso con todos. Bendito Dios, ven y háblame para guiar mi existencia por senderos seguros que me den tranquilidad y la plena certeza de que me has creado para ser feliz, no quiero vivir en la desgracia. Señor, estoy seguro de que ningún problema o tristeza me la has enviado Tú, son sólo situaciones de la vida que no podemos evitar, pero con tu ayuda vamos a vencer, porque tu amor es eterno y tu misericordia no tiene medida. Amén Evangelio del día: Encontrarse con Dios es liberador y sanador Marcos 5,1-20 - IV lunes tiempo ordinario: Todos nosotros hemos tenido en nuestra vida algún encuentro con Jesús Santo Evangelio según San Marcos 5,1-20 Jesús expulsa una legión de demonios: En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos. Apenas Jesús desembarcó, le salió al encuentro desde el cementerio un hombre poseído por un espíritu impuro. Él habitaba en los sepulcros, y nadie podía sujetarlo, ni siquiera con cadenas. Muchas veces lo habían atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado los grillos, y nadie podía dominarlo. Día y noche, vagaba entre los sepulcros y por la montaña, dando alaridos e hiriéndose con piedras. Al ver de lejos a Jesús, vino corriendo a postrarse ante él, gritando con fuerza: "¿Qué quieres de mí, Jesús, Hijo de Dios, el Altísimo? ¡Te conjuro por Dios, no me atormentes!" Porque Jesús le había dicho: "¡Sal de este hombre, espíritu impuro!" Después le preguntó: "¿Cuál es tu nombre?" Él respondió: "Mi nombre es Legión, porque somos muchos". Y le rogaba con insistencia que no lo expulsara de aquella región. Había allí una gran piara de cerdos que estaba paciendo en la montaña. Los espíritus impuros suplicaron a Jesús: "Envíanos a los cerdos, para que entremos en ellos". Él se lo permitió. Entonces los espíritus impuros salieron de aquel hombre, entraron en los cerdos, y desde lo alto del acantilado, toda la piara -unos dos mil animales- se precipitó al mar y se ahogó. Los cuidadores huyeron y difundieron la noticia en la ciudad y en los poblados. La gente fue a ver qué había sucedido. Cuando llegaron a donde estaba Jesús, vieron sentado, vestido y en su sano juicio, al que había estado poseído por aquella Legión, y se llenaron de temor. Los testigos del hecho les contaron lo que había sucedido con el endemoniado y con los cerdos. Entonces empezaron a pedir a Jesús que se alejara de su territorio. En el momento de embarcarse, el hombre que había estado endemoniado le pidió que lo dejara quedarse con él. Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: "Vete a tu casa con tu familia, y anúnciales todo lo que el Señor hizo contigo al compadecerse de ti". El hombre se fue y comenzó a proclamar por la región de la Decápolis lo que Jesús había hecho por él, y todos quedaban admirados". Palabra del Señor. Reflexión del Papa Francisco En la Biblia hay muchos encuentros con Jesús. También en el Evangelio. Y son todos distintos entre sí. Verdaderamente cada uno tiene su encuentro con Jesús Está, por ejemplo, el de Natanael, el escéptico. Inmediatamente Jesús con dos palabras lo tira por los suelos. De tal modo que el intelectual admite: "¡Tú eres el Mesías!". Está también el encuentro de la Samaritana que, a un cierto punto, se siente en medio de un problema e intenta ser teóloga: "Pero este monte, el otro…". Y Jesús le responde: "Pero tu marido, tu verdad". La mujer en el propio pecado encuentra a Jesús y va a anunciarlo a los de la ciudad: "Me ha dicho todo lo que he hecho; ¿será tal vez el Mesías?". Está además el encuentro del leproso, uno de los diez curados, que regresa para agradecer. Y, además, el encuentro de la mujer enferma desde hacía dieciocho años, que pensaba: "Si al menos lograra tocar el manto estaría curada" y encuentra a Jesús. Y también el encuentro con el endemoniado del que Jesús expulsa tantos demonios que se dirigen hacia los cerdos y después quiere seguirlo y Jesús le dice "No, vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo". Podemos hallar muchos encuentros en la Biblia, porque el Señor nos busca para tener un encuentro con nosotros y cada uno de nosotros tiene su propio encuentro con Jesús. Quizá lo olvidamos, perdemos la memoria hasta el punto de preguntarnos: "Pero ¿cuándo yo me encontré con Jesús o cuándo Jesús me encontró?". Seguramente Jesús te encontró el día de tu Bautismo: eso es verdad, eras niño. Y con el Bautismo te ha justificado y te ha hecho parte de su pueblo. Todos nosotros hemos tenido en nuestra vida algún encuentro con Él, un encuentro verdadero en el que sentí que Jesús me miraba. No es una experiencia sólo para santos. Y si no recordamos, será bonito hacer un poco de memoria y pedir al Señor que nos dé la memoria, porque Él se acuerda, Él recuerda el encuentro... (Homilía en Santa Marta, 24 de abril de 2015) Oración de Sanación Dios, Padre amado y amigo, gracias por el inmenso poder de Jesucristo, por tu fuerza a través de Él para propagar el bien, por la realidad de su misericordia, y la energía de su amor en mi vida. Te doy gracias también porque me libras de todos mis abismos, de todos aquellos apegos terrenales con las que me he involucrado y manchado mi alma y me han apartado de tener una relación Contigo. Te pido que, con tu gracia y tu sabiduría, me ayudes a saber discernir lo que me conviene y lo que no, lo que ayuda a mi crecimiento espiritual y aquello que opaca y oscurece mi alma. Ven y libra mi corazón del espíritu de la vanidad que no deja alimentar mi fe. Lléname de sabiduría, fortaleza, humildad y de todo lo que necesito para expulsar de mí todos los males que habitan en mi interior. Quiero ser testigo de tu amor y de tu misericordia, testigo de tu bondad y de tu poder liberador que me acompaña siempre fortaleciendo mi mente y mi espíritu. Como todo aquel a quien has invitado a seguirte, a desprenderse de toda atadura, yo también deseo servirte sin reparos, sin medidas, sin mezquindad, sin pensar en función del bien que recibiré a cambio. Ayúdame a ser generoso en perdón y que jamás tome en cuenta cuanta caridad he de hacer para conseguir la salvación. Confío mi vida en tus manos, dejándome abrazar por tu consuelo que da seguridad, sintiéndome liberado y amado por Ti. Amén Propósito para hoy Pediré al Padre por todos los que ocupan puestos con responsabilidad en el ámbito político, económico y social, para que Dios les conceda sabiduría. Frase de reflexión: "Un inmejorable programa de vida para todos: Las Bienaventuranzas y Mateo 25". Papa Francisco   Comparte el Evangelio en las redes sociales    Facebook      Twitter      Whatsapp      Google      Artículos de interés    Santa Jacinta Mariscotti. Abogada de los enfermos y de los ancianos    Papa Francisco: Ni el más grande pecador está excluido del amor de Dios Papa Francisco: Los cristianos están llamados a imitar la misión de Cristo de revelar el amor de Dios a todas las personas    Día 9: Novena a San Juan Bosco: Por la conversión de los pecadores San Juan Bosco fue un sacerdote muy devoto de Jesús y de la Virgen que ayudó a los jóvenes perdidos y desorientados a encontrarse con Dios    Mujer: Dios te ama, no aceptes cualquier cosa, no mendigues amor Mujer: no puedes aceptar cualquier cosa. 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