Por
eso en medio de las tempestades, sequedades, esterilidades de la vida,
el cristiano vive de esa virtud ... la esperanza.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 21,20-28:
Lectura del santo evangelio según san Lucas 21,20-28:
"Cuando
vean a Jerusalén sitiada por los ejércitos, sepan que su ruina está
próxima. Los que estén en Judea, que se refugien en las montañas; los
que estén dentro de la ciudad, que se alejen; y los que estén en los
campos, que no vuelvan a ella. Porque serán días de escarmiento, en que
todo lo que está escrito deberá cumplirse. ¡Ay de las que estén
embarazadas o tengan niños de pecho en aquellos días! Será grande la
desgracia de este país y la ira de Dios pesará sobre este pueblo.
Caerán al filo de la espada, serán llevados cautivos a todas las
naciones, y Jerusalén será pisoteada por los paganos, hasta que el
tiempo de los paganos llegue a su cumplimiento. Habrá señales en el
sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, los pueblos serán
presa de la angustia ante el rugido del mar y la violencia de las olas.
Los hombres desfallecerán de miedo por lo que sobrevendrá al mundo,
porque los astros se conmoverán. Entonces se verá al Hijo del hombre
venir sobre una nube, lleno de poder y de gloria. Cuando comience a
suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por
llegarles la liberación".
Palabra de Dios
Reflexión: Monseñor Luis Alberto Fernandez Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Buenos Aires
El
creyente cristiano debe ser consciente que la existencia tiene sentido,
que su vida tiene sentido, que no se puede vivir sin tener exigencias,
sin asumir responsabilidades en la vida.
En
la vida vamos madurando, desde aquella pequeña semilla del amor del
varón y la mujer, nuestros padres, hasta esa plenitud que no sólo está
en lo físico, en lo intelectual, en lo psíquico, sino esa madurez
fundamental que se da en la plenitud espiritual y que se alcanza con la
sabiduría; que la va dando, es cierto, el paso del tiempo, la
experiencia de los años, pero mucho más lo va haciendo la cercanía y la
amistad con Jesús, que crece día a día. Es en esa amistad con Él que nos
enseña a asumir la vida con fe, haciendo el camino cada día, con la
certeza de su presencia viendo y sintiéndonos amados, aún en medio de
las pruebas y dificultades de cada instante, pero que en el fondo
caminamos confiados, como viendo y sintiendo al que invisible permanece
al lado nuestro, más real que nosotros y nos anima.
Por
eso en medio de las tempestades, sequedades, esterilidades de la vida,
el cristiano vive de esa virtud, la esperanza. Sumergidos en ese mar
sin límites del infinito amor de Dios y desplegamos nuestra vida
serenamente, dejándonos llevar por el viento ardoroso del Espíritu y
guiados y conducidos por ese único timonel, Jesucristo, que va llevando
nuestra vida, como una barca hasta el puerto tan deseado que es la casa
del Padre.
Por
eso nos dice Jesús en el Evangelio de hoy “Tengan ánimo y levanten la
cabeza”; como nos decía el Papa Juan Pablo II en aquella visita a los
argentinos “Argentina, levántate y camina”.
No
son tiempos los nuestros para bajonearnos o andar de brazos cruzados
viviendo de arriba, de nuestros padres, o de conquistas pasadas de
nuestros abuelos. Hoy se nos pide, y en especial a los jóvenes vivir con
una vida plena, buscando, yendo hacia los hermanos que también esperan
que alguien les diga que existe una vida plena, llena de sentido, que te
libera de las esclavitudes, de la droga, de la violencia, de la
injusticia, de la exclusión, donde a veces nos sentimos como sobrantes
de esta sociedad.
Qué
lindo queridos jóvenes que así como solés hacer, ayudes, no sólo a
levantarte vos, sino también con alegría, con tu estudio, con tu canto,
con tu trabajo solidario, cuando misionas o cuando ayudas a levantar
esos techos a los que están sin vivienda, cuando vas de campamento y
vivís con alegría o ayudas a un anciano; respetas la pureza de tu cuerpo
y de tu novia/o, queriendo formar una familia en serio. No dudes que
con Jesús estás liberando en serio esta Argentina y este mundo.
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