Nos lo sugiere san Pablo: “En nombre de Cristo os
pedimos: ¡que os reconciliéis con Dios”. Este esfuerzo de conversión
no es solamente una obra humana, es dejarse reconciliar. La
reconciliación entre nosotros y Dios es posible gracias a la
misericordia del Padre que, por amor a nosotros, no dudó
en sacrificar a su Hijo unigénito.
Miércoles de ceniza
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Creo en Ti,
Dios mío, porque eres la Verdad misma; espero en Ti,
porque eres la Bondad y la Misericordia infinita. Te amo
sobre todas las cosas, porque a Ti sólo debo amarte,
con todo mi corazón, con toda mi alma y con
todas mis fuerzas.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 6, 1-6. 16-18
En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Tengan cuidado de
no practicar sus obras de piedad delante de los hombres,
para que los vean. De lo contrario, no tendrán recompensa
con su Padre celestial.
Por lo tanto, cuando des limosna,
no lo anuncies con trompeta, como hacen los hipócritas en
las sinagogas y por las calles, para que los alaben
los hombres. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa.
En cambio, cuando tú de limosna, que nos sepa tu
mano izquierda lo que hace la derecha, para que tu
limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve lo
secreto, te recompensará.
Cuando ustedes hagan oración, no sean como
los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en
las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para
que los vea la gente. Yo les aseguro que ya
recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando vayas a orar,
entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora ante
tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu
Padre, que ve lo secreto, te recompensará.
Cuando ustedes ayunen,
no pongan cara triste, como esos hipócritas que descuidan la
apariencia de su rostro, para que la gente note que
están ayunando. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate
la cara para que no sepa la gente que estás
ayunando, sino tu Padre, que está en lo secreto; y
tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará”.
Palabra del
Señor.
Reflexiona lo que Dios te dice en el Evangelio (te sugerimos leer esto que dijo el Papa)
«Queridos hermanos
y hermanas: El Señor no se cansa nunca de tener
misericordia de nosotros, y quiere ofrecernos una vez más su
perdón —todos tenemos necesidad de Él—, invitándonos a volver a
Él con un corazón nuevo, purificado del mal, purificado por
las lágrimas, para compartir su alegría. ¿Cómo acoger esta invitación?
Nos lo sugiere san Pablo: “En nombre de Cristo os
pedimos: ¡que os reconciliéis con Dios”. Este esfuerzo de conversión
no es solamente una obra humana, es dejarse reconciliar. La
reconciliación entre nosotros y Dios es posible gracias a la
misericordia del Padre que, por amor a nosotros, no dudó
en sacrificar a su Hijo unigénito. En efecto, Cristo, que
era justo y sin pecado, fue hecho pecado por nosotros
cuando cargó con nuestros pecados en la cruz, y así
nos ha rescatado y justificando ante Dios. “En Él” podemos
llegar a ser justos, en Él podemos cambiar, si acogemos
la gracia de Dios y no dejamos pasar en vano
este “tiempo favorable”. Por favor, detengámonos, detengámonos un poco y
dejémonos reconciliar con Dios.
Con esta certeza, comencemos con confianza
y alegría el itinerario cuaresmal. Que María, Madre inmaculada, sin
pecado, sostenga nuestro combate espiritual contra el pecado y nos
acompañe en este momento favorable, para que lleguemos a cantar
juntos la exultación de la victoria el día de Pascua.
Y en señal de nuestra voluntad de dejarnos reconciliar con
Dios, además de las lágrimas que estarán “en lo secreto”,
en público realizaremos el gesto de la imposición de la
ceniza en la cabeza. El celebrante pronuncia estas palabras: “Acuérdate
de que eres polvo y al polvo volverás”, o repite
la exhortación de Jesús: “Convertíos y creed el Evangelio”. Ambas
fórmulas constituyen una exhortación a la verdad de la existencia
humana: somos criaturas limitadas, pecadores siempre necesitados de penitencia y
conversión. ¡Cuán importante es escuchar y acoger esta exhortación en
nuestro tiempo! La invitación a la conversión es, entonces, un
impulso a volver, como hizo el hijo de la parábola,
a los brazos de Dios, Padre tierno y misericordioso, a
llorar en ese abrazo, a fiarse de Él y encomendarse
a Él.» (Homilía de S.S. Francisco, 18 de febrero de
2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante
de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con
Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que
más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees
que es lo que Dios te pide, vive lo que
se te sugiere a continuación.
Preferentemente en familia, acudir a
recibir la ceniza en una iglesia o capilla cercana.
«Contra
ellas (las fuerzas del mal en nosotros) se necesita la
lucha permanente a que nos invita de modo particular el
tiempo de Cuaresma, y tiene por finalidad el retorno sincero
al Padre Celestial, infinitamente bueno y misericordioso. Este retorno, fruto
de un acto de amor, será tanto más expresivo y
grato a él cuando más acompañado vaya del sacrificio de
algo necesario y, sobre todo, de las cosas superfluas.»
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