lunes, 9 de mayo de 2016

Jesús es la parábola del Padre, y así nos dice: «¡Animo! Yo he vencido al mundo» y participando conmigo en una fe confiada, también vosotros podéis encontrar la paz y la serenidad frente al mundo. 


Lectura del santo evangelio según san Juan 16,29-33

En aquel tiempo, dijeron los discípulos a Jesús: - «Ahora sí que hablas claro y no usas comparaciones. Ahora vemos que lo sabes todo y no necesitas que te pregunten; por ello creemos que saliste de Dios.» Les contestó Jesús: - ¿Ahora creéis? Pues mirad: está para llegar la hora, mejor, ya ha llegado, en que os disperséis cada cual por su lado y a mí me dejéis solo. Pero no estoy solo, porque está conmigo el Padre. Os he hablado de esto, para que encontréis la paz en mí. En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo.»
  • «Pero confiad, yo he vencido al mundo»

El contexto del evangelio de hoy se sitúa dentro del ambiente de convivencia y de despedida antes de la Pasión de Jesús. Juan narra un largo y sustancioso discurso del Señor donde va revelando su identificación con el Padre. Quiere fortalecer la fe de sus discípulos para que entiendan el significado que su vida, pasión y muerte tienen desde el principio de los tiempos. La reconciliación de Dios con los hombres sucede en Jesús. Jesús dice a los discípulos: «pues el Padre mismo os quiere, porque me queréis a mí y creéis que salí de Dios. Salí del Padre y he venido al mundo. Ahora dejo otra vez el mundo y voy al Padre». Al oír esta afirmación de Jesús, los discípulos responden: Ahora sí que hablas claro, y no dices ninguna parábola. Los discípulos pensaban que lo entendían todo. Sí, realmente, ellos captaron una luz verdadera para aclarar sus problemas. Pero era una luz aún muy pequeña. Jesús es para nosotros la revelación de Dios como Padre. Jesús mismo, era y sigue siendo una gran parábola o revelación de Dios para nosotros. Pero una revelación que supera nuestra comprensión, desarma nuestros esquemas y sorprende con sus exigencias. Creer en Jesús es una tarea que el creyente tiene para cada momento de su vida. Jesús es el prototipo que seguir e imitar para cumplir el designio personal de cada creyente. Jesús es la parábola del Padre, y así nos dice: «¡Animo! Yo he vencido al mundo» y participando conmigo en una fe confiada, también vosotros podéis encontrar la paz y la serenidad frente al mundo. Porque dice Jesús, «yo no estoy sólo, el Padre está conmigo«, así también acompaña nuestros pasos amorosamente en toda nuestra vida. Pidamos al Padre como Jesús, que el Espíritu guie nuestros caminos, que su Reino se haga realidad a través de nosotros, que se cumpla su voluntad, que es una voluntad liberadora y redentora para todos los hombres.

¿Tenemos la fuerza de Pablo y la fe en el Señor para ser verdaderos testigos y proclamadores de su salvación?
¿Creemos, como Jesús nos enseña, que cuanto pidamos al Padre en nombre del Señor nos lo concederá?
D. Oscar Salazar, O.P. 
Fraternidad San Martín de Porres (Madrid) 
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