lunes, 5 de septiembre de 2016

Jesús resucitado sigue haciendo resonar su voz entre nosotros, y nos hace arder el corazón cuando nos disponemos a escucharla, y cuánto más en éste mes en que la Iglesia nos invita a profundizar nuestra relación con la Palabra. Él sigue levantando su voz en medio de las situaciones de violencia, de adicciones y situaciones de muerte en la que la juventud esta tentada ha instalarse.
El levantarse, ponerse de pie, es signo de una persona viva, de una persona resucitada.


Lectura del santo evangelio según san Lucas 6,6-11:
Fuente: http://www.oleadajoven.org.ar/index.php/Articulos/5026
 
Un sábado, entró Jesús en la sinagoga a enseñar. Había allí un hombre que tenla parálisis en el brazo derecho. Los escribas y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué acusarlo.
Pero él, sabiendo lo que pensaban, dijo al hombre del brazo paralítico: «Levántate y ponte ahí en medio.» Él se levantó y se quedó en pie.
Jesús les dijo: «Os voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado, hacer el bien o el mal, salvar a uno o dejarlo morir?»
Y, echando en torno una mirada a todos, le dijo al hombre: «Extiende el brazo.»
Él lo hizo, y su brazo quedó restablecido. Ellos se pusieron furiosos y discutían qué había que hacer con Jesús.

Reflexión: P. David Silva,  encargado de la Pastoral Juvenil de la Diócesis de Cruz del Eje

En el Evangelio de hoy, San Lucas, nos cuenta que Jesús entró en la Sinagoga y comenzó a enseñar. En medio de toda la gente que allí estaba presente se encuentra éste hombre con su mano paralizada. Todo se lleva a cabo ante la mirada atenta de los escribas y fariseos que buscaban algo de que acusar a Jesús. Jesús conociendo el pensamiento de ellos, les hace la pregunta que va a preparar la curación del Hombre de su mano paralizada.

Pero yendo hacia el corazón de éste texto, nos encontramos con Jesús que sana al enfermo. La salud del enfermo es fruto del encuentro con Jesús. El enfermo es el que vive en la necesidad, en la debilidad, el que no tiene estabilidad de modo que siempre depende de otros. Nada puede por sí solo. Ante ésta situación el enfermo escucha dos invitaciones de Jesús que le dice: “levántate” y “extiende tu mano”. En éstas dos invitaciones Jesús tiene la iniciativa, es Jesús quien da el primer paso, y lo hace por puro amor. El hombre nada le ha pedido, Jesús actúa con libertad, por pura gratuidad.

Jesús resucitado sigue haciendo resonar su voz entre nosotros, y nos hace arder el corazón cuando nos disponemos a escucharla, y cuánto más en éste mes en que la Iglesia nos invita a profundizar nuestra relación con la Palabra. Él sigue levantando su voz en medio de las situaciones de violencia, de adicciones y situaciones de muerte en la que la juventud esta tentada ha instalarse.
El levantarse, ponerse de pie, es signo de una persona viva, de una persona resucitada.

Y así podemos iluminar la experiencia propia de la juventud “Levántate” joven que Jesús te llama a seguirlo. “Levántate” de tu parálisis que no te permite expresarte con libertad. Levántate de tu comodidad, de tus caprichos, Jesús y tus hermanos te necesitan de pie, listo para caminar en Él, junto a los demás.

También “Extiende tu mano”, extiende hacia él tu debilidad, para que en ti se manifieste su fuerza. “Extiende” tu corazón, tu voluntad, tu libertad, tu pensar hacia Él, porque solo Él tiene vida plena para darnos. Porque Él “nada quita, y lo da todo”, nos decía Benedicto el día de inicio en su ministerio como sucesor de Pedro. “Extiende tu herida”, porque Él es nuestro Buen Pastor que nos venda y nos cura, con el aceite de su misericordia y de su consuelo.

Solo una Juventud de pie, que constantemente extiende su vida al Señor, es capaz de levantar a otros, es capaz de expresar la verdad de que Jesús es el único Salvador, que espera nuestro aporte, para que él obre en nosotros aquello que para nosotros es imposible.
“Levántate y extiende tu mano”, Jesús nos espera. Hagámoslo, sin temor y con amor.


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