viernes, 30 de septiembre de 2016

Es la conversión un llamado no sólo a los no creyentes o a los que profesan otras creencias, sino a los propios cristianos. Es el medio que tenemos para que nuestro corazón no se endurezca.



San Lucas 10,13-16:
El llamado a la conversión

Autor: Regnum Christi

Fuente: Regnum Christi Para suscribirse


Evangelio: San Lucas 10,13-16:

En aquel tiempo, Jesús dijo: "!Ay de ti, ciudad de Corozaín! ¡Ay de ti, ciudad de Betsaida! Porque si en las ciudades de Tiro y de Sidón se hubieran realizado los prodigios que se han hecho en ustedes, hace mucho tiempo que hubieran hecho penitencia, cubiertas de sayal y de ceniza. Por eso el día del juicio será menos severo para Tiro y Sidón que para ustedes. Y tú, Cafarnaúm, ¿crees que serás encumbrada hasta el cielo? No. Serás precipitada en el abismo". Luego, Jesús dijo a sus discípulos: "El que los escucha a ustedes, a mí me escucha; el que los rechaza a ustedes, a mí me rechaza y el que me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado".

Meditación

Este pasaje nos muestra cómo al que más se le ha dado, más se le exigirá. Podríamos traducir esta exigencia en términos de conversión. Nosotros, bautizados y guiados en nuestra fe, habiendo recibido innumerables gracias de Dios, tenemos la obligación moral de corresponder. Es la conversión un llamado no sólo a los no creyentes o a los que profesan otras creencias, sino a los propios cristianos. Es el medio que tenemos para que nuestro corazón no se endurezca. Es la conversión la que hace que el hombre viejo dé paso al hombre nuevo; es la renovación diaria de nuestro corazón para Dios. Cada día que empieza es una oportunidad de volver al camino de la voluntad de Dios, de renovar las promesas bautismales y de reconocer los errores cometidos. Esto nos mantendrá en continua conversión y nos alejará de llevar un cristianismo hueco y superficial.
Pero para ello, no basta con asistir sólo a la misa y seguir los mandamientos de la Iglesia; debemos ir más allá: buscar cada mañana encontrarnos con Jesucristo a través de la oración, de la alabanza a su nombre y de la lectura diaria de las Sagradas Escrituras, pues en ellas se nos revelan los misterios del Reino y las grandes promesas que como hijos de Dios tenemos. Después de leer el evangelio de hoy, sería bueno preguntarnos si hemos tenido un verdadero encuentro con Jesucristo o sólo nos hacemos llamar "cristianos" por costumbre o tradición. Y si hoy sentimos el llamado de Dios a la conversión, busquemos como nunca antes encontrarnos con Jesucristo, elevándole una oración en la intimidad y clamando su presencia desde lo más profundo de nuestro ser.

Reflexión apostólica:

El apóstol de este tiempo es aquel que va dando alegría y esperanza a la gente con la que convive. Es aquel que lucha día a día por su propia conversión, aquel que busca dar a conocer el amor de Dios a todos los hombres a través de la predicación incansable del Evangelio para lograr la conversión de los corazones y la construcción de una civilización de justicia y amor cristianos.

Propósito:

Descubrir y valorar la fe.

jueves, 29 de septiembre de 2016


EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 1,47-51

P Germán Lechini | 29/09/2014 | 3.422 vistas


Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo: "Este es un verdadero israelita, un hombre sin doblez"."¿De dónde me conoces?", le preguntó Natanael. Jesús le respondió: "Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera".
Natanael le respondió: "Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel".
Jesús continuó: "Porque te dije: 'Te vi debajo de la higuera', crees . Verás cosas más grandes todavía". Y agregó: "Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre".

Palabra de Dios


Meditación

P. Germán Lechini Sacerdote Jesuita. Director del Centro Manresa que pertenece a la Pastoral juvenil y vocacional de la Compañia de Jesús en Argentina y Uruguay  


En la Fiesta de los Santos Arcángeles, la liturgia nos regala este precioso encuentro entre Natanael y Jesús, de donde podemos sacar dos notas bien importantes para nuestra meditación de hoy y para toda nuestra vida de fe.

Lo primero, reparemos en un hecho esencial, lo que Jesús celebra en Natanael es que sea un hombre sin doblez, un hombre transparente, un hombre sin cosas ocultas, sin doble vida, un hombre coherente, un hombre de una pieza. En ese sentido, en los ángeles celebramos también lo mismo, los ángeles son justamente creaturas que, delante de Dios, no tienen doblez, podríamos decir –jugando con la metáfora- que delante de Dios son transparentes. Primera invitación, entonces, que nos hace la Lectura de hoy: ser como los ángeles delante de Dios, personas transparentes y ser como Natanael, delante de los hombres, personas sin doblez, personas de una pieza.

Lo segundo que podemos apuntar en el Evangelio de hoy, es la promesa que Jesús regala a Natanael: “verás cosas más grandes todavía”. ¡Sí! Para quien se anime al encuentro, como lo hizo Natanael, para quien se abra a la Gracia, para quien se deje habitar por la presencia de Dios podrá estar seguro que verá cosas más grandes, que verá cosas nuevas, que verá el cielo abierto. Y aquí también los Santos Arcángeles tienen algo que decirnos, ellos son seres para quienes el cielo permanece siempre abierto, siempre claro, siempre limpio. Como ellos, como Natanael, también nosotros somos llamados a esa grandeza, a esa claridad, a esa limpieza, a ese “cielo abierto”.

En medicina, más específicamente en cirugía, se habla de una “operación a cielo abierto” cuando el cirujano tiene que intervenir algún órgano vital (ejemplo, el corazón) y necesita acceso directo a dicho órgano, para lo cual, debe cortar la piel e incluso correr huesos y, literalmente, abrirse paso hasta llegar a dicho órgano. Hoy, el Señor quiere también intervenir nuestra vida, nuestro corazón. Quiere encontrarse con nosotros de una manera tan íntima y transparente, que necesita hacerlo a “cielo abierto”, como lo hace con sus Ángeles, como lo hizo con Natanael.

Te propongo que el día de hoy nos dejemos “intervenir el corazón” para que también de nosotros se pueda decir, como de Natanael: que somos hombres y mujeres sin doblez; para que también de nosotros se pueda decir, como de los Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, que somos seres con el “cielo abierto”, con acceso directo al Dios de la Vida.

Que así sea!

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Hoy escuchamos el comienzo y los consejos de Jesús a sus seguidores de entonces y de todos los tiempos. ¿Qué es para Jesús vivir? ¿Cómo entiende él la vida? ¿Dónde está el secreto de su estilo de vida?



Lectura del santo evangelio según san Lucas 9,57-62:
En aquel tiempo, mientras iban de camino Jesús y sus discípulos, le dijo uno: «Te seguiré adonde vayas.»
Jesús le respondió: «Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.»
A otro le dijo: «Sígueme.»
Él respondió: «Déjame primero ir a enterrar a mi padre.»
Le contestó: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios.»
Otro le dijo: «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.»
Jesús le contestó: «El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios.»

Compartimos la Palabra

  •  Ir a Jerusalén. Testimonio de Jesús.

“Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén” (Lc 9,51). De esta forma describe el evangelista Lucas la firme decisión de Jesús de encarar en profundidad las consecuencias de su fidelidad íntegra al Padre y al Reino. Hoy escuchamos el comienzo y los consejos de Jesús a sus seguidores de entonces y de todos los tiempos.
El camino hacia Jerusalén muestra la diferencia entre la primera etapa de la vida pública de Jesús, marcada por la armonía y el entusiasmo de la gente sencilla al ver y experimentar la compasión, la honradez y credibilidad de Jesús, y la segunda y definitiva, en la que se mezclan abandonos de algunos discípulos, difamaciones, altercados y expulsiones de Jesús en sinagogas y, particularmente, acusaciones de las autoridades judías y planes para deshacerse de él.
Jesús se mantiene íntegro. Sabiendo lo que va a pasar, no sólo no se desdice de lo hecho o lo dicho, sino que encara el momento con una dignidad y una superioridad que no admitan dudas o equívocos sobre sus intenciones. Lo que hace es testimoniar lo que les dice en una magistral armonía. Primero les anuncia lo que va a pasar; sabiéndolo, sube a Jerusalén.
  •  Ir a Jerusalén. Lección para los discípulos

Antes de comentar la lección de Jesús hoy a sus discípulos, quiero rendir homenaje a un grupo de misioneros dominicos del s. XVII, con el P. Domingo de Erquicia a la cabeza, que, sabiendo lo que era muy probable que les sucediera en su Jerusalén particular, Japón, emprendieron el camino con la entereza y fuerza de Jesús. Y, después del testimonio de su palabra y su vida, fueron testigos de Jesús con su martirio. Hoy celebramos su santidad, y les felicitamos. Una cosa es hablar de subir a Jerusalén, otra muy distinta es no hablar, sino subir y, en su momento, morir por aquello que se predica y se vive.
Los seguidores de Jesús, particularmente los mártires, si no saben de forma concluyente, por humanos, intuyen, al menos, que el camino que siguen les hace avanzar hacia los valores evangélicos y las actitudes de Jesús: sencillez, generosidad, servicio, transparencia.
Simultáneamente, como el mismo Jesús, lo normal no es el aplauso y la consideración, sino todo lo contrario, el rechazo y la marginación.
Ellos siguen adelante, porque la opción tomada no admite otras prioridades a las que se refiere hoy Jesús. Su consigna es: “Tú vete a anunciar el Reino de Dios”, por encima de la familia si ésta fuera un obstáculo para el seguimiento; y por encima de posibles nostalgias que nos invitaran a mirar hacia lo que dejamos atrás. Nosotros a anunciar el Reino, contando con Jesús y con el Espíritu. No necesitamos más.
¿Qué es para Jesús vivir? ¿Cómo entiende él la vida?
¿Dónde está el secreto de su estilo de vida?
Fray Hermelindo Fernández RodríguezFray Hermelindo Fernández Rodríguez
La Virgen del Camino
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martes, 27 de septiembre de 2016

Luego, al comienzo del camino, Jesús sale de Galiela y lleva a sus discípulos para dentro del territorio de los samaritanos. Trata de formarlos para que puedan entender la apertura hacia lo Nuevo, hacia el “otro”, el diferente.





Lectio: 
 Martes, 27 Septiembre, 2016
Tiempo Ordinario

1) Oración inicial
¡Oh Dios!, que manifiestas especialmente tu poder con el perdón y la misericordia; derrama incesantemente sobre nosotros tu gracia, para que, deseando lo que nos prometes, consigamos los bienes del cielo. Por nuestro Señor.

2) Lectura
Del Evangelio según Lucas 9,51-56
Sucedió que como se iban cumpliendo los días de su asunción, él se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén. Envió, pues, mensajeros delante de sí, que fueron y entraron en un pueblo de samaritanos para prepararle posada; pero no le recibieron porque tenía intención de ir a Jerusalén. Al verlo sus discípulos Santiago y Juan, dijeron: «Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?» Pero, volviéndose, les reprendió; y se fueron a otro pueblo.

3) Reflexión
• El evangelio de hoy cuenta como Jesús decide ir para Jerusalén. Describe también las primeras dificultades que encuentra a lo largo del camino. Trae el comienzo de la larga y dura caminada desde la periferia hacia la capital. Jesús deja Galilea y sigue hacia Jerusalén. No todos le comprenden. Muchos le abandonan, pues las exigencias son grandes. Hoy pasa lo mismo. A lo largo del camino de nuestras comunidades, hay también incomprensión y abandono.
• “Jesús decide ir hacia Jerusalén”. Esta decisión va a marcar la larga y dura caminada de Jesús desde Galilea hacia Jerusalén, de la periferia hasta la capital. Esta caminada ocupa más de una tercera parte de todo el evangelio de Lucas (Lc 9,51 hasta el 19,28). Señal de que la caminada hasta Jerusalén tiene una importancia muy grande en la vida de Jesús. La larga caminada simboliza, al mismo tiempo, el camino que las comunidades estaban haciendo. Trataban de realizar el difícil paso del mundo judío hacia el mundo de la cultura griega. Simbolizaba también la tensión entre lo Nuevo que continuaba avanzando y lo Antiguo que se encerraba cada vez más. Y simboliza además la conversión que cada uno de nosotros tiene que hacer, tratando de seguir a Jesús. Durante el camino, los discípulos y las discípulas tratan de seguir a Jesús, sin volverse atrás. No siempre lo consiguen. Jesús dedica mucho tiempo a la instrucción de los que le siguen de cerca. Un ejemplo concreto de esta instrucción lo tenemos en el evangelio de hoy. Luego, al comienzo del camino, Jesús sale de Galiela y lleva a sus discípulos para dentro del territorio de los samaritanos. Trata de formarlos para que puedan entender la apertura hacia lo Nuevo, hacia el “otro”, el diferente.
• Lucas 9,51: Jesús decide ir para Jerusalén. El texto griego dice literalmente: "Cuando se completaron los días de su asunción (o arrebato), Jesús volvió su rostro hacia Jerusalén”. La expresiónasunción o arrebato evoca al profeta Elías que fue arrebatado al cielo (2 Re 2,9-11). La expresión volver el rostro evoca al Siervo de Yahvé que decía: “Puse mi cara dura como piedras, y sé que no seré engañado” (Is 50,7). Evoca también la orden que el profeta Ezequiel recibió de Dios: "¡Vuelve tu rostro hacia Jerusalén!" (Ez 21,7). Usando esas expresiones, Lucas sugiere que con la caminada hacia Jerusalén, comienza una oposición más declarada de Jesús contra el proyecto de la ideología oficial del Templo de Jerusalén. La ideología del Templo quería a un Mesías glorioso y nacionalista. Jesús quiere ser un Mesías-Siervo. Durante la larga caminada, esta oposición aumenta y, al final, termina en el arrebato o en la asunción de Jesús. La asunción de Jesús es su muerte en la Cruz, seguida de la resurrección.
• Lucas 9,52-53: Fracasa la misión en Samaría. Durante el viaje, el horizonte de la misión se ensancha. Jesús supera las fronteras del territorio y de la raza. Manda a sus discípulos a que preparen su venida en una aldea de Samaría. Pero la misión junto a los samaritanos fracasó. Lucas dice que los samaritanos no recibieron a Jesús porque él estaba yendo hacia Jerusalén. Por esto, si los discípulos hubiesen dicho a los samaritanos: “Jesús está yendo hacia Jerusalén para criticar el proyecto del Templo y para exigir una mayor apertura”, Jesús hubiera sido aceptado porque los samaritanos eran de la misma opinión. El fracaso de la misión se debe, probablemente, a los discípulos. Ellos no entendieron por qué Jesús “volvió la cara hacia Jerusalén”. La propa­ganda oficial del Mesías glorioso les impedía entrever. Los discípulos no entendieron la apertura de Jesús, y la misión fracasó.
• Lucas 9,54-55: Jesús no acepta la demanda de venganza.Santiago y Juan no quieren llevarse la derrota para casa. No aceptan que alguien no esté de acuerdo con sus ideas. Quieren imitar a Elías y usar el fuego para vengarse (2 Re 1,10). Jesús no acepta la propuesta. No quiere el fuego. Ciertas Biblias añaden: "¡No sabéis qué espíritu os mueve!" Significa que la reacción de los discípulos no era del Espíritu de Dios. Cuando Pedro sugiere a Jesús que no siga por el camino del Mesías Siervo, Jesús llamó a Pedro de satanás (Mc 8,33). Satanás es el mal espíritu que quiere mudar el rumbo de la misión de Jesús. Mensaje de Lucas para las comunidades: ¡aquellos que quieren impedir la misión entre los paganos están movidos por el mal espíritu!
• Durante los diez capítulos que describen el camino hasta Jerusalén (Lc 9,51 a 19,28), Lucas, constantemente, recuerda que Jesús está de camino hacia Jerusalén (Lc 9,51.53.57; 10,1.38; 11,1; 13,22.33; 14,25; 17,11; 18,31; 18,37; 19,1.11.28). Raramente, sin embargo, dice por dónde Jesús pasaba. Sólo aquí, al comienzo del viaje (Lc 9,51), en medio (Lc 17,11) y al final (Lc 18,35; 19,1), uno va sabiendo algo respecto del lugar por donde Jesús estaba pasando. Esto vale para las comunidades de Lucas y para todos nosotros. No podemos parar, aunque no siempre por donde pasamos está claro y definido. Lo cierto es el objetivo: Jerusalén.

4) Para la reflexión personal
• ¿Cuáles son los problemas que ya aparecen en tu vida como consecuencia de la decisión que has tomado de seguir a Jesús?
• ¿Qué aprendemos de la pedagogía de Jesús con sus discípulos que quieren vengarse de los samaritanos?

5) Oración final
Te dan gracias, Yahvé, los reyes de la tierra,
cuando escuchan las palabras de tu boca;
y celebran las acciones de Yahvé:
«¡Qué grande es la gloria de Yahvé! (Sal 138,4-5)

lunes, 26 de septiembre de 2016

Recibir a un niño en medio de nosotros significa acoger en nuestro corazón todas las virtudes que él representa. Y del mismo modo si queremos llegar a Cristo no nos queda otro camino más que el de la sencillez y humildad, el del servicio desinteresado a nuestro prójimo...

Del santo Evangelio según san Lucas 9, 46-50

En aquel tiempo se suscitó una discusión entre los discípulos sobre quién de ellos sería el mayor. Conociendo Jesús lo que pensaban en su corazón, tomó a un niño, le puso a su lado, y les dijo: «El que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, recibe a Aquel que me ha enviado; pues el más pequeño de entre vosotros, ése es mayor». Tomando Juan la palabra, dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre, y tratamos de impedírselo, porque no viene con nosotros». Pero Jesús le dijo: «No se lo impidáis, pues el que no está contra vosotros, está por vosotros». 

Oración 

Dios mío, permite que tenga este rato de oración con la sencillez, la confianza y la docilidad del corazón de un niño, consciente de mi pequeñez, de mi fragilidad y necesidad de dependencia, por ello te suplico, ven Espíritu Santo.

Petición

Señor, ayúdame a llevar a la práctica todas las enseñanzas que me deja tu Palabra.

Meditación del Papa

«La clave para descubrir el fundamento interno de esa singular experiencia [...], de ese estar abiertos a la participación en el conocimiento del Hijo: "Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios". La pureza de corazón es lo que nos permite ver. Consiste en esa sencillez última que abre nuestra vida a la voluntad reveladora de Jesús. Se podría decir también: nuestra voluntad tiene que ser la voluntad del Hijo. Entonces conseguiremos ver. Pero ser hijo significa existir en una relación; es un concepto de relación. Comporta abandonar la autonomía que se encierra en sí misma e incluye lo que Jesús quería decir con sus palabras sobre el hacerse niño. De este modo podemos comprender también la paradoja que se desarrolla ulteriormente en el Evangelio de Juan: que Jesús, estando sometido totalmente al Padre como Hijo, está precisamente por ello en total igualdad con el Padre, es verdaderamente igual a El, es uno con El» Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, primera parte, p. 136

Reflexión

En esta ocasión, los discípulos también se preocupan por saber quién sería el mayor de entre ellos. Suele suceder que en un grupo humano siempre hay uno o unos pocos que mandan y que en definitiva son los importantes. Los importantes en este mundo ocupan los primeros puestos, tienen muchos servidores a su disposición y quieren que se les tome en cuenta.

Cristo conocía el corazón humano y conocía el corazón de sus doce pescadores. Por ello, les previene de la forma más sencilla, a través del ejemplo de un niño. Porque si hay alguien en esta vida que nos da ejemplo de sencillez, naturalidad, candidez, franqueza son los niños. Quien sino ellos son el ejemplo auténtico de humildad de espíritu.

Por tanto, recibir a un niño en medio de nosotros significa acoger en nuestro corazón todas las virtudes que él representa. Y del mismo modo si queremos llegar a Cristo no nos queda otro camino más que el de la sencillez y humildad, el del servicio desinteresado a nuestro prójimo y en definitiva el camino de hacernos pequeños ante los demás que significa cortar todo engreimiento, vanidad y presunción delante de nuestro prójimo, y vivir para los demás olvidado totalmente de uno mismo.

Propósito

Confiar humildemente en que, unido a Cristo, puedo alcanzar la santidad con la sencillez de un niño.

Diálogo con Cristo

Jesús, Tú alabas la sencillez, la pureza, la apertura y la docilidad de los niños. Me pongo de rodillas y te digo que quiero ser una persona casta, pura, que pueda mirar directamente a los demás, con respeto y con amor fraterno.

viernes, 23 de septiembre de 2016


Lectura del santo evangelio según san Lucas 9,18-22: Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos, les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?»
Ellos contestaron: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.»
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Pedro tomó la palabra y dijo: «El Mesías de Dios.»
Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y añadió: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día.»


Meditacion P. Gustavo Gatto Asesor de la Pastoral Juvenil de la Diócesis de Villa María

Una vez mas esta pregunta que ya la hemos escuchado en algún domingo, Jesús les dice a sus apóstoles y nos dice a nosotros: "¿Quien dice la gente que soy yo, Quien dicen Ustedes que soy yo?"

Nos dejemos preguntar por Jesús; revisemos nuestras imágenes de Dios. A veces nos hacemos la idea de Dios: un Dios juez, un Dios que nos castiga, un Dios lejano, un Dios especie paracaídas que lo abrimos cuando venimos a pique o un Dios aseguradora, donde pensamos que cumpliendo determinadas cosas nada malo nos va a pasar; estamos libres de todo sufrimiento, y sin dudas que el rostro de Jesús es otro, es el Dios humano, el Dios divino, el hijo de Dios, el hijo del carpintero, el compañero de camino, el amigo.

Que cada uno pueda responder en su corazón quien es Jesús para él y así seguirlo de verdad.

jueves, 22 de septiembre de 2016

Tengo que preguntarme siempre: ¿quién es Jesús para mí?. Herodes quiere ver a Jesús. Era curiosidad morbosa y supersticiosa. Otros quieren ver a Jesús, porque quieren encontrar un sentido a la vida. Y ¿qué motivación tengo que me empuja a ver y a encontrar a Jesús?




Lectio: Jueves, 22 Septiembre, 2016
Tiempo Ordinario
1) Oración inicial
¡Oh Dios!, que has puesto la plenitud de la ley en el amor a ti y al prójimo; concédenos cumplir tus mandamientos para llegar así a la vida eterna. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del Evangelio según Lucas 9,7-9
Se enteró el tetrarca Herodes de todo lo que pasaba y estaba perplejo, porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos; otros, que Elías se había aparecido, y otros, que uno de los antiguos profetas había resucitado. Herodes dijo: «A Juan, le decapité yo.¿Quién es, pues, éste de quien oigo tales cosas?» Y buscaba verle.
3) Reflexión
• El evangelio de hoy nos presenta la reacción de Herodes ante la predicación de Jesús. Herodes no sabe situar a Jesús. Había matado a Juan Bautista y ahora quiere ver a Jesús de cerca. En el horizonte despuntan amenazas.
• Lucas 9,7-8: ¿Quién es Jesús? El texto empieza con un balance de las opiniones de la gente y de Herodes sobre Jesús. Algunos asociaban a Jesús con Juan Bautista y Elías. Otros lo identificaban como Profeta, esto es, como alguien que habla en nombre de Dios, que tiene el valor de denunciar las injusticias de los poderosos y que sabe animar la esperanza de los pequeños. Es el profeta anunciado en el Antiguo Testamento como un nuevo Moisés (Dt 18,15). Son las misma opiniones que Jesús mismo recoge de los discípulos al preguntarle: "¿Quién dice los demás que o soy?" (Lc 9,18). Las personas trataban de comprender a Jesús desde lo que ellos mismos conocían pensaban y esperaban. Trataban de enmarcarle dentro de los criterios familiares del Antiguo Testamento, con sus profecías y esperanza, y de la Tradición de los Antiguos, con sus leyes. Pero eran criterios insuficientes. Jesús no cabía allí dentro, ¡era más grande!
• Lucas 9,9: Herodes quiere ver a Jesús. “Entonces Herodes dijo: "A Juan, le decapité yo.¿Quién es, pues, éste de quien oigo tales cosas?” Y buscaba verle”. Herodes, hombre supersticioso y sin escrúpulos, reconoce ser el asesino de Juan el Bautista. Ahora quiere ver a Jesús. Lucas sugiere así que hay amenazas que empiezan a despuntar en el horizonte. Herodes no tuvo miedo de matar a Juan Bautista. No lo tendrá tampoco a la hora de matar a Jesús. Cuando le dijeron que Herodes trataba de hacerle preso, mandó a decirle: “«Id a decir a ese zorro: Yo expulso demonios y llevo a cabo curaciones hoy y mañana, y al tercer día soy consumado.” (Lc 13,32). Herodes no tiene poder sobre Jesús. Cuando en la hora de la pasión, Pilatos manda Jesús donde Herodes para que investigue sobre él, Jesús no le da ninguna respuesta (Lc 23,9). Herodes no merecía respuesta.
• De padre en hijo. Hay veces en que se confunden los tres Herodes que vivieron en aquella época, pues los tres aparecen en el Nuevo Testamento con el mismo nombre: a) Herodes, llamado el Grande, gobernó sobre Palestina del 37 al 4 antes de Cristo. Aparece en el nacimiento de Jesús (Mt 2,1). Mató a los niños de Belén (Mt 2,16). b) Herodes, llamado Antipas, gobernó sobre Galilea del 4 al 39 después de Cristo. Aparece en la muerte de Jesús (Lc 23,7). Mató a Juan Bautista (Mc 6,14-29). c) Herodes, llamado Agripa, gobernó sobre toda Palestina del 41 al 44 después de Cristo. Aparece en los Hechos de los Apóstoles (Hec 12,1.20). Mató al apóstol Santiago (He 12,2).
Cuando Jesús tenía más o menos cuatro años, murió el rey Herodes. Aquel que mató a los niños de Belén (Mt 2,16). Su territorio fue dividido entre los hijos. Arquéalo, uno de sus dos hijos, recibió el gobierno sobre la Judea. Era menos inteligente que el padre, pero más violento. Solamente en su toma de posesión fueron masacradas casi 3000 personas, ¡en la plaza del Templo! El evangelio de Mateo informa que María y José, cuando supieron que este Arquéalo había asumido el gobierno de Judea, tuvieron miedo de volver por allá y fueron a morar en Nazaret, en Galilea (Mt 2,­22), gobernada por otro hijo de Herodes, llamado Herodes Antipas (Lc 3,1). Este Antipas quedó en el poder por más de 40 años. Durante los treinta y tres años que Jesús vivió nunca huno cambios en el gobierno de Galilea.
Herodes el Grande, el padre de Herodes Antipas, había construido la ciudad de Cesaréa Marítima, inaugurada en el año 15 antes de Cristo. Era el nuevo puerto de desagüe de los productos de la región. Debía competir con el gran puerto de Tiro en el Norte, y así ayudar para el fomento del comercio en Samaria y en Galilea. Por esto, desde los tiempos de Herodes el Grande, la producción agrícola en Galilea empezaba a orientarse no más a partir de las necesidades de las familias, como era antes, sino desde las exigencias de mercado. Este proceso de cambio en la economía continuó durante todo el gobierno de Herodes Antipas, más de cuarenta años, y encontró en él a un organizador eficiente. Todos estos gobernantes estaban bajo dueño. Quien mandaba e Palestina, desde el 63 antes de Cristo, era Roma, el Imperio.
4) Para la reflexión personal
• Tengo que preguntarme siempre: ¿quién es Jesús para mí?
• Herodes quiere ver a Jesús. Era curiosidad morbosa y supersticiosa. Otros quieren ver a Jesús, porque quieren encontrar un sentido a la vida. Y ¿qué motivación tengo que me empuja a ver y a encontrar a Jesús?
5) Oración final
Sácianos de tu amor por la mañana,
y gozaremos y cantaremos de por vida.
Alégranos por los días que nos humillaste,
por los años en que conocimos la desdicha. (Sal 90,14-15)

(Santa Therese de  Lisieux)

miércoles, 21 de septiembre de 2016

Jesús llama invitando, no empujando; respeta escrupulosamente nuestra libertad y nos ayuda con su gracia para no equivocarnos en la decisión que tomemos; pero, seguimos siendo libres. El libro del Apocalipsis lo expresa así: “Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo” (Ap 3,20)



Lectura del santo evangelio según san Mateo 9, 9-13:
En aquel tiempo, vio Jesús al pasar a un hombre llamado Mateo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme.»
Él se levantó y lo siguió. Y, estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: «¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?»
Jesús lo oyó y dijo: «No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa "misericordia quiero y no sacrificios": que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.»

  • Respuesta de Mateo

Si la llamada es universal, ¿qué pasa con la respuesta? ¿Por qué tiene Jesús tan pocos seguidores? Porque Jesús llama invitando, no empujando; respeta escrupulosamente nuestra libertad y nos ayuda con su gracia para no equivocarnos en la decisión que tomemos; pero, seguimos siendo libres. El libro del Apocalipsis lo expresa así: “Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo” (Ap 3,20).
Además de libre, la respuesta, si se da, exige un cambio de vida hacia el estilo de Jesús. Mateo secunda inmediatamente la invitación de Jesús, abandona el mostrador de los impuestos y se pone en camino cambiando de dirección. Abandona su pasado, por más gratificante que le pudiera parecer, y acoge al Señor en su casa, como Zaqueo, como Lázaro, Marta y María y como sus mejores amigos y discípulos. Nunca sabremos cómo discurrió aquel banquete, pero intuimos que Jesús propició que Mateo y sus amigos invitados empezaran a gustar, aunque de forma incipiente, el sabor nuevo del banquete del Reino, donde todo es distinto y donde la misericordia, la compasión, la filiación y la fraternidad lo cambian todo.
¿Vivimos como Mateo el don y regalo de la llamada que también a nosotros nos ha hecho el Señor?
¿Invitamos, como él, a los amigos, aunque no piensen como nosotros, a celebrar lo que, sin mérito alguno, se nos ha ofrecido y hemos aceptado?

Fray Hermelindo Fernández RodríguezFray Hermelindo Fernández Rodríguez
La Virgen del Camino
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martes, 20 de septiembre de 2016

Lectura del santo evangelio según san Lucas 8, 19-21
En aquel tiempo, vinieron a ver a Jesús su madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él.Entonces lo avisaron:
-Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte.
Él les contestó:
-Mi madre y mis hermanos son éstos: los que escuchan la palabra de Dios y la ponen por obra. 

Es Palabra de Dios.
  • La familia de Jesús

“Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen”, Esta afirmación se podría tomar como un desprecio a la madre y a los hermanos por parte de Jesús, pero olvidamos que Jesús es el Hijo de Dios, que es el Padre, por lo tanto su familia no es la más cercana, los que perteneces a un linaje de sangre, sino aquellos que siguen la voluntad de Dios, los que son capaces de poner en práctica lo que la Palabra les dice.
En la historia hemos encontrado personas que han dejado atrás su vida, sus propiedades, su comodidad y se han lanzado al vacío, vacío de posesiones terrenales, de anclajes a lo material, de seguridades humanas, para dar todo lo que son y lo que tienen en favor de los demás, ¿qué mayor libertad que esa?
Ser capaces de renunciar para aceptar es algo que hacemos continuamente, incluso sin pensar, pero es algo que se va aprendiendo en la vida. En la medida que de pequeños nos ayudan a tener que optar, que elegir algo sabiendo que de esa manera nos quedamos sin otras cosas, vamos aprendiendo a decidir, a saber decir sí o no, a tomar unas decisiones por nuestra cuenta, o a escuchar a los que van con nosotros de camino y pueden ver la realidad de forma más objetiva.
Jesús no renuncia a su familia, a su madre y a sus hermanos, Jesús asume que es el Hijo de Dios y eso le ayuda a ampliar su familia, a sentirse hermano de todos, a ser cercano a los demás sin tener en cuenta quiénes son, cómo son, de dónde y sus características personales, ahí se empezó a formar la aldea global de la que tanto hablamos y tan lejos estamos de entender.
¿Entendemos el concepto de familia humana en su más amplio sentido? ¿Sentimos a los otros como hermanos, como prójimos?
Hna. Macu Becerra O.P.Hna. Macu Becerra O.P.
Dominicas Misioneras de la Sagrada Familia
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lunes, 19 de septiembre de 2016

El Espíritu Santo la encendió y no puedo esconderla pues el Padre celestial quiere verla ardiendo, dando amor, inspirando entusiasmo, manifestando la verdad, y dirigiendo su luz hacia la eternidad.
 



San Lucas 8,16-18:
Tu lámpara es un don de Dios
Autor: Regnum Christi
Fuente: Regnum Christi       
 
Evangelio: San Lucas 8,16-18:
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: "Nadie enciende una vela y la tapa con alguna vasija o la esconde debajo de la cama, sino que la pone en un candelero, para que los que entren puedan ver la luz. Porque nada hay oculto que no llegue a descubrirse, nada secreto que no llegue a saberse o a hacerse público. Fíjense, pues, si están entendiendo bien, porque al que tiene se le dará más; pero al que no tiene se le quitará aun aquello que cree tener".

Meditación

El Nuevo Testamento desarrolla el tema de la luz en tres líneas básicas: como la ley, la sabiduría y la palabra de Dios; como la vida y la felicidad; y como el bien. Encuentro un doble llamado a la voluntad: encender la lámpara y compartir su luz. Ser miembro del Regnum Christi me compromete fuertemente a ambos. Pero también me exige una constante vigilancia para que la luz no se extinga. Me pregunto si en mi casa, por ejemplo esa luz brilla; o si en mi equipo o en mi sección. No me vaya a suceder que por ser "candil de la calle", sea "oscuridad de la casa". Tampoco pretenderé ser "reflector" que "deslumbra" y hace que los demás se cubran los ojos. Vigilaré que la luz con su tenue resplandor llame la atención y atraiga a los que la miren y, así como para mí fue una opción, para los demás también lo sea. Encendiste la lámpara de la gracia en mi alma, con el bautismo, Señor, confiando en que la conservaría ardiendo y que ésta siempre mostraría la pertenencia a Jesucristo. Con ella he de dar luz y seguridad a muchas personas que veo que caminan sin rumbo en la oscuridad. Ella ilumina el entendimiento haciendo ver con más claridad el por qué y el para qué de la vida, da energía y fuerza a la voluntad y calor humano a la relación interpersonal. Mi lámpara es un don de Dios; el Espíritu Santo la encendió y no puedo esconderla pues el Padre celestial quiere verla ardiendo, dando amor, inspirando entusiasmo, manifestando la verdad, y dirigiendo su luz hacia la eternidad.

Reflexión apostólica:

No ocultemos la luz, pero tampoco la impongamos; sencillamente iluminemos a los demás con la verdad y la luz, que es la del Espíritu Santo.

Propósito:

No olvidaré la oración en familia.

viernes, 16 de septiembre de 2016


santo Evangelio según san Lucas 8, 1-3
En aquel tiempo, Jesús iba caminando por ciudades y pueblos, proclamando y anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios; le acompañaban los Doce, y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios, Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes, Susana y otras muchas que les servían con sus bienes.

Oración Introductoria
Qué dicha la de los Doce y de las mujeres que supieron reconocerte y por ello dejaron todo para acompañarte y servirte. Permite que encuentre la luz y la fortaleza en esta oración para permanecer siempre fiel a tu gracia, aun cuando se presenten dificultades y problemas.

Petición
Jesucristo, ayúdame a escucharte, acompañandote en la oración, en el Santísimo Sacramento.

Meditación del Papa Francisco
Es indudable que debemos hacer mucho más a favor de la mujer, si queremos dar más fuerza a la reciprocidad entre hombres y mujeres. Es necesario de hecho, que la mujer no solamente sea más escuchada, sino que su voz tenga un peso real, un prestigio reconocido en la sociedad y en la iglesia.
El modo mismo con el cual Jesús ha considerado a las mujeres -el evangelio lo indica así- era un contexto menos favorable del nuestro, porque en esos tiempos la mujer era puesta en segundo lugar. Pero Jesús la considera de una manera que da una luz potente que ilumina un camino que lleva lejos, del cual hemos recorrido solamente un tramo. Aún no hemos entendido en profundidad cuales son las cosas que nos puede dar el genio femenino de la mujer en la sociedad. Tal vez haya que ver las cosas con otros ojos para que se complemente el pensamiento de los hombres. Es un camino que es necesario recorrer con más creatividad y más audacia. (Audiencia de S.S. Francisco, 15 de abril de 2015).

miércoles, 14 de septiembre de 2016

“La cruz, a secas, ni se ama ni se puede amar. Lo que sucede es que nadie habla de la cruz a secas, sino de la cruz del Crucificado” (Moltmann). Tampoco hablamos ni celebramos la Exaltación, a secas, de la cruz, sino del que fue crucificado en ella, según la historia y la tradición.


Miércoles 14/9/2016

Exaltación de la Santa Cruz
“Dios mandó su Hijo al mundo para salvarlo”
Lectura del santo evangelio según san Juan 3, 13-17
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
-«Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.»

  • Historia y Tradición

1. Historia Jesús de Nazaret, hacia el 7 de abril del año 30, en la víspera de la Pascua, contando unos 35 años, fue crucificado en Jerusalén, a las afueras de la ciudad. Fue condenado por Poncio Pilato, representante del Imperio Romano, instigado por los judíos, cuyo Sumo Sacerdote era Caifás. Aunque los Evangelios sólo nos hablan de la flagelación y de algunas burlas antes de la crucifixión, Jesús, antes y una vez en la cruz, tuvo que sufrir lo indecible. Hoy recordamos aquel hecho histórico de Jesús muriendo en una cruz. 2. Tradición. Tradicionalmente, la fiesta que celebramos los cristianos con el nombre de Exaltación de la Santa Cruz, recuerda la recuperación de la cruz en que murió Jesús de Nazaret. Había sido trasladada a Persia por el rey Cosroes, como botín de guerra después de apoderarse de Jerusalén en el año 600 y matar a miles de cristianos. Catorce años después, Heraclio, rey de Constantinopla, persiguió y venció a Cosroes y entró victorioso en Jerusalén, portando la cruz que había recuperado. Avisado por el patriarca Zacarías de que esa marcha triunfal y llena de lujo no podía ser aceptable a los ojos de Dios, Heraclio se despojó de su manto y, descalzo, llevó en su hombro el sagrado madero y lo repuso en el monte Calvario. Este hecho tuvo lugar el 14 de septiembre de año 614, y desde entonces el pueblo cristiano celebra con toda solemnidad la fiesta de la Exaltación de la Cruz. 
  • La cruz de Jesús y las otras cruces

Porque las cruces existen. Existen no sólo en las cumbres de las montañas y en las bendiciones de los sacerdotes. Si los ricos pudieran vender sus cruces, habría menos pobres. Todos, pero particularmente los sacerdotes, la hemos visto donde menos se esperaba que se pudiera encontrar: hospitales, hogares, ancianos y niños, solteros, casados, célibes y consagrados. Ni siquiera la iglesia o los conventos se libran de ella. Al final, la última cruz, como en el caso de Jesús, es aquélla sobre la que morimos. Entonces, ¿qué actitud tiene Jesús ante la cruz?
Yo trato de encontrar su más clara actitud ante la cruz y todas las cruces en Getsemaní, padeciendo ya el comienzo de su Pasión:
1º. “Padre mío, si es posible, que pase de mí este cáliz”. Ora y pide al Padre que aparte de él el cáliz de su profundo sufrimiento. Y lo hace con sangre, sudor y lágrimas. Plena sinceridad.
2º. “Pero, no se haga mi voluntad sino la tuya” (Lc 22,42). Lo último siempre la sumisión absoluta, la entrega total a Dios.

Agradecimiento profundo por todos los dones de Dios. Aceptación de las cruces, de los sufrimientos y, al final, de la muerte. Y, como última actitud, “hágase tu voluntad”. Aunque, en circunstancias puntuales, mirándole a él y con sentimientos similares a los suyos, tengamos que decir también: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Mt 27,46).
Fray Hermelindo Fernández RodríguezFray Hermelindo Fernández Rodríguez La Virgen del Camino Enviar comentario al autor