miércoles, 14 de diciembre de 2016

Señor, soy una criatura débil, hecho de una arcilla que se rompe fácilmente, de un barro quebradizo. Señor, dame tu fuerza para ser como Tú, para seguir tus huellas. Y no solamente cuando todo es fácil, sino hasta la cruz.

San Mateo 21,28-32: Trabajar en la viña del Señor
Autor: Regnum Christi
Fuente: Regnum Christi       Para suscribirse   

Evangelio: San Mateo 21,28-32En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: “¿Qué opinan de esto? Un hombre que tenía dos hijos fue a ver al primero y le ordenó: ‘Hijo, ve a trabajar hoy en la viña’. El le contestó: ‘Ya voy, señor’, pero no fue. El padre se dirigió al ‘segundo y le dijo lo mismo. Este le respondió: ‘No quiero ir’, pero se arrepintió y fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?” Ellos le respondieron: “El segundo”. Entonces Jesús les dijo: “Yo les aseguro que los publicanos y las prostitutas se les han adelantado en el camino del Reino de Dios. Porque vino a ustedes Juan, predicó el camino de la justicia y no le creyeron; en cambio, los publicanos y las prostitutas sí le creyeron; ustedes, ni siquiera después de haber visto, se han arrepentido ni han creído en él».

Oración introductoria:
Señor, soy una criatura débil, hecho de una arcilla que se rompe fácilmente, de un barro quebradizo. Señor, dame tu fuerza para ser como Tú, para seguir tus huellas. Y no solamente cuando todo es fácil, sino hasta la cruz.

Petición:
Yo, sé, Señor, que nada puedo sin ti, pero sé, también, que contigo todo lo puedo. Sé, Señor, que habiéndome elegido tú serás siempre mi fortaleza, porque tú eres aquel que me conforta.

Meditación:
“Hijo, ve a trabajar hoy en la viña”. Esta es la llamada que nos hace Jesús a todos. quiere que trabajemos en su viña. Este es el privilegio del cristiano, el poder trabajar en la viña del Señor, ponerse a su servicio, colaborar con Él es ya un premio inestimable. Quien trabaja y vive sólo para sí nunca se dará cuenta del gran tesoro que es dedicarse a trabajar por el Señor. Si reflexionamos nos daremos cuenta de que hemos recibido muchos talentos, cualidades, dones que podemos poner al servicio de la Iglesia y de los demás. A veces nos creemos cristianos porque decimos unas cuantas oraciones o acudimos a la Iglesia. Esperamos recibir, pero estamos poco dispuestos a dar. La autenticidad de nuestra fe se mostrará en la capacidad de darnos a los demás en el servicio, en poner nuestros bienes a disposición de los otros, en desprendernos de algo propio para compartirlo con los demás. Encontremos nuestra felicidad en cansarnos y desgastarnos por el Reino de los cielos.

Reflexión apostólica:
No nos basta hacer el bien, o dedicar unas horas al apostolado, hemos de empeñarnos en trabajar por el establecimiento del Reino de Cristo del modo más eficaz.

Propósito:
Dedicar hoy parte de mi tiempo a trabajar por los demás.

Diálogo con Cristo:
Jesús, quiero responder a tu amor, dando la batalla por ti, realizando el tipo de apostolado que necesita la Iglesia en estos momentos: un apostolado de vanguardia. Haz que yo tenga el coraje de exponer con valentía tu mensaje, saliendo al encuentro de los hombres necesitados de ti.

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