lunes, 12 de diciembre de 2016

Vivir la sencillez es vaciar el corazón de todas las cosas innecesarias que lo ocupan, y llenarlo de amistad, de cercanía y de diálogo y encuentro con los demás y con Dios. Vivir la sencillez es pensar menos en uno mismo y un poco más en los demás.


Lectura del santo evangelio según san Mateo 21,23-27:
En aquel tiempo, Jesús llegó al templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo para preguntarle: «¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad?»
Jesús les replicó: «Os voy a hacer yo también una pregunta; si me la contestáis, os diré yo también con qué autoridad hago esto. El bautismo de Juan ¿de dónde venía, del cielo o de los hombres?»
Ellos se pusieron a deliberar: «Si decimos "del cielo", nos dirá: "¿Por qué no le habéis creído?" Si le decimos "de los hombres", tememos a la gente; porque todos tienen a Juan por profeta.» Y respondieron a Jesús: «No sabemos.» Él, por su parte, les dijo: «Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto.

  • Adviento de los sencillos

Nuestro Adviento no puede consistir en pedir cuentas a Jesús de su comportamiento y modo de actuar, como hacían los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo de Israel. Más bien, queremos esperar y preparar su venida como lo hacía Juan Bautista y los que, devotamente, iban a bautizarse con él. Nosotros sí sabemos de dónde provenía y en qué consistía aquel bautismo; por eso, queremos obrar en consecuencia.
En lugar de pedir cuentas, intentamos, con suma sencillez, secundar, actualizándolo, aquel primer Adviento de la historia. Pienso que quizá la mejor actitud es la sencillez de los hijos de Dios, pensando en aquellos que en fila esperaban el bautismo de Juan.
Vivir la sencillez es vaciar el corazón de todas las cosas innecesarias que lo ocupan, y llenarlo de amistad, de cercanía y de diálogo y encuentro con los demás y con Dios. Vivir la sencillez es pensar menos en uno mismo y un poco más en los demás. Vivir la sencillez es poner tu confianza y seguridad en quien no puede fallarte, en quien sabes que está contigo en las duras y en las maduras, siempre; en los bienes espirituales, en las actitudes y valores evangélicos, en Jesús y en su Evangelio.
¿Soy de los que hacen preguntas a Dios o de los que se dejan interpelar por él?
En lugar de preguntar a Dios, ¿por qué no profundizo en la respuesta?

 

Fray Hermelindo Fernández RodríguezFray Hermelindo Fernández Rodríguez
La Virgen del Camino
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