viernes, 2 de diciembre de 2016

¡Cuán importante es para nosotros creer en la fuerza de la fe! Debemos cuidar con esmero el desarrollo de nuestra fe, para que penetre realmente todas nuestras actitudes, nuestros pensamientos, nuestras acciones e intenciones. 



Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 9, 27-31
Cuando Jesús salía de Cafarnaúm, lo siguieron dos ciegos, que gritaban: “¡Hijo de David, compadécete de nosotros!” Al entrar Jesús en la casa, se le acercaron los ciegos y Jesús les preguntó: “¿Creen que puedo hacerlo?” Ellos le contestaron: “Sí, Señor”. Entonces les tocó los ojos, diciendo: “Que se haga en ustedes conforme a su fe”. Y se les abrieron los ojos. Jesús les advirtió severamente: “Que nadie lo sepa”. Pero ellos, al salir, divulgaron su fama por toda la región.

Meditación
“¿Creen que puedo hacerlo?”… Lo primero que nos pide el Señor es la fe. El acto primero y fundamental para transformarse en verdaderos cristianos es el de creer, el de tener fe en Dios. La fe en la existencia de Dios no es una opinión entre otras muchas que podemos tener. No es una información más como otras. Si Dios existe, nuestra vida cambia radicalmente. Si Él existe, toda la vida es luz y tenemos una guía para saber cómo vivir y hacia dónde dirigirnos.

Por eso, la fe debe ser la orientación fundamental de nuestra vida. Creer es decir: “Sí, creo que tú eres Dios, creo en tu Hijo encarnado, que murió por mí y está presente entre nosotros”. Creer, pues no es sólo una forma de pensar, o una idea. Creer quiere decir seguir la Palabra de Dios hecha carne en Jesús.

¡Cuán importante es para nosotros creer en la fuerza de la fe! Debemos cuidar con esmero el desarrollo de nuestra fe, para que penetre realmente todas nuestras actitudes, nuestros pensamientos, nuestras acciones e intenciones. ¡Que la fe ocupe el primer lugar en nuestra vida!

Reflexión apostólica
En este período de Adviento pidamosle a María que Ella nos enseñe cómo vivir de fe, cómo crecer en la fe, cómo permanecer en contacto con Dios en los acontecimientos ordinarios diarios de nuestra vida. Cualquiera que sea nuestro trabajo, nuestro estado de vida, nuestra situación económica, conservemos en todo el primado de nuestra fe.

Propósito
Hoy daré prioridad a mi fe. ¿Cómo? Dándome tiempo para la oración, ofreceré a Dios mi trabajo, lo haré de la mejor manera para agradar a Dios. Ante todo me preguntaré: ¿Cómo haría esto si tuviera más fe?

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