domingo, 9 de abril de 2017

  Nuestra misión es evangelizar y llevar la palabra de Dios a todos los rincones del planeta y por sobre todo predicar las enseñanzas de Jesús, doctrina de la Iglesia... ¡Ora por nosotros!     Dona aquí        Si nos lees desde un teléfono celular, entonces prueba nuestra versión para dispositivos móviles -» Clic aquí    Comparte el Evangelio en las redes sociales     Facebook      Twitter     Whatsapp     Google    Diálogo introductorio con Jesús Amado Jesús, gracias por tu amor y tu paz que en este momento de oración estoy recibiendo. Quiero solicitarte hoy tu ayuda poderosa para librarme de las trampas de aquellos que quieren verme caer. Ven y actúa con toda tu protección y que tu gracia me abrigue y me conforte en medio de esta prueba. Quiero vivir para Ti, amarte y abrirme a nuevas experiencias de amor que me regalas a diario. Te pido por todos aquellos que están alejados de tu Palabra para que también puedan conocer todas tus bondades. Ayúdame a vivir comprometido con el bien y hacer lo que Tú quieres que haga. Amén Evangelio del día: ¿Quién soy yo ante los ojos de Dios? Mateo 26,14-75.27,1-66 - Domingo de Ramos: ¿Quién soy yo ante Jesús que sufre?». ¿Somos como los que querían matarlo? ¿O como Judas? Evangelio según San Mateo 26,14-75.27,1-66 La Pasión de nuestro Señor Jesucristo: En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: "¿Cuánto me darán si se lo entrego?" Y resolvieron darle treinta monedas de plata. Desde ese momento, Judas buscaba una ocasión favorable para entregarlo. El primer día de los Ácimos, los discípulos fueron a preguntar a Jesús: "¿Dónde quieres que te preparemos la comida pascual?" Él respondió: "Vayan a la ciudad, a la casa de tal persona, y díganle: "El Maestro dice: Se acerca mi hora, voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos"". Ellos hicieron como Jesús les había ordenado y prepararon la Pascua. El anuncio de la traición de Judas Al atardecer, estaba a la mesa con los Doce y, mientras comían, Jesús les dijo: "Les aseguro que uno de ustedes me entregará". Profundamente apenados, ellos empezaron a preguntarle uno por uno: "¿Seré yo, Señor?" Él respondió: "El que acaba de servirse de la misma fuente que yo, ese me va a entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre será entregado: más le valdría no haber nacido!"Judas, el que lo iba a entregar, le preguntó: "¿Seré yo, Maestro?" "Tú lo has dicho", le respondió Jesús. La institución de la Eucaristía Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: "Tomen y coman, esto es mi Cuerpo". Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, diciendo: "Beban todos de ella, porque esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos para la remisión de los pecados. Les aseguro que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta el día en que beba con ustedes el vino nuevo en el Reino de mi Padre". El anuncio de las negaciones de Pedro Después del canto de los Salmos, salieron hacia el monte de los Olivos. Entonces Jesús les dijo: "Esta misma noche, ustedes se van a escandalizar a causa de mí. Porque dice la Escritura: Heriré al pastor, y se dispersarán las ovejas del rebaño.Pero después que yo resucite, iré antes que ustedes a Galilea". Pedro, tomando la palabra, le dijo: "Aunque todos se escandalicen por tu causa, yo no me escandalizaré jamás". Jesús le respondió: "Te aseguro que esta misma noche, antes que cante el gallo, me habrás negado tres veces". Pedro le dijo: "Aunque tenga que morir contigo, jamás te negaré". Y todos los discípulos dijeron lo mismo. La oración de Jesús en Getsemaní Cuando Jesús llegó con sus discípulos a una propiedad llamada Getsemaní, les dijo: "Quédense aquí, mientras yo voy allí a orar". Y llevando con él a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse. Entonces les dijo: "Mi alma siente una tristeza de muerte. Quédense aquí, velando conmigo". Y adelantándose un poco, cayó con el rostro en tierra, orando así: "Padre mío, si es posible, que pase lejos de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya". Después volvió junto a sus discípulos y los encontró durmiendo. Jesús dijo a Pedro: "¿Es posible que no hayan podido quedarse despiertos conmigo, ni siquiera una hora? Estén prevenidos y oren para no caer en la tentación, porque el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil". Se alejó por segunda vez y suplicó: "Padre mío, si no puede pasar este cáliz sin que yo lo beba, que se haga tu voluntad". Al regresar los encontró otra vez durmiendo, porque sus ojos se cerraban de sueño. Nuevamente se alejó de ellos y oró por tercera vez, repitiendo las mismas palabras. Luego volvió junto a sus discípulos y les dijo: "Ahora pueden dormir y descansar: ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levántense! ¡Vamos! Ya se acerca el que me va a entregar". El arresto de Jesús Jesús estaba hablando todavía, cuando llegó Judas, uno de los Doce, acompañado de una multitud con espadas y palos, enviada por los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo. El traidor les había dado esta señal: "Es aquel a quien voy a besar. Deténganlo". Inmediatamente se acercó a Jesús, diciéndole: "Salud, Maestro", y lo besó. Jesús le dijo: "Amigo, ¡cumple tu cometido!". Entonces se abalanzaron sobre él y lo detuvieron. Uno de los que estaban con Jesús sacó su espada e hirió al servidor del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja. Jesús le dijo: "Guarda tu espada, porque el que a hierro mata a hierro muere. ¿O piensas que no puedo recurrir a mi Padre? Él pondría inmediatamente a mi disposición más de doce legiones de ángeles.Pero entonces, ¿cómo se cumplirían las Escrituras, según las cuales debe suceder así?" Y en ese momento dijo Jesús a la multitud: "¿Soy acaso un bandido, para que salgan a arrestarme con espadas y palos? Todos los días me sentaba a enseñar en el Templo, y ustedes no me detuvieron". Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que escribieron los profetas. Entonces todos los discípulos lo abandonaron y huyeron. Jesús ante el Sanedrín Los que habían arrestado a Jesús lo condujeron a la casa del Sumo Sacerdote Caifás, donde se habían reunido los escribas y los ancianos. Pedro lo seguía de lejos hasta el palacio del Sumo Sacerdote; entró y se sentó con los servidores, para ver cómo terminaba todo. Los sumos sacerdotes y todo el Sanedrín buscaban un falso testimonio contra Jesús para poder condenarlo a muerte; pero no lo encontraron, a pesar de haberse presentado numerosos testigos falsos. Finalmente, se presentaron dos que declararon: "Este hombre dijo: "Yo puedo destruir el Templo de Dios y reconstruirlo en tres días"". El Sumo Sacerdote, poniéndose de pie, dijo a Jesús: "¿No respondes nada? ¿Qué es lo que estos declaran contra ti?" Pero Jesús callaba. El Sumo Sacerdote insistió: "Te conjuro por el Dios vivo a que me digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios". Jesús le respondió: "Tú lo has dicho. Además, les aseguro que de ahora en adelante verán al Hijo del hombre sentarse a la derecha del Todopoderoso y venir sobre las nubes del cielo". Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: "Ha blasfemado. ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Ustedes acaban de oír la blasfemia. ¿Qué les parece?" Ellos respondieron: "Merece la muerte". Luego lo escupieron en la cara y lo abofetearon. Otros lo golpeaban diciéndole: "Tú, que eres el Mesías, profetiza, dinos quién te golpeó". Las negaciones de Pedro Mientras tanto, Pedro estaba sentado afuera, en el patio. Una sirvienta se acercó y le dijo: "Tú también estabas con Jesús, el Galileo". Pero él lo negó delante de todos, diciendo: "No sé lo que quieres decir". Al retirarse hacia la puerta, lo vio otra sirvienta y dijo a los que estaban allí: "Este es uno de los que acompañaban a Jesús, el Nazareno". Y nuevamente Pedro negó con juramento: "Yo no conozco a ese hombre". Un poco más tarde, los que estaban allí se acercaron a Pedro y le dijeron: "Seguro que tú también eres uno de ellos; hasta tu acento te traiciona". Entonces Pedro se puso a maldecir y a jurar que no conocía a ese hombre. En seguida cantó el gallo, y Pedro recordó las palabras que Jesús había dicho: "Antes que cante el gallo, me negarás tres veces". Y saliendo, lloró amargamente. Jesús conducido ante Pilato Cuando amaneció, todos los sumos sacerdotes y ancianos del pueblo deliberaron sobre la manera de hacer ejecutar a Jesús. Después de haberlo atado, lo llevaron ante Pilato, el gobernador, y se lo entregaron. La muerte de Judas Judas, el que lo entregó, viendo que Jesús había sido condenado, lleno de remordimiento, devolvió las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y a los ancianos, diciendo: "He pecado, entregando sangre inocente". Ellos respondieron: "¿Qué nos importa? Es asunto tuyo". Entonces él, arrojando las monedas en el Templo, salió y se ahorcó. Los sumos sacerdotes, juntando el dinero, dijeron: "No está permitido ponerlo en el tesoro, porque es precio de sangre". Después de deliberar, compraron con él un campo, llamado "del alfarero", para sepultar a los extranjeros. Por esta razón se lo llama hasta el día de hoy "Campo de sangre". Así se cumplió lo anunciado por el profeta Jeremías: Y ellos recogieron las treinta monedas de plata, cantidad en que fue tasado aquel a quien pusieron precio los israelitas. Con el dinero se compró el "Campo del alfarero", como el Señor me lo había ordenado. Jesús ante Pilato Jesús compareció ante el gobernador, y este le preguntó: "¿Tú eres el rey de los judíos?" Él respondió: "Tú lo dices". Al ser acusado por los sumos sacerdotes y los ancianos, no respondió nada. Pilato le dijo: "¿No oyes todo lo que declaran contra ti?" Jesús no respondió a ninguna de sus preguntas, y esto dejó muy admirado al gobernador. Jesús y Barrabás En cada Fiesta, el gobernador acostumbraba a poner en libertad a un preso, a elección del pueblo. Había entonces uno famoso, llamado Barrabás. Pilato preguntó al pueblo que estaba reunido: "¿A quién quieren que ponga en libertad, a Barrabás o a Jesús, llamado el Mesías?" Él sabía bien que lo habían entregado por envidia. Mientras estaba sentado en el tribunal, su mujer le mandó decir: "No te mezcles en el asunto de ese justo, porque hoy, por su causa, tuve un sueño que me hizo sufrir mucho". Mientras tanto, los sumos sacerdotes y los ancianos convencieron a la multitud que pidiera la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús. Tomando de nuevo la palabra, el gobernador les preguntó: "¿A cuál de los dos quieren que ponga en libertad?" Ellos respondieron: "A Barrabás". Pilato continuó: "¿Y qué haré con Jesús, llamado el Mesías?". Todos respondieron: "¡Que sea crucificado!" Él insistió: "¿Qué mal ha hecho?" Pero ellos gritaban cada vez más fuerte: "¡Que sea crucificado!" Al ver que no se llegaba a nada, sino que aumentaba el tumulto, Pilato hizo traer agua y se lavó las manos Deuteronomio 21, 6-9 delante de la multitud, diciendo: "Yo soy inocente de esta sangre. Es asunto de ustedes". Y todo el pueblo respondió: "Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos". Entonces, Pilato puso en libertad a Barrabás; y a Jesús, después de haberlo hecho azotar, lo entregó para que fuera crucificado. La coronación de espinas Los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio y reunieron a toda la guardia alrededor de él. Entonces lo desvistieron y le pusieron un manto rojo. Luego tejieron una corona de espinas y la colocaron sobre su cabeza, pusieron una caña en su mano derecha y, doblando la rodilla delante de él, se burlaban, diciendo: "Salud, rey de los judíos". Y escupiéndolo, le quitaron la caña y con ella le golpeaban la cabeza. Después de haberse burlado de él, le quitaron el manto, le pusieron de nuevo sus vestiduras y lo llevaron a crucificar. La crucifixión de Jesús Al salir, se encontraron con un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo obligaron a llevar la cruz. Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota, que significa "lugar del Cráneo", le dieron de beber vino con hiel. Él lo probó, pero no quiso tomarlo. Después de crucificarlo, los soldados sortearon sus vestiduras y se las repartieron; y sentándose allí, se quedaron para custodiarlo. Colocaron sobre su cabeza una inscripción con el motivo de su condena: "Este es Jesús, el rey de los judíos". Al mismo tiempo, fueron crucificados con él dos bandidos, uno a su derecha y el otro a su izquierda Ofensas a Jesús crucificado Los que pasaban, lo insultaban y, moviendo la cabeza, decían: "Tú, que destruyes el Templo y en tres días lo vuelves a edificar, ¡sálvate a ti mismo, si eres Hijo de Dios, y baja de la cruz!" De la misma manera, los sumos sacerdotes, junto con los escribas y los ancianos, se burlaban, diciendo: "¡Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo! Es rey de Israel: que baje ahora de la cruz y creeremos en él. Ha confiado en Dios; que él lo libre ahora si lo ama, ya que él dijo: "Yo soy Hijo de Dios"". También lo insultaban los bandidos crucificados con él. La muerte de Jesús Desde el mediodía hasta las tres de la tarde, las tinieblas cubrieron toda la región. Hacia las tres de la tarde, Jesús exclamó en alta voz: "Elí, Elí, lemá sabactani", que significa: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" Algunos de los que se encontraban allí, al oírlo, dijeron: "Está llamando a Elías". En seguida, uno de ellos corrió a tomar una esponja, la empapó en vinagre y, poniéndola en la punta de una caña, le dio de beber. Pero los otros le decían: "Espera, veamos si Elías viene a salvarlo". Entonces Jesús, clamando otra vez con voz potente, entregó su espíritu. Inmediatamente, el velo del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo, la tierra tembló, las rocas se partieron y las tumbas se abrieron. Muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron y, saliendo de las tumbas después que Jesús resucitó, entraron en la Ciudad santa y se aparecieron a mucha gente. El centurión y los hombres que custodiaban a Jesús, al ver el terremoto y todo lo que pasaba, se llenaron de miedo y dijeron: "¡Verdaderamente, este era Hijo de Dios!" Las mujeres que siguieron a Jesús Había allí muchas mujeres que miraban de lejos: eran las mismas que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirlo. Entre ellas estaban María Magdalena, María —la madre de Santiago y de José— y la madre de los hijos de Zebedeo. La sepultura de Jesús Al atardecer, llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también se había hecho discípulo de Jesús, y fue a ver a Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús. Pilato ordenó que se lo entregaran. Entonces José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia y lo depositó en un sepulcro nuevo que se había hecho cavar en la roca. Después hizo rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro, y se fue. María Magdalena y la otra María estaban sentadas frente al sepulcro. A la mañana siguiente, es decir, después del día de la Preparación, los sumos sacerdotes y los fariseos se reunieron y se presentaron ante Pilato, diciéndole: "Señor, nosotros nos hemos acordado de que ese impostor, cuando aún vivía, dijo: "A los tres días resucitaré". Ordena que el sepulcro sea custodiado hasta el tercer día, no sea que sus discípulos roben el cuerpo y luego digan al pueblo: "¡Ha resucitado!" Este último engaño sería peor que el primero". Pilato les respondió: "Ahí tienen la guardia, vayan y aseguren la vigilancia como lo crean conveniente". Ellos fueron y aseguraron la vigilancia del sepulcro, sellando la piedra y dejando allí la guardia Palabra del Señor. Reflexión del Papa Francisco: Esta semana comienza con una procesión festiva con ramos de olivo: todo el pueblo acoge a Jesús. Los niños y los jóvenes cantan, alaban a Jesús. Y ya se vislumbra la Pasión de Jesús, el misterio de su muerte y resurrección. Precisamente en esta óptica «nos hará bien hacernos una sola pregunta: ¿Quién soy yo? ¿Quién soy yo ante mi Señor? ¿Quién soy yo ante Jesús que entra con fiesta en Jerusalén? ¿Soy capaz de expresar mi alegría, de alabarlo? ¿O guardo las distancias? ¿Quién soy yo ante Jesús que sufre?». ¿Somos como los que querían matarlo?. ¿o como Judas que lo traicionó por treinta denarios? ¿O estamos «adormecidos» como los apóstoles «que no entendían nada»? ¿O incluso nos comportamos «como aquellos dirigentes que organizan a toda prisa un tribunal y buscan falsos testigos», y cuando hacemos estas cosas creemos de hacerlo por nuestro prójimo? O bien ¿nos asemejamos a Pilato y cuando vemos que la situación es difícil, nos lavamos las manos y con tal de no asumir nuestra responsabilidad dejamos condenar a las personas? ¿Nos identificamos con los que se divertían burlándose del Señor o nos reconocemos en el comportamiento del Cireneo, que volvía del trabajo, cansado, pero que tuvo la buena voluntad de ayudar al Señor a llevar la cruz?, ¿o en el de las mujeres valientes, como la Madre de Jesús, que estaban allí y sufrían en silencio? Que estas preguntas nos acompañen durante toda la semana.(Homilía del Domingo de Ramos, Ciudad del Vaticano, 13 de abril de 2014) Oración de sanación Dios mi vida, Tú eres mi Señor y mi Salvador, en quien pongo toda mi confianza. Quiero iniciar este día dándote gracias por el hermoso regalo de tu presencia que todo lo transforma y todo lo sana. Quiero pedirte que poses tu mano sobre mí y llenes de paz mi corazón y abras mi mente y espíritu a todas las gracias que tienes preparada para mí a lo largo de este día. Quiero sentir cada Palabra tuya, hacerlas mía y vivirlas de tal forma que pueda generar obras agradables a tus ojos. Confío en Ti y sé que en cada situación de mi vida estás presente, me cuidas y guías mis pasos. Como aquellas personas que te recibieron triunfante en Jerusalén, con alegría, palmas y cánticos de alabanzas, así también yo quiero recibirte en mi corazón, porque Tú has roto mis cadenas y me has hecho libre. Que pueda yo bendecirte y alabarte por siempre, porque eres el Rey triunfador, el Señor de la historia y el dueño de mi vida. Que tu amor sea mi escudo que me protege de los que intentan hacerme caer Tu fuerza se manifiesta en la humildad, es por ello que te pido que me hagas humilde, tanto como aquel burrito que te condujo a tu ciudad santa y te mostró por todo lo alto e hizo que todos recibieran tu luz y bendición Oh mi Dios, eres lo más grande que tengo en mi vida. Todo te lo entrego. Tú no me dejas desfallecer. Confío en Ti t en tu poder. Quiero desde ahora servirte con dedicación, hacer que todos te reciban y en mi compañía puedan sentir el amor y la felicidad que proviene de Ti. Amén Propósito para hoy Participaré de los oficios del Domingo de Ramos y la bendición de las palmas Frase de reflexión "Ser santos no es privilegio de unos pocos, sino una vocación para todos". Papa Francisco   Comparte el Evangelio en las redes sociales    Facebook      Twitter      Whatsapp     Google      Artículos de interés    Celebración del Domingo de Ramos    Papa Francisco se encuentra horrorizado por la inaceptable masacre en Siria El Papa Francisco condenó el impactante ataque químico en Siria que dejó aproximadamente a unas 100 personas muertas, entre ellas niños    ¿Por qué es importante ir a Misa los domingos? El Papa Francisco te explica El Papa explica la importancia de la Eucaristía, que debe ser recibida en la Misa porque es el corazón y fuente de vida de la Iglesia    20 consejos del Padre Pío para los que sienten que pierden las esperanzas El Padre Pío, a lo largo de su vida escribió miles de cartas a sus dirigidos espirituales que son una fuente de sabiduría cristiana práctica    4 maneras de saber cuándo alguien realmente te ama El amor se basa en un compromiso, no en lo que conviene en el momento. El amor es una decisión, no un sentimiento    Oración para sanar la tristeza entregando los dolores y heridas del pasado Dios nos quiere alegres, y Él es la fuente de la verdadera felicidad. Cuando nos abata la tristeza oremos pidiéndole la virtud de la alegría      PildorasdeFe.net es un Portal Católico con un contenido lleno de reflexiones en temas de evangelización. Te invitamos a sumarte a nuestros esfuerzos. Si está en tus posibilidades puedes realizar un donativo y ayudarnos a seguir construyendo el Reino de Dios. Danos una mano amiga. Dios te recompensará a ti y a los tuyos       Dona aquí          Para cancelar su suscripción al Evangelio diario haga Clic aquí: - Cancelar suscripción                                         PíldorasdeFe.net, D.C., Área metropolitana, Distrito Capital 1010, República Bolivariana de Venezuela Usted puede darse de baja o cambiar sus datos de contacto en cualquier momento.

0 comentarios :