Evangelio segun San Lucas 19, 45-48
En aquel tiempo entró Jesús en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: "Escrito está: "Mi casa es casa de oración"; pero vosotros la habéis convertido en una "cueva de bandidos"". Todos los días enseñaba en el templo.
Los
sumos sacerdotes, los letrados y los senadores del pueblo intentaban
quitarlo de en medio; pero se dieron cuenta de que no podían hacer
nada, porque el pueblo entero estaba pendiente de sus labios.
Palabra de Dios
Monseñor Marcelino Palentini Obispo de la Diócesis de Jujuy
El templo puede ser usado para muchas cosas: para justificar el poder y hasta para hacer negocio, pero Jesús no acepta estas segundas intenciones del uso del Templo, Él lo quiere purificar. Pero nos preguntamos, ¿Qué es el Templo? ¿Quién es el Templo? El corazón de cada uno es el Templo, el lugar de oración, el lugar donde nosotros tenemos que encontrarnos personalmente y comunitariamente también con Dios.
Yo les invito a concluir esta breve reflexión con una pequeña oración:
Señor danos la valentía de Jesús, la valentía de saber poner la cosa en su lugar, de saber trabajar por el reino separando el mal del bien, buscando de ayudar a otros también a descubrir cómo a veces están estropeando su vida, su corazón y hasta sus ideales y sus sueños detrás de intereses mezquinos y egoístas.
Danos Señor la valentía de Jesús de querer desenmascarar todo lo que no es bueno para poder construir todo lo que agrada a Dios, que tu Palabra nos guíe, que tu Palabra sea siempre nuestra fortaleza, que tu Palabra nos de entusiasmo para seguir poniendo las cosas en su lugar.
¡Hasta la próxima si Dios quiere!
Palabra de Dios
Monseñor Marcelino Palentini Obispo de la Diócesis de Jujuy
Leemos
del Evangelio de Lucas 19, 45-48, este párrafo nos muestra un hecho
muy interesante en la vida de Jesús; nos presenta una cara de Jesús que
habitualmente no la tenemos vista y presente, habitualmente pensamos
en un Jesús manso y humilde, peciente que da la otra mejilla; no, aquí
lo vemos a Jesús que hace un látigo y los hecha a los vendedores del
templo. Y los hecha con una afirmación muy categórica "mi casa, es casa
de oración y ustedes la han transformado en una casa de maleantes, de
ladrones".
El templo puede ser usado para muchas cosas: para justificar el poder y hasta para hacer negocio, pero Jesús no acepta estas segundas intenciones del uso del Templo, Él lo quiere purificar. Pero nos preguntamos, ¿Qué es el Templo? ¿Quién es el Templo? El corazón de cada uno es el Templo, el lugar de oración, el lugar donde nosotros tenemos que encontrarnos personalmente y comunitariamente también con Dios.
No
podemos transformar nuestro corazón en un lugar profanado por otros
intereses. Segundo, Jesús desenmascara lo que se ha convertido en ese
templo, el templo de Jerusalén, nuestro templo de nuestro corazón en
casa de oración se puede transformar en un emblema de opresión, en una
cueva de asaltantes; de un lugar de encuentro de la comunidad con Dios
en un lugar de egoísmo, de individualismo donde no le importa nada a
nadie; de un emblema religioso donde Dios está en el centro y da
sentido a la vida a un emblema de situaciones solamente de placer.
Podemos
tener un corazón arruinado, arruinado por el mal uso de los que
quieren entrar y destruirnos con intenciones y con actitudes y por
tercer momento, también podemos pensar cómo vemos en este párrafo las
autoridades terminado este hecho que el hecha a los vendedores del
Templo quieren abiertamente eliminarlo a Jesús, pero no pueden hacerlo
porque el pueblo estaba pendiente de sus palabras. Dice el Evangelio.
Esto es interesante, a veces los enemigos de Dios quieren destruirlo a
Dios -en nuestra sociedad también- hay personas que quieren eliminarlo a
Dios, que quieren poner la cosa en su lugar, pero como el pueblo y
nuestro pueblo es sabio y sabe a quién escuchar y a quién seguir, a
veces no tienen el coraje de hacerlo hasta que llega el momento de las
tinieblas.
Yo les invito a concluir esta breve reflexión con una pequeña oración:
Señor danos la valentía de Jesús, la valentía de saber poner la cosa en su lugar, de saber trabajar por el reino separando el mal del bien, buscando de ayudar a otros también a descubrir cómo a veces están estropeando su vida, su corazón y hasta sus ideales y sus sueños detrás de intereses mezquinos y egoístas.
Danos Señor la valentía de Jesús de querer desenmascarar todo lo que no es bueno para poder construir todo lo que agrada a Dios, que tu Palabra nos guíe, que tu Palabra sea siempre nuestra fortaleza, que tu Palabra nos de entusiasmo para seguir poniendo las cosas en su lugar.
¡Hasta la próxima si Dios quiere!
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